¿Qué significa “el Mesías” en el Antiguo Testamento?

Publicado el 4 diciembre, 2024 por Rodrigo Ricardo

Significado de el Mesías en el Antiguo Testamento

La palabra “Mesías” es una de las más poderosas y llenas de significado en la tradición judeocristiana. En su sentido más básico, “Mesías” proviene del hebreo māšîaḥ (מָשִׁיחַ), que significa “ungido”. En el Antiguo Testamento, el término hace referencia a una figura especialmente designada por Dios para llevar a cabo una misión divina de salvación, justicia y restauración. Aunque el concepto de Mesías en el Antiguo Testamento se desarrolla de manera gradual, su significado y las expectativas en torno a él son fundamentales para entender tanto el Antiguo Testamento como el mensaje del Nuevo Testamento.

El Significado Básico de “Mesías”

En su raíz, el término māšîaḥ se refiere a alguien que ha sido ungido con aceite, un acto ritual utilizado en la consagración de sacerdotes, reyes o profetas en el pueblo de Israel. El acto de la unción simbolizaba la separación de esa persona para un propósito divino específico. Así, en el Antiguo Testamento, “Mesías” no era un título exclusivo de una sola figura, sino que se aplicaba a varios líderes ungidos para cumplir una misión de Dios. Entre ellos se encontraban los reyes de Israel, como Saúl, David y sus descendientes, quienes eran ungidos para gobernar al pueblo de Israel bajo la autoridad de Dios.

El Mesías en el Contexto de los Reyes

En un principio, el concepto de “Mesías” estaba estrechamente vinculado con la monarquía israelita. En la historia de Israel, el rey era considerado el ungido del Señor, y su función era gobernar según la voluntad de Dios, proteger a la nación y cumplir con la justicia divina. David, el segundo rey de Israel, es quizás el ejemplo más destacado de este uso del término.

  • David como el Mesías: En 1 Samuel 16:13, el profeta Samuel unge a David como rey, y de este acto se habla en términos de que David fue “ungido” por Dios para ser el líder de su pueblo. En el Salmo 2, que también se puede leer como un himno real, se declara que el rey de Israel, especialmente el descendiente de David, será “ungido” por Dios para reinar y ejercer autoridad sobre todas las naciones: “Yo he establecido a mi rey sobre Sión, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; el Señor me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy.” (Salmo 2:6-7) En este sentido, el Mesías de David no era solo un líder humano, sino un ungido de Dios que debía gobernar con justicia y autoridad divina. La promesa hecha a David en 2 Samuel 7:12-16 de que su linaje reinaría para siempre, pasó a ser una de las grandes expectativas mesiánicas del Antiguo Testamento.

El Mesías en las Profecías del Antiguo Testamento

Si bien el concepto de “Mesías” estaba inicialmente vinculado a los reyes, con el paso del tiempo la figura del Mesías se fue desarrollando y ampliando, especialmente en las profecías de los profetas mayores y menores. A medida que Israel experimentaba la opresión extranjera y la caída del reino, el pueblo comenzó a esperar a un Mesías que no solo sería un rey, sino un líder espiritual y salvador, enviado para restaurar la justicia, la paz y la prosperidad de Israel.

1. El Mesías como un Rey Justo

En los escritos de los profetas, especialmente en Isaías, la figura del Mesías se asocia con la venida de un rey justo y pacífico. En Isaías 9:6-7, se describe al Mesías como un niño que será el Príncipe de Paz y que gobernará con justicia:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.”

Este pasaje refleja las esperanzas de un líder que, como David, será un descendiente de la casa real de Israel y gobernará de manera recta y justa. La conexión con el trono de David también es crucial aquí, pues se ve al Mesías como aquel que restaurará la dinastía davídica.

2. El Mesías como Siervo Sufriente

Una de las revelaciones más profundas del concepto mesiánico en el Antiguo Testamento se encuentra en los Cánticos del Siervo en el libro de Isaías (capítulos 42, 49, 50, 53). En estos pasajes, Isaías describe a un Siervo de Dios que sufrirá por los pecados de Israel y será rechazado por su pueblo. Este Siervo llevará la culpa del pueblo, y su sufrimiento será el medio para traer salvación no solo a Israel, sino también a las naciones.

  • Isaías 53:3-5 es uno de los pasajes más conocidos que habla sobre el sufrimiento del Siervo, quien es descrito como un “hombre de dolores”, “despreciado” y “herido por nuestras transgresiones”: “Despreciado y desechado entre los hombres, hombre de dolores, experimentado en quebranto… Ciertamente, él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

Este sufrimiento vicariante del Mesías se convierte en un tema clave, especialmente en la tradición cristiana, que identifica a Jesús como el cumplimiento de este Siervo sufriente. Para los judíos del tiempo de Isaías, sin embargo, este sufrimiento del Mesías representaba un misterio, ya que no encajaba con la imagen tradicional de un líder victorioso y militar.

3. El Mesías como Juez y Restaurador Universal

Además de ser un rey justo y un siervo sufriente, el Mesías en el Antiguo Testamento también tiene una función universal. Se espera que el Mesías no solo libere a Israel, sino que extienda su dominio sobre todas las naciones y traiga paz mundial. En Isaías 11:1-10, el profeta describe un futuro en el que el Mesías traerá paz a toda la creación, restaurando incluso la armonía entre los animales:

“El lobo morará con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará… No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte, porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mar.”

Este pasaje, que describe un reinado de paz y justicia, se interpreta como una promesa de restauración no solo para Israel, sino para todo el mundo, un tiempo en el que las consecuencias del pecado, como la violencia y la muerte, serán erradicadas.

El Mesías en la Esperanza Judía

Aunque el concepto de un Mesías sufriente no fue completamente entendido por los judíos de la época de Isaías, el Mesías de la esperanza judía en el Antiguo Testamento es una figura de liberación, justicia y restauración. Los judíos esperaban que el Mesías fuera un rey de la descendencia de David que liberaría a Israel de la opresión, restauraría la paz y la prosperidad, y gobernaría como un líder sabio y justo.

El Cumplimiento Mesiánico en el Nuevo Testamento

Desde una perspectiva cristiana, Jesucristo es el cumplimiento de todas estas profecías mesiánicas. En el Nuevo Testamento, Jesús es identificado como el Mesías prometido, el descendiente de David, pero también el Siervo sufriente que vino para dar su vida por la salvación del mundo.

Conclusión

En el Antiguo Testamento, el término “Mesías” se refiere a un líder ungido por Dios para cumplir una misión divina de salvación, justicia y restauración. Aunque el concepto evoluciona con el tiempo, se puede identificar una figura mesiánica que será un rey justo, un siervo sufriente y un restaurador universal. Para los cristianos, esta figura mesiánica se cumple plenamente en la persona de Jesucristo, quien vino como el ungido de Dios para traer redención no solo a Israel, sino a toda la humanidad.

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