El Conservadurismo en América Latina: Manifestaciones y Desafíos Regionales

Publicado el 14 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Raíces Históricas del Pensamiento Conservador Latinoamericano

El conservadurismo en América Latina tiene profundas raíces que se remontan al período colonial y a las luchas independentistas del siglo XIX. A diferencia de su contraparte europea, que surgió como reacción a la Revolución Francesa, el conservadurismo latinoamericano se desarrolló en el contexto de sociedades altamente estratificadas donde la Iglesia Católica ejercía un papel protagónico como institución unificadora. Durante el siglo XIX, los conservadores latinoamericanos, representados por figuras como Lucas Alamán en México o Juan Manuel de Rosas en Argentina, defendían la preservación del orden colonial en lo social y religioso, aunque aceptaban la independencia política. Su proyecto consistía en construir Estados nacionales fuertes que mantuvieran las jerarquías tradicionales frente al liberalismo radical que promovía modelos más igualitarios inspirados en Estados Unidos y Francia. Esta tensión entre liberales y conservadores marcó la política regional durante décadas, con guerras civiles que frecuentemente enfrentaban a elites urbanas ilustradas contra sectores rurales tradicionales.

El conservadurismo decimonónico latinoamericano se caracterizó por su defensa del centralismo político, el catolicismo como religión oficial y la propiedad terrateniente como base del orden económico. Sin embargo, a diferencia del conservadurismo europeo, carecía de una base intelectual sofisticada, apoyándose más en el poder fáctico de la Iglesia y los grandes hacendados que en elaborados sistemas filosóficos. Esta debilidad doctrinal lo hacía vulnerable ante los embates del liberalismo, que terminó imponiéndose en la mayoría de los países hacia fines del siglo XIX, aunque frecuentemente incorporando elementos conservadores en lo social. El resultado fue un peculiar mestizaje ideológico donde las formas republicanas convivían con estructuras sociales profundamente desiguales y tradicionales, una dualidad que sigue marcando a la región hasta hoy. Este período histórico es crucial para entender por qué el conservadurismo latinoamericano contemporáneo tiene características únicas que lo diferencian tanto del europeo como del estadounidense.

El Siglo XX: Conservadurismo entre Revoluciones y Dictaduras

El siglo XX presentó desafíos existenciales para el conservadurismo latinoamericano, obligándolo a adaptarse a realidades políticas radicalmente nuevas. La Revolución Mexicana (1910-1920) marcó un punto de inflexión al demostrar el poder movilizador de las masas y la vulnerabilidad del orden tradicional. En las décadas siguientes, el avance de movimientos populistas como el peronismo en Argentina, el varguismo en Brasil o el aprismo en Perú forzó a los sectores conservadores a redefinir su estrategia. Frente a líderes carismáticos que combinaban discurso nacionalista con políticas sociales, las elites tradicionales oscilaron entre la resistencia abierta y la cooptación selectiva de elementos populistas. Este período también vio el surgimiento de un conservadurismo modernizador representado por figuras como Eduardo Frei Montalva en Chile, que buscaba conciliar valores tradicionales con reformas sociales moderadas para contener el avance del marxismo.

Las décadas de 1960 y 1970 marcaron otro giro crucial con el auge de gobiernos militares que, aunque represivos en lo político, frecuentemente implementaban políticas económicas modernizadoras. Regímenes como los de Augusto Pinochet en Chile o la dictadura brasileña combinaron represión anticomunista con tecnócratas formados en universidades estadounidenses, creando una peculiar alianza entre seguridad nacional y neoliberalismo que dejaría una profunda huella en el conservadurismo regional. Sin embargo, esta etapa también generó tensiones internas, particularmente entre sectores católicos tradicionales (muchos de ellos influenciados por la Teología de la Liberación) y los nuevos tecnócratas promercado. El colapso de estas dictaduras hacia los años 80 obligó al conservadurismo latinoamericano a reinventarse en contextos democráticos, dando paso a partidos como el PAN en México o la UDI en Chile que buscaban preservar valores tradicionales mediante mecanismos electorales.

El Conservadurismo en el Siglo XXI: Pentecostalismo, Populismo y Nuevas Derechas

El panorama conservador contemporáneo en América Latina presenta características notablemente diferentes a las de épocas pasadas, reflejando cambios profundos en la sociedad regional. Uno de los fenómenos más significativos ha sido el auge del movimiento evangélico, particularmente pentecostal, que ha desplazado en parte a la Iglesia Católica como eje del conservadurismo social. Líderes como Javier Milei en Argentina o grupos como la bancada evangélica en Brasil representan esta nueva fuerza que combina moralismo tradicional con retórica antiestablishment y, en muchos casos, apoyo a políticas económicas liberales. Este conservadurismo pentecostal ha demostrado una notable capacidad para conectar con sectores populares que antes apoyaban a la izquierda, particularmente en temas como la oposición al aborto o la ideología de género, reconfigurando el mapa político de países como Brasil, donde evangelicos fueron clave en la elección de Jair Bolsonaro.

Paralelamente, hemos visto el surgimiento de nuevas derechas populistas que, aunque comparten algunos valores con el conservadurismo tradicional, introducen elementos disruptivos. Figuras como Nayib Bukele en El Salvador combinan mano dura contra el crimen con uso de redes sociales y retórica antisistema, atrayendo a jóvenes urbanos que normalmente rechazarían el conservadurismo más rancio. Esta evolución plantea interrogantes sobre si estamos ante un verdadero renacimiento conservador o más bien ante fenómenos posideológicos donde lo importante es el estilo más que el contenido programático. Lo cierto es que el conservadurismo latinoamericano actual es mucho más diverso y menos institucional que el del siglo pasado, con think tanks, influencers digitales y megapastores jugando roles tan importantes como los partidos políticos tradicionales. Este cambio tiene implicaciones profundas para el futuro de la democracia en la región, ya que algunos de estos nuevos actores muestran escaso respeto por las normas liberales cuando chocan con sus objetivos.

Desafíos y Paradojas del Conservadurismo Latinoamericano Actual

El conservadurismo latinoamericano enfrenta hoy una serie de paradojas que dificultan su consolidación como fuerza política coherente. Por un lado, su defensa de la familia tradicional choca con realidades sociales cambiantes, como el aumento de hogares monoparentales y la aceptación creciente del matrimonio igualitario en sectores urbanos. Por otro, su alianza con el neoliberalismo económico (especialmente en países como Chile o Colombia) le ha granjeado la oposición de amplios sectores populares que asocian estas políticas con mayor desigualdad. Además, el conservadurismo regional debe navegar la tensión entre su retórica nacionalista y su frecuente alineamiento con los intereses de Estados Unidos, una contradicción que actores como López Obrador en México han explotado hábilmente. Estas tensiones se ven agravadas por el hecho de que, a diferencia de Europa o Estados Unidos, América Latina carece de una robusta tradición intelectual conservadora capaz de generar ideas adaptadas a la realidad regional.

Otro desafío clave es la relación con la religión. Mientras el catolicismo pierde influencia (especialmente entre jóvenes), el avance evangélico ofrece oportunidades pero también riesgos, ya que algunas iglesias pentecostales promueven formas de espiritualidad muy individualistas que poco tienen que ver con el comunitarismo tradicional católico. Al mismo tiempo, el conservadurismo latinoamericano lucha por conectar con generaciones más jóvenes que, aunque puedan rechazar el progresismo cultural, tampoco se identifican con las formas más rígidas de la moral tradicional. La solución a estos dilemas probablemente determinará si el conservadurismo regional logra trascender su actual condición de movimiento reactivo para convertirse en una fuerza capaz de ofrecer una visión positiva y viable para el futuro de la región. Lo que parece claro es que las viejas fórmulas ya no funcionan en un continente donde la pobreza, la violencia y la desconfianza institucional crean un caldo de cultivo tanto para el populismo de izquierda como para nuevas expresiones de derecha.

Articulos relacionados