¿Por qué varía la fecha de la Pascua cada año?

Publicado el 16 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

La Pascua es una de las celebraciones más importantes del calendario cristiano, conmemorando la resurrección de Jesucristo. Sin embargo, a diferencia de otras festividades religiosas que tienen fechas fijas, como la Navidad (25 de diciembre), la fecha de la Pascua cambia cada año, oscilando entre marzo y abril. Esta variación ha generado curiosidad y debate a lo largo de la historia, y su determinación depende de una combinación de tradiciones bíblicas, cálculos astronómicos y decisiones eclesiásticas. En este artículo, exploraremos en profundidad los factores que influyen en la fecha de la Pascua, desde sus raíces en la Pascua judía hasta los diferentes métodos de cálculo utilizados por las iglesias cristianas.


1. Los orígenes bíblicos y la conexión con la Pascua judía (Pésaj)

La celebración de la Pascua cristiana está estrechamente ligada a la Pascua judía, conocida como Pésaj, que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Según los Evangelios, la Última Cena de Jesús con sus discípulos fue un seder de Pésaj, y su crucifixión ocurrió durante las festividades judías. Por esta razón, los primeros cristianos vincularon la resurrección de Cristo con las fechas del Pésaj. Sin embargo, el calendario judío es lunisolar, lo que significa que se basa tanto en las fases de la luna como en el ciclo solar, lo que hace que Pésaj varíe cada año en el calendario gregoriano.

El Concilio de Nicea (año 325 d.C.) estableció que la Pascua cristiana debía celebrarse el domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio de primavera en el hemisferio norte (21 de marzo). Esta decisión buscaba independizar la Pascua cristiana del calendario judío, pero manteniendo una conexión simbólica con la luna llena, como se describe en los relatos bíblicos. A pesar de esta regla, el cálculo exacto de la Pascua ha sido objeto de ajustes y diferencias entre las iglesias occidentales (católicas y protestantes) y las orientales (ortodoxas), lo que explica por qué a veces celebran la Pascua en fechas distintas.


2. El papel del equinoccio de primavera y el ciclo lunar

El equinoccio de primavera marca el momento en que el día y la noche tienen la misma duración, señalando el inicio de la primavera en el hemisferio norte. La Iglesia fijó el 21 de marzo como fecha oficial para este evento, aunque astronómicamente puede ocurrir entre el 19 y el 22 de marzo. Una vez determinado el equinoccio, se busca la siguiente luna llena, conocida como “luna pascual”. Si esta luna llena cae en domingo, la Pascua se celebra el domingo siguiente para evitar coincidir con el Pésaj judío.

Este sistema, basado en el calendario juliano original, fue modificado con la introducción del calendario gregoriano en 1582, que ajustó el desfase acumulado con el año solar. Sin embargo, las iglesias ortodoxas continuaron usando el calendario juliano para calcular la Pascua, lo que genera diferencias de hasta cinco semanas entre ambas tradiciones. Además, la definición de “luna llena” no siempre coincide con el fenómeno astronómico real, ya que las tablas eclesiásticas utilizan una luna teórica llamada “luna eclesiástica”, lo que puede añadir más variaciones.


3. Diferencias entre la Pascua occidental y la ortodoxa

Mientras que la Iglesia Católica y la mayoría de las protestantes siguen el calendario gregoriano para calcular la Pascua, las iglesias ortodoxas utilizan el calendario juliano y métodos ligeramente distintos. Por ejemplo, los ortodoxos esperan a que la luna llena pascual ocurra después de que el equinoccio de primavera haya sucedido en Jerusalén, según el calendario juliano. Esto puede retrasar la Pascua ortodoxa hasta mayo en raras ocasiones.

Otra diferencia clave es que los ortodoxos no aceptan la Pascua antes del Pésaj judío, siguiendo una tradición más antigua. Estas divergencias han llevado a debates ecuménicos sobre la posibilidad de unificar la fecha de la Pascua, pero hasta ahora no se ha llegado a un consenso. Mientras tanto, la variabilidad de la fecha afecta también a otras celebraciones móviles, como el Miércoles de Ceniza, el Carnaval y Pentecostés, que se calculan en relación con la Pascua.


4. Conclusiones: Una tradición en constante evolución

La fecha cambiante de la Pascua es el resultado de siglos de tradición, astronomía y decisiones teológicas. Aunque el Concilio de Nicea estableció reglas claras, la evolución de los calendarios y las diferencias entre las iglesias han mantenido este sistema en constante revisión. Hoy, algunos proponen fijar la Pascua en un domingo de abril para simplificar su cálculo, pero la mayoría de las confesiones prefieren mantener su conexión histórica con la luna y el equinoccio.

Mientras tanto, la Pascua sigue siendo una celebración dinámica, uniendo a los cristianos en torno a un evento central de su fe, aunque no siempre en la misma fecha. Su variabilidad es un recordatorio de la rica historia y complejidad detrás de las tradiciones religiosas.

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