La Autoridad Espiritual vs. La Autoridad Terrenal: Un Enfoque Bíblico

Publicado el 10 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

El Conflicto Entre Dos Reinos

Desde el principio de los tiempos, ha existido una tensión inherente entre la autoridad espiritual, establecida por Dios, y la autoridad terrenal, ejercida por los gobernantes humanos. Este conflicto no es simplemente un tema teológico abstracto, sino una realidad que afecta la vida diaria de todo creyente. La Biblia aborda este tema de manera profunda, proporcionando principios claros sobre cómo debemos relacionarnos con ambas esferas de autoridad. En este estudio, exploraremos las diferencias entre estos dos tipos de gobierno, sus orígenes divinos y humanos, y cómo los cristianos debemos navegar en medio de esta dualidad sin comprometer nuestra fe.

Uno de los pasajes más relevantes sobre este tema se encuentra en Juan 18:36, donde Jesús declara ante Pilato: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” Esta afirmación establece una distinción clara entre el gobierno terrenal, representado por Pilato y el Imperio Romano, y el gobierno espiritual de Cristo, que trasciende las estructuras humanas. Sin embargo, esto no significa que los creyentes deban ignorar o rechazar por completo las autoridades terrenales. Por el contrario, la Biblia enseña en Romanos 13:1 que “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.” Esto nos lleva a una pregunta crucial: ¿Cómo debemos comportarnos cuando las leyes humanas entran en conflicto con los mandamientos divinos?

A lo largo de este artículo, analizaremos casos bíblicos que ilustran esta tensión, desde la desobediencia civil de los apóstoles en Hechos 5:29 hasta la sumisión de José al gobierno egipcio en Génesis 41. También reflexionaremos sobre cómo aplicar estos principios en la actualidad, especialmente en contextos donde los valores cristianos son desafiados por legislaciones contrarias a la fe.


El Origen de la Autoridad Terrenal en la Biblia

La autoridad terrenal no es un invento humano, sino una institución establecida por Dios para mantener el orden en la sociedad. Después del diluvio, en Génesis 9:6, Dios le dice a Noé: “El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” Este versículo marca el inicio de la delegación de autoridad judicial a los seres humanos, permitiéndoles administrar justicia bajo los principios divinos. Más adelante, en Romanos 13:4, Pablo describe a los gobernantes como “servidores de Dios para tu bien,” enfatizando que su función es promover la justicia y castigar el mal.

Sin embargo, la Biblia también registra numerosos ejemplos de gobiernos corruptos que se oponen a la voluntad de Dios. El faraón de Egipto (Éxodo 1-14), el rey Nabucodonosor (Daniel 3) y Herodes (Mateo 2) son figuras que abusaron de su poder y persiguieron al pueblo de Dios. Estos relatos nos enseñan que, aunque la autoridad terrenal tiene un propósito divino, su ejercicio puede ser distorsionado por el pecado. Por eso, los creyentes deben discernir cuándo obedecer y cuándo resistir, siempre guiados por la Palabra de Dios y la convicción del Espíritu Santo.

Un ejemplo clave de resistencia piadosa se encuentra en Daniel 6, donde Daniel desobedece el edicto real que prohibía orar a cualquier dios excepto al rey Darío. A pesar de las consecuencias mortales, Daniel prefirió mantener su lealtad a Dios antes que someterse a una ley injusta. Este episodio nos muestra que, aunque respetamos las instituciones humanas, nuestra obediencia final siempre debe ser hacia el Señor.


La Autoridad Espiritual: El Gobierno de Dios en la Vida del Creyente

Mientras que la autoridad terrenal se ejerce a través de leyes y gobernantes humanos, la autoridad espiritual proviene directamente de Dios y se manifiesta en Su Palabra, Su Espíritu y Su Iglesia. Mateo 28:18 declara: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra,” confirmando que Jesucristo es la máxima autoridad sobre todo lo creado. A diferencia de los sistemas políticos terrenales, que pueden cambiar según las circunstancias, el gobierno de Dios es eterno e inmutable (Salmo 93:2).

La Biblia también establece que los creyentes están bajo una nueva dimensión de autoridad: el Reino de Dios. Colosenses 1:13 dice: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.” Esto significa que, aunque vivimos en naciones gobernadas por sistemas terrenales, nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20). Por lo tanto, nuestra conducta debe reflejar los valores del Reino de Dios, incluso cuando entren en conflicto con las normas sociales o políticas.

Un ejemplo práctico de esto se ve en la vida de los primeros cristianos, quienes, a pesar de vivir bajo el dominio romano, priorizaron la predicación del Evangelio por encima de los decretos humanos (Hechos 4:18-20). Su valentía nos inspira a mantenernos firmes en la fe, sin importar las presiones externas. Hoy, los cristianos enfrentamos desafíos similares en temas como la libertad religiosa, la ética bíblica y la justicia social. ¿Cómo responder? Siguiendo el ejemplo de Pedro y Juan, quienes dijeron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hechos 4:19).


Conclusión: Viviendo en Sumisión a Dios en un Mundo Gobernado por Hombres

La tensión entre la autoridad espiritual y la terrenal no desaparecerá hasta que Cristo establezca Su Reino eterno. Mientras tanto, los creyentes estamos llamados a vivir en sabiduría, equilibrando nuestra obediencia a las leyes humanas con nuestra lealtad inquebrantable a Dios. 1 Pedro 2:16-17 resume este principio: “Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.”

En última instancia, nuestra guía es la Palabra de Dios, que nos enseña a ser luz en medio de las tinieblas (Mateo 5:14-16). Ya sea que enfrentemos persecución, tentación o presión social, recordemos las palabras de Josué: “Escogeos hoy a quién sirváis… pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).

Este estudio nos ha mostrado que, aunque respetamos las instituciones terrenales, nuestra devoción suprema pertenece a Cristo. Que este entendimiento nos impulse a vivir con integridad, valentía y fe, sabiendo que nuestro destino final no está en manos de los gobernantes de este mundo, sino en el Rey de reyes y Señor de señores.

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