¿Existen Ejemplos de Populismo Exitoso en la Historia?

Publicado el 27 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

El populismo ha sido una fuerza política recurrente a lo largo de la historia, con líderes que han logrado movilizar a las masas mediante discursos emocionales, promesas de cambio y la confrontación con las élites tradicionales. Sin embargo, su éxito depende de cómo se defina: ¿éxito en términos de popularidad, transformación económica o consolidación del poder? A lo largo de este análisis, exploraremos casos históricos donde el populismo ha tenido resultados significativos, tanto positivos como negativos, evaluando sus logros y sus consecuencias a largo plazo.

1. El populismo en América Latina: El caso de Juan Domingo Perón en Argentina

Juan Domingo Perón es uno de los ejemplos más emblemáticos del populismo latinoamericano. Gobernó Argentina en tres periodos (1946-1955, 1973-1974) y su movimiento, el peronismo, sigue siendo una fuerza política dominante en el país. Perón llegó al poder con un discurso que combinaba nacionalismo, justicia social y antiimperialismo, atrayendo a la clase trabajadora, los sindicatos y los sectores más pobres. Su política se basó en la redistribución de la riqueza, la industrialización por sustitución de importaciones y la ampliación de derechos laborales, como el aguinaldo y las vacaciones pagadas.

Sin embargo, el éxito de Perón es controvertido. Aunque logró mejorar las condiciones de vida de los trabajadores en el corto plazo, su modelo económico dependía en gran medida del control estatal y del gasto público, lo que generó inflación y crisis fiscales recurrentes. Además, su estilo de gobierno autoritario y la persecución a opositores dejaron un legado de polarización política. A pesar de esto, el peronismo demostró ser un movimiento duradero, adaptándose a diferentes contextos y manteniendo una base electoral fiel. Su éxito radicó en su capacidad para construir una identidad política alrededor de la figura de Perón y su esposa, Eva Perón, convirtiéndose en un símbolo de lucha contra las élites tradicionales.

Otro aspecto clave del peronismo fue su habilidad para integrar a sectores marginados en la vida política, algo que muchos movimientos populistas han replicado. Sin embargo, su dependencia del liderazgo carismático y la falta de instituciones sólidas llevaron a ciclos de inestabilidad. En definitiva, el caso de Perón muestra que el populismo puede ser exitoso en términos de movilización y legitimidad popular, pero no siempre garantiza sostenibilidad económica o democracia estable.

2. El New Deal de Franklin D. Roosevelt: ¿Populismo progresista en Estados Unidos?

Franklin D. Roosevelt (FDR) es frecuentemente citado como un ejemplo de populismo exitoso, aunque su gobierno también puede interpretarse dentro del progresismo estadounidense. Su presidencia (1933-1945) coincidió con la Gran Depresión, una crisis económica sin precedentes que demandaba soluciones audaces. El New Deal fue un conjunto de políticas económicas y sociales destinadas a reactivar la economía, reducir el desempleo y proteger a los más vulnerables. Programas como la Seguridad Social, el salario mínimo y grandes obras públicas marcaron un antes y después en el rol del Estado en la economía.

Roosevelt utilizó un lenguaje populista, presentándose como el defensor del “hombre común” frente a la codicia de los banqueros y las grandes corporaciones. Sus famosos “Fireside Chats” (Charlas junto al fuego) le permitieron conectar directamente con los ciudadanos, generando una imagen de cercanía y empatía. Este enfoque no solo le valió una reelección sin precedentes (cuatro mandatos), sino que también transformó el Partido Demócrata en la fuerza política de las clases trabajadoras y las minorías.

A diferencia de otros populismos, el de Roosevelt se sustentó en reformas institucionales duraderas, como la creación de agencias reguladoras y sistemas de protección social. Sin embargo, algunos críticos argumentan que su gobierno también tuvo rasgos autoritarios, como el intento de ampliar la Corte Suprema para asegurar decisiones favorables. A largo plazo, el New Deal sentó las bases del Estado de bienestar en EE.UU., demostrando que el populismo, cuando se combina con políticas estructuradas, puede tener efectos positivos en la estabilidad social.

3. Getúlio Vargas y el populismo en Brasil: Entre el desarrollo y el autoritarismo

Getúlio Vargas, quien gobernó Brasil en dos periodos (1930-1945 y 1951-1954), es otro caso paradigmático del populismo latinoamericano. Su gobierno se caracterizó por un fuerte nacionalismo económico, la centralización del poder y la creación de un Estado benefactor. Durante su mandato, se implementaron políticas como la Consolidación de las Leyes Laborales (CLT), que estableció derechos básicos para los trabajadores, y se promovió la industrialización a través de empresas estatales como Petrobras.

Vargas supo capitalizar el descontento popular contra las élites agrarias y la influencia extranjera, posicionándose como el “padre de los pobres”. Sin embargo, su estilo de gobierno osciló entre la democracia y el autoritarismo: en 1937 instauró el Estado Novo, un régimen de corte fascista que censuró la prensa y persiguió opositores. A pesar de esto, su legado sigue siendo valorado en Brasil por haber modernizado la economía y fortalecido la identidad nacional.

El populismo de Vargas, al igual que el de Perón, mostró que es posible lograr avances sociales bajo un liderazgo fuerte, pero también evidenció los riesgos de la concentración de poder. Su suicidio en 1954, tras una crisis política, marcó el fin de una era, pero su influencia perduró en figuras posteriores como Lula da Silva.

Conclusión: ¿Puede el populismo ser exitoso?

Los casos analizados muestran que el populismo ha tenido momentos de éxito en términos de movilización política y reformas sociales. Sin embargo, su dependencia de líderes carismáticos y su tendencia al conflicto institucional suelen generar inestabilidad a largo plazo. Mientras que algunos, como Roosevelt, lograron combinar populismo con instituciones sólidas, otros, como Perón y Vargas, dejaron legados más ambiguos. En última instancia, el éxito del populismo depende de su capacidad para transformar su retórica en políticas sostenibles sin caer en el autoritarismo.

Articulos relacionados