La Recepción y Transformación del Positivismo en el Pensamiento Mexicano Contemporáneo

Publicado el 8 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

El Positivismo como Base del Sistema Educativo Nacional

El sistema educativo mexicano contemporáneo guarda una deuda fundamental con los principios positivistas introducidos durante el siglo XIX, aunque estos han sido significativamente reformulados para adaptarse a las necesidades de una sociedad en constante transformación. La estructura curricular que hoy conocemos, con su énfasis en las ciencias exactas y naturales como fundamento del conocimiento, es heredera directa del modelo implementado por Gabino Barreda en la Escuela Nacional Preparatoria. Sin embargo, el positivismo educativo en el México actual ha tenido que evolucionar para incorporar perspectivas más críticas y humanistas, respondiendo a las demandas de una sociedad cada vez más compleja y diversa. El desafío principal ha sido mantener el rigor científico sin caer en el reduccionismo que caracterizó al positivismo ortodoxo, permitiendo así un diálogo más fructífero entre las ciencias y las humanidades.

Esta evolución se hace evidente al analizar los planes de estudio de educación básica y media superior en el México del siglo XXI. Mientras que en el Porfiriato se privilegiaba casi exclusivamente el conocimiento científico-técnico, los actuales modelos educativos buscan un equilibrio entre la formación científica y el desarrollo de competencias ciudadanas y culturales. No obstante, la sombra del positivismo sigue presente en la organización jerárquica del conocimiento, donde las matemáticas y las ciencias naturales conservan un lugar preponderante en la estructura curricular. Este legado se manifiesta también en la persistente valoración social de las carreras científicas y tecnológicas sobre las humanísticas, reflejo de aquella vieja creencia positivista en el progreso material como vía principal de desarrollo nacional.

El debate sobre la pertinencia del enfoque positivista en la educación contemporánea sigue vigente, particularmente en lo que respecta a la formación de docentes y a los métodos de evaluación. Por un lado, se reconoce la importancia de mantener estándares objetivos y mediciones cuantitativas del aprendizaje; por otro, crece la conciencia sobre la necesidad de incorporar enfoques cualitativos que consideren la diversidad de contextos y capacidades estudiantiles. Esta tensión entre lo cuantitativo y lo cualitativo, entre lo medible y lo intangible, es quizás la manifestación más clara de cómo el positivismo sigue influyendo -y al mismo tiempo siendo cuestionado- en las políticas educativas mexicanas actuales. El reto para el sistema educativo consiste en aprovechar lo valioso del legado positivista sin caer en sus excesos reduccionistas.

El Neopositivismo en la Ciencia y la Tecnología Mexicanas

En el ámbito de la investigación científica y el desarrollo tecnológico, México ha visto resurgir en las últimas décadas una versión actualizada del positivismo que algunos autores denominan “neopositivismo”. Esta corriente, aunque más sofisticada que su antecesora decimonónica, comparte con ella la creencia en el método científico como vía privilegiada para acceder al conocimiento válido y la convicción de que el progreso tecnológico es motor indispensable del desarrollo nacional. El neopositivismo se manifiesta con particular fuerza en áreas como la biomedicina, la física de materiales y la inteligencia artificial, donde predomina un enfoque empírico-analítico que busca leyes generales y explicaciones causales. Los centros de investigación de excelencia, como los diversos institutos de la UNAM o el Cinvestav del IPN, son claros ejemplos de cómo esta visión del conocimiento sigue dando forma a la ciencia mexicana contemporánea.

Sin embargo, el neopositivismo científico en México enfrenta desafíos particulares derivados tanto de limitaciones estructurales como de cambios paradigmáticos en la filosofía de la ciencia. Por un lado, la crónica insuficiencia de recursos para investigación y desarrollo ha impedido que muchas instituciones científicas alcancen los niveles de productividad que permitirían competir a nivel internacional. Por otro lado, el surgimiento de enfoques pospositivistas y constructivistas en la filosofía de la ciencia ha cuestionado algunos de los supuestos básicos del neopositivismo, particularmente su pretensión de neutralidad valorativa y objetividad absoluta. Estos debates han llevado a una mayor reflexividad en la comunidad científica mexicana, que cada vez con más frecuencia discute los aspectos éticos, sociales y políticos de la actividad investigadora.

El caso de la biotecnología y la investigación genómica en México ilustra claramente esta tensión entre el neopositivismo y sus críticos. Mientras que los científicos adscritos a enfoques más tradicionales insisten en la pureza de la investigación básica y su separación de consideraciones éticas o políticas, otros investigadores -particularmente en ciencias sociales y humanidades- señalan la necesidad de contextualizar socialmente los avances científicos y evaluar sus posibles impactos. Este diálogo, a veces conflictivo pero siempre enriquecedor, demuestra cómo el positivismo en la ciencia mexicana ya no puede pretender el monopolio epistemológico que tuvo en el pasado, pero sigue siendo una fuerza importante en la configuración de las agendas de investigación y en la formación de nuevos científicos.

El Positivismo Jurídico y su Influencia en el Sistema Legal Mexicano

El ámbito jurídico mexicano ofrece uno de los ejemplos más claros y perdurables de la influencia positivista en las instituciones nacionales. El positivismo jurídico, que concibe el derecho como un sistema autónomo de normas establecidas por el Estado, ha sido la corriente dominante en la formación de abogados y en la práctica legal en México desde finales del siglo XIX. Esta visión, introducida por juristas como Ignacio L. Vallarta y posteriormente desarrollada por figuras como Eduardo García Máynez, ha dado forma a la manera en que se concibe y aplica la ley en nuestro país. El Código Civil de 1928, aún vigente con modificaciones, es un producto típico de este enfoque positivista, con su énfasis en la sistematicidad y coherencia lógica del ordenamiento jurídico.

No obstante, en las últimas décadas el positivismo jurídico en México ha enfrentado desafíos importantes que han obligado a replantear algunos de sus postulados básicos. La reforma constitucional en materia de derechos humanos de 2011 marcó un punto de inflexión al incorporar explícitamente principios iusnaturalistas y abrir el sistema jurídico mexicano a estándares internacionales. Este cambio ha generado tensiones entre los juristas más apegados a la tradición positivista y aquellos que abogan por un enfoque más garantista y principialista del derecho. La discusión sobre el control constitucional y la ponderación de derechos ha puesto en evidencia las limitaciones de un enfoque estrictamente normativista para resolver conflictos jurídicos complejos en una sociedad democrática y plural.

El caso de los derechos de los pueblos indígenas ilustra claramente estas tensiones en el sistema legal mexicano. Mientras el positivismo jurídico tradicional insiste en la uniformidad de la ley para todos los ciudadanos, las demandas de reconocimiento de sistemas normativos indígenas han obligado a repensar el monismo jurídico característico del positivismo. Esta evolución demuestra cómo el derecho mexicano contemporáneo está buscando un difícil equilibrio entre la seguridad jurídica que provee el enfoque positivista y la flexibilidad necesaria para reconocer la diversidad cultural del país. El resultado es un sistema jurídico en transición, donde el legado positivista sigue siendo importante pero ya no es hegemónico.

El Positivismo en las Ciencias Sociales Mexicanas: Entre la Superación y la Pervivencia

Las ciencias sociales en México han mantenido una relación particularmente compleja con el legado positivista, oscilando entre su rechazo frontal y su reformulación crítica. Durante buena parte del siglo XX, disciplinas como la sociología, la antropología y la economía en México estuvieron dominadas por enfoques que, aunque se presentaban como superadores del positivismo, conservaban muchos de sus supuestos básicos. El estructural-funcionalismo en sociología, el indigenismo integracionista en antropología y el desarrollismo en economía son ejemplos de estas corrientes que, pese a su distanciamiento retórico del positivismo decimonónico, compartían su confianza en la posibilidad de explicaciones objetivas y su visión lineal del progreso social.

En las últimas décadas, sin embargo, las ciencias sociales mexicanas han experimentado un giro pospositivista que ha cuestionado radicalmente estos supuestos. La influencia de teorías críticas, los estudios culturales y los enfoques interpretativos ha llevado a un mayor énfasis en la contextualización histórica, el reconocimiento de la subjetividad y la valoración de los saberes no científicos. Este cambio se ha manifestado en áreas como la antropología mexicana, donde el estudio de las comunidades indígenas ya no se aborda desde perspectivas evolucionistas sino como sistemas culturales complejos con lógicas propias. De igual manera, en economía han ganado terreno enfoques institucionalistas y heterodoxos que cuestionan los modelos matemáticos abstractos característicos del positivismo económico.

No obstante, sería erróneo afirmar que el positivismo ha desaparecido por completo de las ciencias sociales mexicanas. En áreas como la psicología experimental, la demografía o ciertas corrientes de la ciencia política, los métodos cuantitativos y el ideal de objetividad siguen siendo dominantes. Incluso en disciplinas más interpretativas como la historia, el uso de técnicas cuantitativas y el análisis de “datos duros” conservan un lugar importante. Esta coexistencia de enfoques demuestra que, más que una superación definitiva del positivismo, lo que ha ocurrido en las ciencias sociales mexicanas es un proceso de complejización y diversificación metodológica que permite abordar los fenómenos sociales desde múltiples perspectivas.

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