¿Cómo influyó el existencialismo en la literatura del siglo XX?

Publicado el 5 junio, 2025 por Rodrigo Ricardo

El existencialismo como corriente filosófica y literaria

El existencialismo surgió como una de las corrientes filosóficas más influyentes del siglo XX, cuestionando la naturaleza de la existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual. Su impacto en la literatura fue profundo, ya que muchos escritores adoptaron sus premisas para explorar temas como la angustia, el absurdo, la alienación y la búsqueda de significado en un mundo carente de certezas absolutas. Autores como Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Franz Kafka y Simone de Beauvoir utilizaron la narrativa para plasmar las ideas existencialistas, creando obras que siguen siendo estudiadas por su profundidad psicológica y su reflexión sobre la condición humana.

La literatura existencialista no se limitó a un solo género o estilo, sino que abarcó novelas, obras de teatro y ensayos, siempre con un enfoque en la experiencia subjetiva del individuo. A diferencia de otras corrientes literarias, el existencialismo no buscaba simplemente entretener, sino provocar una reflexión crítica en el lector. Este artículo analizará cómo el existencialismo transformó la literatura del siglo XX, examinando sus principales exponentes, temas recurrentes y su legado en la narrativa contemporánea.

Los fundamentos filosóficos del existencialismo y su traslación a la literatura

El existencialismo se caracteriza por su énfasis en la libertad individual y la responsabilidad del ser humano frente a un universo que carece de un propósito predeterminado. Filósofos como Søren Kierkegaard, Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre sentaron las bases de este movimiento, argumentando que la existencia precede a la esencia, es decir, que los seres humanos no nacen con un destino fijo, sino que deben construir su propio significado a través de sus acciones. Esta idea revolucionaria tuvo un impacto directo en la literatura, donde los personajes comenzaron a ser representados como seres autónomos, enfrentados a decisiones morales complejas y a la inherente soledad de su condición.

En obras como El extranjero de Albert Camus, el protagonista, Meursault, encarna la indiferencia ante un mundo absurdo, mostrando cómo la falta de significado puede llevar tanto a la liberación como a la desesperación. Por otro lado, La náusea de Sartre explora la percepción de la realidad como algo opresivo y caótico, donde el individuo debe encontrar su propio camino sin la guía de dogmas religiosos o sociales. Estos textos no solo reflejan las ideas filosóficas del existencialismo, sino que también innovaron en técnicas narrativas, utilizando monólogos interiores, estructuras no lineales y un lenguaje directo que priorizaba la autenticidad sobre el estilo ornamental.

Principales autores existencialistas y su contribución a la literatura

Entre los escritores más destacados del existencialismo literario se encuentran Jean-Paul Sartre, Albert Camus y Simone de Beauvoir, cuyas obras exploraron temas como la libertad, la moral y la identidad. Sartre, con obras como El ser y la nada y A puerta cerrada, desarrolló la idea de que el ser humano está condenado a ser libre, lo que implica una responsabilidad absoluta sobre sus actos. Su literatura, al igual que su filosofía, rechazaba cualquier forma de determinismo, presentando personajes que debían enfrentarse a dilemas éticos sin respuestas claras.

Albert Camus, aunque a menudo se distanció de la etiqueta de “existencialista”, abordó en sus obras el concepto del absurdo, particularmente en El mito de Sísifo, donde argumenta que la vida carece de sentido intrínseco, pero que el ser humano debe rebelarse contra esta realidad encontrando su propia felicidad. La peste, otra de sus novelas fundamentales, utiliza una epidemia como metáfora de la lucha humana contra el sufrimiento y la muerte, temas centrales en el pensamiento existencialista.

Simone de Beauvoir, por su parte, aplicó el existencialismo al feminismo en El segundo sexo, analizando cómo la sociedad construye la identidad de la mujer como “lo otro”. Su enfoque influyó en generaciones posteriores de escritoras que exploraron la autonomía femenina en un mundo dominado por estructuras patriarcales.

Temas recurrentes en la literatura existencialista

La literatura existencialista se caracteriza por una serie de temas recurrentes que reflejan las preocupaciones filosóficas del movimiento. Uno de los más importantes es la angustia (angoisse), entendida como la conciencia de la libertad y la responsabilidad absoluta. En Las moscas de Sartre, el personaje de Orestes experimenta esta angustia al decidir vengar a su padre, asumiendo las consecuencias de sus actos en un mundo sin justicia divina.

Otro tema central es el absurdo, presente en obras como El proceso de Franz Kafka, donde el protagonista, Josef K., se ve envuelto en un sistema judicial incomprensible que simboliza la irracionalidad de la existencia. La alienación también es un elemento clave, especialmente en personajes que se sienten desconectados de la sociedad, como en Bartleby, el escribiente de Herman Melville, un texto que anticipó muchas ideas existencialistas.

Finalmente, la búsqueda de autenticidad es un tema recurrente, donde los personajes deben elegir entre seguir convenciones sociales o vivir de acuerdo con sus propios valores. Este conflicto se ve claramente en Los demonios de Fiódor Dostoievski, una influencia temprana para los existencialistas, donde personajes como Stavrogin encarnan la crisis moral del individuo moderno.

El legado del existencialismo en la literatura contemporánea

Aunque el existencialismo como movimiento filosófico alcanzó su auge a mediados del siglo XX, su influencia sigue presente en la literatura contemporánea. Autores como Michel Houellebecq, Haruki Murakami y Paul Auster han retomado temas existencialistas en sus obras, explorando la soledad, la falta de sentido y la crisis de identidad en la sociedad posmoderna.

Además, el existencialismo sentó las bases para otras corrientes literarias, como el postmodernismo y la literatura del absurdo, que continuaron cuestionando las estructuras tradicionales de narrativa y significado. Su énfasis en la subjetividad y la introspección también influyó en el desarrollo de la novela psicológica, donde el enfoque en la mente del personaje se volvió central.

En conclusión, el existencialismo no solo transformó la filosofía, sino que redefinió la literatura del siglo XX, introduciendo temas y técnicas narrativas que siguen siendo relevantes hoy. Su exploración de la libertad, la angustia y el absurdo continúa resonando en lectores que buscan comprender la complejidad de la existencia humana.

Críticas al existencialismo literario y su recepción en el mundo académico

A pesar de su influencia, el existencialismo literario no estuvo exento de críticas. Algunos académicos argumentaron que su enfoque en la angustia individual y la negación de estructuras sociales más amplias lo convertía en una filosofía pesimista y limitante. Los críticos marxistas, como György Lukács, señalaron que el existencialismo ignoraba las condiciones materiales y económicas que determinan la existencia humana, centrándose demasiado en la subjetividad y descuidando el análisis de las estructuras de poder. Además, la literatura existencialista fue acusada de promover un nihilismo peligroso, al sugerir que la vida carece de significado intrínseco y que toda moral es relativa.

Otra crítica recurrente fue la supuesta falta de diversidad en los autores existencialistas canónicos, dominados por figuras europeas masculinas como Sartre, Camus y Kafka. Aunque Simone de Beauvoir introdujo una perspectiva feminista, muchas voces marginadas—como las de escritores coloniales o autores no occidentales—quedaron fuera del movimiento principal. Sin embargo, en décadas recientes, estudios poscoloniales y de género han reevaluado el existencialismo, encontrando resonancias en autores como Frantz Fanon, quien exploró la alienación racial desde una perspectiva existencial en Piel negra, máscaras blancas.

A pesar de estas críticas, el existencialismo siguió siendo un marco teórico relevante en los estudios literarios, especialmente en el análisis de personajes atormentados por la libertad y la búsqueda de identidad. Su énfasis en la autenticidad y la responsabilidad individual también influyó en movimientos como el teatro del absurdo (Beckett, Ionesco) y la novela postmoderna, demostrando su capacidad para adaptarse a nuevos contextos culturales.


Análisis de obras clave: De Kafka a Camus

Para comprender plenamente el impacto del existencialismo en la literatura, es esencial examinar algunas obras fundamentales que encapsulan sus ideas. El proceso (1925) de Franz Kafka, por ejemplo, presenta a Josef K., un hombre arrestado y juzgado por un crimen que nunca le es revelado. La narrativa kafkiana, con su burocracia opresiva y su falta de lógica, refleja el absurdo existencialista: el individuo atrapado en un sistema que no puede comprender ni controlar. La sensación de impotencia y paranoia del protagonista anticipa temas que Sartre y Camus desarrollarían décadas después.

En El extranjero (1942), Albert Camus lleva el absurdo a su expresión más pura. Meursault, el protagonista, no llora en el funeral de su madre, mata a un hombre sin motivo aparente y acepta su condena a muerte con indiferencia. Su falta de emociones convencionales desafía las expectativas sociales, cuestionando qué significa realmente “ser humano”. Camus no solo critica la hipocresía de la moral tradicional, sino que también explora la libertad radical: Meursault, al final, encuentra paz al aceptar el universo indiferente que lo rodea.

Por otro lado, La náusea (1938) de Jean-Paul Sartre es una novela filosófica que dramatiza la crisis existencial de Antoine Roquentin, quien descubre que la realidad carece de esencias fijas. La famosa escena en la que Roquentin observa la raíz de un castaño y percibe la “náusea” de la existencia pura—sin justificación ni propósito—ilustra el horror ante la libertad absoluta. A diferencia de Camus, Sartre no propone una reconciliación con el absurdo, sino una acción comprometida: el ser humano debe inventar su propio significado a través de la elección y el compromiso político.

Estas obras, entre otras, demuestran cómo el existencialismo literario no fue un movimiento homogéneo, sino un diálogo plural sobre la condición humana. Mientras Kafka enfatizaba la alienación moderna, Camus buscaba una ética de la rebeldía, y Sartre abogaba por la responsabilidad política.


El existencialismo fuera de Europa: Influencias globales y reinterpretaciones

Aunque el existencialismo se asocia comúnmente con Europa, su impacto trascendió fronteras, inspirando a escritores en América Latina, África y Asia. En Japón, Kōbō Abe—autor de La mujer de la arena (1962)—exploró temas como el aislamiento y la pérdida de identidad en entornos urbanos deshumanizantes, con un estilo que combinaba el absurdo kafkiano con reflexiones propias del budismo zen. Su obra cuestionaba si la libertad existencialista era posible en una sociedad altamente regulada.

En América Latina, autores como Julio Cortázar (Rayuela, 1963) y Ernesto Sabato (El túnel, 1948) incorporaron elementos existencialistas en sus narrativas fragmentadas y protagonistas obsesivos. Juan Rulfo, con Pedro Páramo (1955), llevó el tema de la búsqueda de identidad a un contexto rural mexicano, donde los personajes vagan en un paisaje fantasmagórico que simboliza la imposibilidad de escapar del pasado.

África también produjo obras con resonancias existencialistas, como El devorador de corazones de Williams Sassine, que aborda la alienación postcolonial. Estos ejemplos muestran que el existencialismo no fue un fenómeno exclusivamente europeo, sino una corriente adaptable a distintas realidades históricas y culturales.


Conclusión: El existencialismo como legado perdurable en la literatura

El existencialismo transformó la literatura del siglo XX al introducir preguntas radicales sobre la libertad, el significado y la autenticidad. Aunque surgió en un contexto marcado por las guerras mundiales y la crisis de la modernidad, su influencia persiste porque aborda dilemas universales: ¿Cómo vivir en un mundo sin certezas? ¿Qué nos hace humanos frente al absurdo?

Desde Kafka hasta Houellebecq, los escritores han utilizado sus herramientas para explorar la soledad, la angustia y la rebelión. Incluso hoy, en una era dominada por la tecnología y la globalización, las obras existencialistas siguen siendo leídas y discutidas, prueba de su profundidad y relevancia atemporal.

Si el siglo XX fue testigo de la explosión del existencialismo literario, el siglo XXI confirma que sus preguntas—aunque a veces incómodas—son necesarias para entender no solo la literatura, sino la experiencia humana misma.

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