La Vida del Profeta Mahoma: Fundador del Islam

Publicado el 5 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: La Importancia de Mahoma en el Islam

Mahoma (Muhammad en árabe) es considerado el último profeta del Islam y una de las figuras más influyentes de la historia. Nacido en La Meca alrededor del año 570 d.C., su vida y enseñanzas dieron forma no solo a una religión, sino a una civilización que se extendió por tres continentes. Para los musulmanes, Mahoma es el “Sello de los Profetas” (Khatam an-Nabiyyin), el mensajero final enviado por Dios para guiar a la humanidad. Su ejemplo, recogido en los hadices (tradiciones orales), complementa las enseñanzas del Corán y sirve como modelo de conducta en la vida cotidiana de los creyentes.

La vida de Mahoma está marcada por eventos milagrosos, desafíos y una misión espiritual que transformó la sociedad árabe. Antes de su llamada profética, Arabia era una región fragmentada en tribus, dominada por el politeísmo y las guerras internas. Mahoma unificó estas tribus bajo la creencia en un solo Dios (Alá) y estableció los fundamentos de una comunidad basada en la justicia, la moralidad y la devoción. Su legado incluye no solo la expansión del Islam, sino también la creación de un sistema legal, ético y social que perdura hasta hoy.

Este artículo explorará en profundidad la vida de Mahoma, desde su nacimiento y juventud hasta su misión profética, la conquista de La Meca y su legado. También analizaremos su impacto en la historia mundial y su relevancia en el Islam contemporáneo.


Nacimiento y Juventud de Mahoma

Mahoma nació en el clan de los Banu Hashim, parte de la tribu Quraysh, que dominaba La Meca. Su padre, Abdullah, murió antes de su nacimiento, y su madre, Amina, falleció cuando él tenía seis años, dejándolo al cuidado de su abuelo Abdul-Muttalib y luego de su tío Abu Talib. Esta orfandad temprana influyó en su carácter, desarrollando en él una sensibilidad hacia los más vulnerables, un tema que más tarde se reflejaría en sus enseñanzas sobre la caridad y la justicia social.

Durante su juventud, Mahoma trabajó como pastor y más tarde como comerciante, ganándose una reputación de honestidad que le valió el apodo de “Al-Amin” (el digno de confianza). A los 25 años, entró al servicio de Jadiya, una viuda adinerada, con quien posteriormente se casó. Este matrimonio fue fundamental en su vida, ya que Jadiya no solo fue su esposa, sino también su principal apoyo emocional y financiero durante los primeros años de su misión profética.

Antes de recibir la revelación, Mahoma solía retirarse a meditar en la cueva de Hira, cerca de La Meca. Fue allí, a los 40 años, donde experimentó el primer encuentro con el ángel Gabriel (Yibril), quien le transmitió las primeras palabras del Corán: “¡Lee en el nombre de tu Señor, que ha creado!” (Sura 96:1). Este evento marcó el inicio de su profecía y el comienzo de una transformación religiosa y social sin precedentes en Arabia.


La Misión Profética y la Resistencia en La Meca

Tras recibir la primera revelación, Mahoma comenzó a predicar el mensaje del Islam, enfatizando la unicidad de Dios (Tawhid), la resurrección después de la muerte y la rendición de cuentas en el Día del Juicio. Sus primeros seguidores fueron su esposa Jadiya, su primo Ali y su amigo Abu Bakr. Sin embargo, la mayoría de los mecanos, especialmente los líderes de la tribu Quraysh, rechazaron su mensaje, ya que amenazaba el status quo económico y religioso de la ciudad, que dependía del politeísmo y la peregrinación a la Kaaba.

La oposición contra Mahoma y sus seguidores se intensificó con el tiempo, llevando a persecuciones, boicots económicos y torturas. A pesar de esto, el Islam continuó creciendo, atrayendo a personas de diferentes estratos sociales, incluyendo esclavos y miembros de tribus marginadas. Un momento crucial fue el “Año de la Tristeza” (619 d.C.), cuando murieron tanto Jadiya como Abu Talib, dejando a Mahoma sin su principal apoyo emocional y político.

Ante la creciente hostilidad, Mahoma buscó refugio en otras ciudades. En el 622 d.C., recibió una invitación de líderes tribales de Yathrib (posteriormente Medina), lo que llevó a la Hégira (migración), un evento que marca el inicio del calendario islámico. Este viaje no solo salvó a la incipiente comunidad musulmana, sino que también sentó las bases para el primer estado islámico bajo el liderazgo de Mahoma.


El Establecimiento del Estado Islámico en Medina

La llegada de Mahoma a Medina marcó un punto de inflexión en la historia del Islam. Allí, estableció la Constitución de Medina, un documento que regulaba las relaciones entre musulmanes, judíos y otras tribus, creando una sociedad pluralista basada en principios de justicia y cooperación. Este acuerdo es considerado uno de los primeros ejemplos de un pacto social multiétnico en la historia.

En Medina, Mahoma asumió roles políticos, militares y espirituales. Organizó las primeras oraciones comunitarias, estableció el sistema de caridad (zakat) y dirigió expediciones defensivas contra los mecanos. Las batallas de Badr (624 d.C.), Uhud (625 d.C.) y la Trinchera (627 d.C.) fueron conflictos decisivos que consolidaron el poder musulmán. A pesar de las adversidades, Mahoma siempre promovió el perdón y la diplomacia, como se vio en el Tratado de Hudaybiyyah (628 d.C.), que permitió a los musulmanes peregrinar a La Meca en paz.

Finalmente, en el 630 d.C., Mahoma lideró la conquista pacífica de La Meca, perdonando a sus antiguos enemigos y purificando la Kaaba de ídolos, restableciéndola como centro del monoteísmo abrahámico. Este acto simbolizó la unificación de Arabia bajo el Islam y consolidó su legado como líder religioso y político.


Muerte y Legado de Mahoma

Mahoma falleció en el 632 d.C. en Medina, después de una breve enfermedad. Su muerte causó conmoción entre sus seguidores, pero su legado perduró a través del Corán y la Sunnah (sus tradiciones y enseñanzas). En solo 23 años de profecía, transformó una sociedad tribal en una civilización unificada bajo los principios del Islam.

Su influencia se extendió más allá de Arabia, dando lugar a un imperio que, en pocas décadas, abarcó desde España hasta India. Su ejemplo de humildad, justicia y compasión sigue inspirando a millones de musulmanes en la actualidad. Para el Islam, Mahoma no es un ser divino, sino el hombre perfecto (Al-Insan al-Kamil), cuyo comportamiento es el modelo a seguir para toda la humanidad.


Conclusión: Mahoma como Figura Universal

La vida de Mahoma es un testimonio de fe, resiliencia y visión transformadora. Desde su humilde nacimiento en La Meca hasta su papel como líder de una nación, su historia demuestra cómo una persona puede cambiar el curso de la historia a través de la convicción espiritual y la acción ética. Su legado no solo pertenece a los musulmanes, sino que es un capítulo esencial en la historia de la humanidad, cuyas enseñanzas sobre paz, justicia y unidad siguen siendo relevantes en el mundo moderno.

Articulos relacionados