Economía y Desarrollo en las Islas Canarias: De la Agricultura al Turismo Masivo

Publicado el 6 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: La Evolución Económica de un Archipiélago Atlántico

Las Islas Canarias han experimentado una profunda transformación económica desde la época prehispánica hasta la actualidad, pasando de ser una sociedad agrícola de subsistencia a convertirse en uno de los principales destinos turísticos del mundo. Este desarrollo no ha sido lineal ni exento de dificultades, sino marcado por ciclos de bonanza y crisis, dependencia exterior y búsqueda de modelos sostenibles. La economía canaria se ha basado históricamente en tres pilares fundamentales: la agricultura de exportación, el comercio marítimo por su posición estratégica y, desde mediados del siglo XX, el turismo masivo. Cada una de estas etapas ha dejado una huella imborrable en la estructura productiva, el paisaje y la sociedad isleña.

Durante la época aborigen, la economía guanche se basaba en el pastoreo (principalmente de cabras y ovejas) y en una agricultura rudimentaria de cereales como la cebada. Sin embargo, con la conquista castellana en el siglo XV, se introdujeron nuevos cultivos destinados a la exportación, como la caña de azúcar, que marcó el primer ciclo económico colonial. Posteriormente, el vino malvasía y la cochinilla se convirtieron en los principales productos de exportación, generando riqueza pero también dependencia de los mercados exteriores. El siglo XX trajo consigo el declive de la agricultura tradicional y el auge imparable del turismo, que hoy representa más del 35% del PIB canario.

Este artículo analizará en profundidad los diferentes modelos económicos que han configurado las Islas Canarias, examinando sus logros, sus crisis y los desafíos actuales, especialmente en un contexto de globalización y cambio climático que obliga a replantear el futuro económico del archipiélago.


La Economía Guanche: Subsistencia y Autarquía en un Medio Hostil

Antes de la llegada de los europeos, los guanches desarrollaron un sistema económico basado en la autosuficiencia, adaptado a las condiciones geográficas y climáticas de las islas. La economía era fundamentalmente agropecuaria, con una división clara entre las islas orientales (más áridas y dedicadas al pastoreo) y las occidentales (con mayor desarrollo agrícola). Los principales cultivos eran la cebada y el trigo, con los que elaboraban el gofio, alimento básico de su dieta. Las técnicas agrícolas incluían el uso de terrazas en laderas (especialmente en La Gomera y Gran Canaria) y el aprovechamiento de las zonas húmedas de medianías.

La ganadería, principalmente de cabras y ovejas, proporcionaba carne, leche y pieles, siendo un elemento central de la cultura guanche. La recolección de frutos silvestres, la pesca artesanal y la explotación de recursos forestales completaban este sistema de subsistencia. No existía el comercio entre islas ni con el exterior, lo que hacía de cada territorio una unidad económica autónoma. La propiedad de la tierra era comunal, y la organización social giraba en torno a clanes familiares que controlaban territorios específicos.

Este modelo entró en crisis con la conquista castellana, que introdujo nuevas especies animales y vegetales, sistemas de propiedad privada y una economía orientada a la exportación. Sin embargo, algunos elementos de la economía guanche, como el cultivo en terrazas o el consumo de gofio, han perdurado hasta la actualidad como parte del patrimonio cultural canario.


La Era del Azúcar (Siglos XV-XVI): Primer Ciclo Exportador

Tras la conquista, los colonizadores implantaron en Canarias el modelo económico que ya habían desarrollado en Madeira: la plantación de caña de azúcar con mano de obra esclava. Este cultivo, introducido en Gran Canaria y Tenerife, transformó radicalmente el paisaje y la sociedad isleña. Se construyeron ingenios azucareros (pequeñas fábricas para procesar la caña) en zonas costeras con acceso a agua, como Agaete, Gáldar o La Orotava. El azúcar canario se exportaba principalmente a Flandes, Inglaterra y el Mediterráneo, generando grandes beneficios para los colonos y mercaderes europeos.

Sin embargo, este primer ciclo económico entró en decadencia a mediados del siglo XVI debido a varios factores: la competencia del azúcar brasileño (producido con costes más bajos), el agotamiento de los suelos y la escasez de agua. Muchos ingenios cerraron o se reconvirtieron, y la economía canaria tuvo que buscar alternativas. A pesar de su corta duración, la era del azúcar dejó un legado importante: la introducción del sistema de plantación con esclavos, la especialización en monocultivos de exportación y la dependencia de los mercados internacionales, características que marcarían la economía canaria durante siglos.


El Ciclo del Vino Malvasía (Siglos XVI-XVIII): Esplendor y Crisis

Tras el declive del azúcar, el vino se convirtió en el principal producto de exportación de Canarias, especialmente la variedad malvasía, muy apreciada en Inglaterra y Europa del Norte. Los viñedos se expandieron por las laderas de Tenerife, La Palma y Gran Canaria, creando un paisaje característico de terrazas y bodegas. El comercio del vino atrajo a mercaderes ingleses, que establecieron factorías en puertos como Garachico y Santa Cruz de Tenerife.

Este ciclo económico tuvo su apogeo en el siglo XVII, pero comenzó a declinar debido a las restricciones comerciales impuestas por la Corona española, la competencia de los vinos portugueses y, finalmente, las plagas de oídio y filoxera que arrasaron los viñedos en el siglo XIX. A pesar de ello, la cultura del vino dejó una profunda huella en Canarias, con bodegas históricas que aún hoy producen caldos de calidad, especialmente en denominaciones como Tacoronte-Acentejo o La Geria (Lanzarote).


Siglo XIX: La Cochinilla y la Crisis Finisecular

En el siglo XIX, las Islas Canarias encontraron un nuevo producto de exportación: la cochinilla, un insecto parásito de las tuneras del que se extraía un tinte rojo muy valorado en la industria textil europea. Este cultivo, que requería poca agua y mucha mano de obra, se expandió rápidamente por Lanzarote, Fuerteventura y zonas bajas de Gran Canaria. La cochinilla generó una breve época de prosperidad, especialmente durante la Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865), cuando escaseó el algodón y aumentó la demanda de tintes.

Sin embargo, la invención de los colorantes sintéticos en la década de 1870 provocó el colapso del mercado de la cochinilla, sumiendo a Canarias en una grave crisis económica. A esto se sumó la pérdida de los mercados americanos tras las independencias y las epidemias de cólera que asolaron las islas. La respuesta fue una masiva emigración hacia Cuba y Venezuela, que se convirtió en un fenómeno estructural de la sociedad canaria hasta bien entrado el siglo XX.


El Turismo como Motor Económico (Siglo XX-XXI)

El despegue turístico de Canarias comenzó en los años 1960, impulsado por el “milagro económico” español y la creciente demanda europea de sol y playa. Las islas ofrecían un clima privilegiado, paisajes exóticos y una ubicación cercana a Europa, lo que atrajo inversiones masivas en infraestructuras hoteleras. Los primeros núcleos turísticos se desarrollaron en el sur de Tenerife (Los Cristianos) y Gran Canaria (Maspalomas), expandiéndose luego a Lanzarote y Fuerteventura.

Hoy, el turismo representa más del 35% del PIB canario y emplea al 40% de la población activa. Sin embargo, este modelo ha generado también problemas: saturación urbanística, dependencia económica, presión sobre los recursos naturales y estacionalidad. Los desafíos actuales incluyen la diversificación hacia un turismo más sostenible, el fomento de otros sectores como las energías renovables y la economía azul, y la adaptación al cambio climático, que amenaza con alterar los ecosistemas insulares.


Conclusión: Hacia un Modelo Económico Sostenible

La historia económica de Canarias muestra una constante adaptación a los ciclos globales, desde el azúcar hasta el turismo. El futuro pasa por reducir la dependencia del monocultivo turístico, potenciar sectores emergentes como las tecnologías marinas o la agricultura ecológica, y preservar los recursos naturales que son la base de su identidad y su economía. El reto es grande, pero las islas han demostrado a lo largo de su historia una notable capacidad de resiliencia y reinvención.

Author

Rodrigo Ricardo

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