Autocracia: definición, tipos, ventajas, desventajas y ejemplos
Autocracia: Definición
Una autocracia es una forma de gobierno en la que todo el control se concentra en manos de un líder o un pequeño grupo en el poder. El término combina dos palabras griegas, auto que significa “yo” y crático que significa “gobernar”. Si bien con frecuencia se presenta de manera negativa, especialmente cuando se compara con los ideales de democracia y democracia representativa, la autocracia no siempre es corrupta y ha existido en diversas formas a lo largo de la historia humana.
Autocracia: ventajas
Si bien el gobierno autocrático sobre todo un país a menudo genera problemas, la autocracia tiene algunas ventajas y circunstancias en las que es beneficiosa. Los beneficios del gobierno autocrático son que permite tomar decisiones rápidas, tiene una cadena de mando clara y es la forma más productiva de liderazgo. Con sólo una persona o un pequeño grupo tomando decisiones, las conclusiones y elecciones llegan rápidamente en ausencia de debate de los grandes partidos gobernantes.
Asimismo, las órdenes se entienden y siguen claramente porque provienen de la fuente central de autoridad. Esto permite que los proyectos avancen rápidamente en lugar de estancarse en debates sobre cuándo o cómo implementarlos. Estas ventajas surgen con mayor frecuencia durante las campañas militares en las que las órdenes del comandante de una unidad no están abiertas a discusión, lo que lleva a una acción clara y rápida para hacer frente a una amenaza inmediata. La autocracia también funciona durante los desastres naturales y sus secuelas inmediatas, cuando cualquier retraso en la respuesta puede costar vidas.
Autocracia: desventajas
Aunque las ventajas suenan tentadoras, aplicar el liderazgo autocrático fuera de situaciones críticas tiene serias desventajas. Al concentrar el poder y la autoridad, la autocracia puede dañar la moral del grupo y causar resentimiento cuando las personas no participan en la toma de decisiones. Sienten que sus contribuciones no son valoradas.
Los líderes también pueden mostrarse reacios a aceptar aportaciones de expertos o considerar soluciones únicas de personas fuera del círculo de poder. A nivel nacional, la autocracia también elimina cualquier control sobre la autoridad de un líder, confiando en su sentido innato de moralidad para evitar que abusen de su poder y dañen a su gente. Esto significa que los ciudadanos tienen poca o ninguna protección.
La autocracia puede adoptar algunas formas diferentes, pero a menudo se superponen. Tres tipos comunes son el despotismo, la oligarquía y el fascismo.
Despotismo
El despotismo es un tipo de autocracia donde el poder se concentra en manos de una sola persona. A veces, esto también se llama dictadura cuando un dictador o un déspota gobierna una nación. Históricamente, esta es una forma antigua de gobierno que se remonta a cuando los monarcas tenían el poder absoluto. El término “déspota” se aplicó incluso a los emperadores bizantinos sin una connotación negativa. Montesquieu hizo una clara distinción entre los gobernantes absolutos del pasado y los déspotas tiránicos en El espíritu de las leyes de 1748. En su obra, señala que los monarcas absolutos obtuvieron y mantuvieron el poder mediante leyes y costumbres establecidas, mientras que los déspotas tiránicos ganaron poder y gobernado por la voluntad y el capricho solo.
Un ejemplo de despotismo temprano que no se consideró particularmente tiránico sería el gobierno de Julio César sobre el Imperio Romano. El despotismo tiránico está ejemplificado por Idi Amin, quien tomó el poder sobre Uganda mediante un golpe militar en 1971 y gobernó brutalmente el país con poder absoluto durante ocho años.
Oligarquía y fascismo
Una oligarquía es un tipo de gobierno autocrático en el que un pequeño grupo de élites controla una nación, ya sea directamente a través de posiciones de poder del gobierno o mediante la riqueza y la influencia que dicta lo que hace el gobierno. Actualmente, vemos un ejemplo de oligarquía en Rusia. Un pequeño grupo de multimillonarios ejerce el control sobre la mayoría de las industrias, dándoles influencia y poder sobre la economía y el gobierno rusos.
Nuestro último tipo de autocracia es el fascismo. En el fascismo, una ideología política y el partido o los líderes que defienden esta ideología se convierten en el poder supremo de una nación. Una vez que tienen el control, generalmente lo mantienen mediante la represión violenta de cualquier oposición.
En muchos casos, los líderes fascistas llegan al poder a través de un movimiento político que involucra una forma extrema de nacionalismo. Esta creencia sobrepasa el simple patriotismo a la idea de que la nación de uno es superior a todas las demás. Este nacionalismo puede buscar aislar al país de la cooperación o interacción con otras naciones consideradas inferiores.
Una herramienta común de los fascistas cuando intentan hacerse con el poder es la propaganda. La propaganda es una campaña de comunicación destinada a obtener apoyo a través de respuestas emocionales y vincular la identidad individual a la identidad del grupo y su ideología. Una forma fascista de autocracia puede ser dirigida por un déspota, oligarcas o un partido político. Aunque el término solo se aplicó específicamente a Italia bajo el dictador fascista Benito Mussolini, un ejemplo más famoso de una autocracia de tipo fascista es la Alemania nazi bajo Adolf Hitler.
Resumen de la lección
Bien, ahora tomemos un momento o dos para revisar. Como aprendimos en esta lección, una autocracia es una forma de liderazgo donde todo el poder se concentra en manos de un solo líder o grupo gobernante. En algunas situaciones, como en el campo de batalla o durante un desastre, la autocracia es beneficiosa porque permite decisiones rápidas y una cadena de mando clara. En circunstancias ordinarias, sin embargo, la autocracia puede desmoralizar a un grupo al no valorar sus contribuciones, desestimar los consejos de los expertos y prohibir que las personas participen en las decisiones. A nivel nacional, la autocracia en el gobierno puede conducir a la tiranía cuando no hay controles sobre el poder de un líder.
Los tres tipos más comunes de autocracia son el despotismo, la oligarquía y el fascismo. El despotismo a veces se llama dictadura e involucra a todo el poder concentrado en un solo líder sin control. En una forma de Estado similar pero distinta, una oligarquía, el poder se concentra en manos de un pequeño grupo de élites gobernantes. Finalmente, el fascismo es una autocracia en la que los adherentes a una ideología política ejercen un control total, a menudo a través de la influencia del nacionalismo y la propaganda, siendo la propaganda la comunicación destinada a obtener apoyo a través de la emoción y conectar la identidad individual con la ideología dominante.