Biopolítica y Necropolítica: La Gestión de la Vida y la Muerte en el Capitalismo Tardío
Introducción: Del Biopoder al Poder sobre la Muerte
El pensamiento foucaultiano sobre biopolítica ha sido radicalmente ampliado por teóricos contemporáneos como Achille Mbembe, quien introduce el concepto de necropolítica para explicar cómo los regímenes contemporáneos no solo administran la vida, sino que deciden activamente qué poblaciones merecen morir. Este desarrollo teórico resulta fundamental para comprender las dinámicas del poder en el siglo XXI, donde la inclusión biopolítica de ciertos grupos sociales coexiste con la exclusión violenta de otros. La necropolítica no es simplemente un complemento de la biopolítica, sino su reverso oscuro: el poder soberano que Foucault creía superado resurge bajo nuevas formas en las guerras modernas, las fronteras militarizadas y las economías de muerte del capitalismo racial.
Mbembe desarrolla su teoría analizando contextos coloniales y postcoloniales, demostrando cómo el poder necropolítico opera mediante la creación de “zonas de muerte” donde ciertos cuerpos son reducidos a pura disponibilidad para la violencia. Los ejemplos abundan: desde los drones que asesinan “selectivamente” en Medio Oriente hasta las políticas migratorias que dejan morir a miles en el Mediterráneo, pasando por las favelas brasileñas donde el Estado delega el control territorial a narcotraficantes y milicias. Estos escenarios comparten una lógica común: la deshumanización sistemática de poblaciones enteras, convertidas en desechables para el orden global. La necropolítica no es un residuo arcaico, sino una tecnología de poder perfectamente adaptada al neoliberalismo, donde la muerte misma es mercantilizada.
Este marco teórico permite reinterpretar fenómenos aparentemente desconectados: la brutalidad policial contra comunidades racializadas, las maquilas donde trabajadores mueren por condiciones laborales inhumanas, o incluso la industria farmacéutica que prioriza ganancias sobre el acceso a medicamentos vitales. Todos estos casos revelan cómo el capitalismo tardío gestiona diferencialmente la vida y la muerte según cálculos de raza, clase y geopolítica. La pandemia de COVID-19 fue un laboratorio perfecto de esta lógica: mientras países ricos acaparaban vacunas, el Sur Global quedaba expuesto al virus, demostrando que la bioseguridad de unos se construye sobre la inseguridad de otros.
Necroeconomías: El Capitalismo como Máquina de Muerte
La necropolítica no opera solo mediante violencia directa, sino a través de sistemas económicos que normalizan la muerte como externalidad necesaria. El teórico franco-tunecino Hèla Yousfi analiza cómo las necroeconomías convierten la destrucción de vidas en un componente estructural de acumulación capitalista. Las industrias extractivistas son el ejemplo paradigmático: mineras que envenenan comunidades enteras, petroleras que aceleran el cambio climático, agronegocios que desertifican territorios. Estas economías de muerte no son anomalías, sino que requieren precisamente de poblaciones sacrificables para funcionar.
El trabajo precario globalizado ofrece otro caso de estudio. Desde los suicidios en las fábricas Foxconn hasta los repartidores de apps que mueren en accidentes laborales sin protección social, el capitalismo plataformizado ha perfeccionado la artesanía de la muerte administrada. La filósofa feminista Silvia Federici señala cómo esta lógica afecta especialmente a las mujeres: las trabajadoras domésticas sin derechos, las maquiladoras expuestas a tóxicos, las migrantes en rutas de trata. La necropolítica tiene género, raza y clase: mata selectivamente, y lo hace siguiendo patrones históricos de colonialismo y patriarcado.
Las finanzas globales constituyen quizás la forma más abstracta y letal de necroeconomía. Los fondos buitre que especulan con deudas soberanas, los bancos que financian industrias bélicas, los paraísos fiscales que drenan recursos de países pobres: todo esto configura un sistema donde la acumulación de capital requiere sistemáticamente de vidas truncadas. El teórico camerunés Jean Marc Ela lo denomina “la colonialidad del poder financiero”, mostrando cómo el sistema monetario internacional actual perpetúa relaciones de dominación que condenan a pueblos enteros a la miseria estructural.
Resistencias Necropolíticas: Cuerpos que Desafían la Muerte Administrada
Frente a este panorama aparentemente desesperanzador, emergen en todo el mundo formas de resistencia que reivindican la vida en medio de las maquinarias de muerte. Los movimientos abolicionistas contra el sistema carcelario, encabezados por pensadoras como Angela Davis y Ruth Wilson Gilmore, muestran cómo la lucha contra las prisiones es en realidad una lucha contra la necropolítica estatal. Estos activismos no solo denuncian la violencia policial, sino que construyen alternativas comunitarias de justicia que rechazan la lógica punitiva.
En América Latina, las luchas de las Madres de Plaza de Mayo en Argentina o las mujeres de Juárez en México han convertido el duelo en acción política, exigiendo justicia para hijos e hijas desaparecidos. Su consigna “Ni una menos” sintetiza una ética radical frente a la necropolítica: la negativa a aceptar cualquier muerte como normal o inevitable. Estas movilizaciones maternas han inspirado formas novedosas de activismo donde el cuidado se vuelve gesto subversivo frente a Estados que abandonan a sus ciudadanos.
Las comunidades indígenas ofrecen quizás los ejemplos más potentes de resistencia necropolítica. La defensa del territorio que llevan a cabo pueblos como los mapuches en Chile o los standing rock sioux en Estados Unidos no es solo una lucha por recursos: es un desafío epistémico a la lógica extractivista que reduce la tierra a mercancía y la vida a costo de producción. Su cosmovisión, que entiende a humanos y naturaleza como una red interdependiente, constituye un antídoto filosófico contra las necroeconomías capitalistas.
Incluso en el arte encontramos resistencias creativas a la necropolítica. Las performances de Teresa Margolles, que utiliza restos humanos de víctimas de violencia en México, o los cantos de las presas políticas palestinas en cárceles israelíes, demuestran cómo el arte puede ser espacio de duelo colectivo y denuncia. Estas prácticas no solo documentan la violencia, sino que reafirman la humanidad de quienes el poder intenta borrar.
Hacia una Política de la Vida Plena: Alternativas al Régimen Necropolítico
El desafío teórico y práctico que plantea la necropolítica es inmenso: ¿cómo construir sociedades donde ninguna vida sea prescindible? Las alternativas deben ser tan sistémicas como el problema. El economista senegalés Felwine Sarr propone “descolonizar el imaginario económico”, rechazando el crecimiento infinito como paradigma y recuperando nociones africanas de economía comunitaria. Su trabajo con el economista francés Thomas Piketty explora cómo redistribuir radicalmente recursos para cerrar las brechas que convierten a algunos en matables.
En el plano jurídico, conceptos como el “ecocidio” (propuesto por Polly Higgins) buscan tipificar como crimen internacional la destrucción masiva de ecosistemas. Esto representaría un cambio paradigmático: dejar de ver la naturaleza como recurso explotable para reconocerla como sujeto de derechos. Países como Ecuador y Nueva Zelanda ya han dado pasos en esta dirección con sus constituciones ecocéntricas.
Las ciudades santuario para migrantes muestran otra faceta de esta política de la vida. Al desafiar leyes nacionales de inmigración, municipios como Barcelona o Nueva York protegen activamente a indocumentados, creando redes de solidaridad que sustituyen al Estado excluyente. Estas experiencias demuestran que otra gestión de la vida es posible, basada en la hospitalidad radical más que en la seguridad necropolítica.
Finalmente, las economías feministas del cuidado, teorizadas por autoras como Amaia Pérez Orozco, proponen reorganizar la producción social alrededor del sostenimiento de la vida y no de la acumulación. Sus propuestas – desde rentas básicas hasta sistemas de cuidados comunitarios – apuntan a desmercantilizar la existencia humana, sacándola de la lógica del cálculo necropolítico.
La tarea es enorme, pero como muestran estas luchas y alternativas, la necropolítica no es destino. Frente al poder que decide quién merece vivir y quién puede morir, se alzan cada día prácticas que afirman simple y revolucionariamente: toda vida es invaluable.
Articulos relacionados
- Epitelio de Transición: Estructura, Función y Relevancia Clínica
- Avances Tecnológicos en el Estudio de las Células Gliales: Revolucionando la Neurociencia
- Células Gliales en los Trastornos Neurológicos y Psiquiátricos: Mecanismos y Oportunidades Terapéuticas
- Células Gliales en los Procesos de Reparación y Regeneración Neural
- Interacciones Neurogliales en el Desarrollo del Sistema Nervioso
- Células Gliales y el Sistema Nervioso Periférico: Funciones Especializadas y Patologías
- Plasticidad Glial: El Papel Dinámico de las Células Gliales en el Aprendizaje y la Memoria
- Comunicación Neuronal-Glial: Un Diálogo Esencial para la Función Cerebral
- La Importancia de las Células Gliales en las Enfermedades Neurodegenerativas
- Tipos de Células Gliales y Sus Funciones en el Sistema Nervioso