¿Qué son las reacciones adversas graves y cómo se reportan?

Publicado el 31 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

Las reacciones adversas graves (RAG) representan un tema de vital importancia en el ámbito de la farmacovigilancia y la seguridad clínica, dado su potencial para causar daños significativos a los pacientes. Estas reacciones, que pueden ser imprevistas o consecuencia de un uso inadecuado de medicamentos, requieren un sistema de monitoreo y reporte eficiente para mitigar riesgos y garantizar la salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una reacción adversa grave se define como cualquier efecto nocivo no intencional que ocurre tras la administración de un fármaco en dosis terapéuticas y que puede poner en peligro la vida del paciente, requerir hospitalización, prolongar la estancia hospitalaria, provocar discapacidad permanente o incluso la muerte.

El estudio de las RAG no solo implica comprender su fisiopatología, sino también establecer protocolos claros para su identificación, evaluación y notificación a las autoridades sanitarias. En este sentido, los profesionales de la salud, los pacientes y los sistemas de farmacovigilancia desempeñan un papel crucial en la recopilación de datos que permitan mejorar la seguridad de los medicamentos. Además, el reporte de estas reacciones contribuye a la actualización constante de los prospectos farmacéuticos y a la toma de decisiones regulatorias, como la restricción o retiro de medicamentos del mercado.

Este artículo tiene como objetivo analizar en profundidad qué son las reacciones adversas graves, cómo se clasifican según su gravedad y causalidad, y cuáles son los procedimientos establecidos para su reporte a nivel nacional e internacional. Asimismo, se discutirán las implicaciones éticas y legales asociadas a la notificación de RAG, así como los desafíos que enfrentan los sistemas de farmacovigilancia en la actualidad.


Definición y Clasificación de las Reacciones Adversas Graves

Una reacción adversa grave (RAG) se distingue de una reacción adversa leve o moderada por su potencial para ocasionar daños significativos en la salud del paciente. Según la normativa internacional, particularmente la establecida por la OMS y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), una RAG debe cumplir al menos uno de los siguientes criterios: ser mortal, requerir hospitalización o prolongar la estancia hospitalaria existente, provocar una discapacidad o malformación congénita, o generar una anomalía persistente o significativa en la capacidad funcional del paciente.

Es importante diferenciar entre una reacción adversa grave y un evento adverso grave (EAG), ya que este último puede no estar directamente relacionado con el uso de un medicamento, mientras que una RAG sí guarda una relación causal con el fármaco administrado. La clasificación de las RAG también puede basarse en su mecanismo de aparición, distinguiéndose entre reacciones tipo A (augmented), que son predecibles y dependen de la dosis, y reacciones tipo B (bizarre), que son idiosincrásicas e impredecibles.

Además, la causalidad entre el medicamento y la reacción adversa se evalúa mediante escalas validadas, como la escala de Naranjo o el método de la OMS, que consideran factores como la temporalidad, la plausibilidad biológica y la existencia de reportes previos. Esta evaluación es fundamental para determinar si una reacción debe ser reportada a los sistemas de farmacovigilancia y para establecer medidas correctivas, como la modificación de las indicaciones terapéuticas o la inclusión de advertencias en el etiquetado del medicamento.


Mecanismos de Reporte de Reacciones Adversas Graves

El reporte de reacciones adversas graves es un proceso sistemático que involucra a múltiples actores, incluyendo médicos, farmacéuticos, pacientes y autoridades regulatorias. A nivel internacional, el programa de Monitorización de Reacciones Adversas de la OMS (Vigibase) recopila datos de más de 150 países, permitiendo la identificación temprana de señales de riesgo asociadas a medicamentos. A nivel nacional, cada país cuenta con su propia entidad reguladora, como la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) o la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que establecen protocolos específicos para la notificación de RAG.

El procedimiento de reporte generalmente implica el llenado de un formulario estandarizado, conocido como tarjeta amarilla en algunos países, donde se detalla información relevante como el medicamento sospechoso, la descripción de la reacción, las características del paciente y el desenlace del evento. En muchos casos, estos reportes pueden realizarse de manera electrónica a través de plataformas digitales, lo que agiliza el proceso y facilita el análisis estadístico de los datos.

Uno de los desafíos más importantes en el reporte de RAG es el subregistro, ya que muchos profesionales de la salud no notifican estas reacciones debido a la falta de tiempo, conocimiento o percepción de su importancia. Para abordar este problema, algunas instituciones han implementado programas de capacitación y sistemas de incentivos que promueven una cultura de farmacovigilancia activa. Además, la participación de los pacientes en el reporte de efectos adversos ha ganado relevancia en los últimos años, gracias a iniciativas como las aplicaciones móviles y los portales web diseñados para facilitar la comunicación directa con las autoridades sanitarias.

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