¿Cómo se Aplica el Construccionismo Social en la Psicología?

Publicado el 28 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

El construccionismo social es una corriente teórica que sostiene que el conocimiento y la realidad no son entidades fijas, sino que se construyen a través de la interacción social. En psicología, esta perspectiva ha influido en la manera en que entendemos la identidad, las emociones, los trastornos mentales y las dinámicas de poder. A diferencia de enfoques más tradicionales, como el conductismo o el psicoanálisis, el construccionismo social no busca verdades universales, sino que explora cómo las personas crean significados dentro de contextos culturales e históricos específicos.

Uno de los principios fundamentales del construccionismo social es que el lenguaje no solo describe la realidad, sino que la construye. Por ejemplo, términos como “salud mental” o “normalidad” no existen de manera objetiva, sino que son productos de acuerdos sociales. La psicología construccionista examina cómo estos conceptos se negocian en la sociedad y cómo influyen en la percepción individual. Además, este enfoque cuestiona la idea de que las emociones son respuestas biológicas innatas, argumentando que son moldeadas por normas culturales. Por ejemplo, la tristeza no se experimenta de la misma manera en todas las culturas, ya que su expresión y significado dependen de contextos sociales particulares.

Otro aspecto clave es el énfasis en el poder y las instituciones en la construcción de la realidad. El construccionismo social analiza cómo los discursos médicos, legales y políticos definen lo que se considera “verdadero” o “válido”. En psicología clínica, esto implica cuestionar los diagnósticos psiquiátricos, ya que muchas categorías de trastornos mentales son construcciones sociales que cambian con el tiempo. Por ejemplo, la homosexualidad fue considerada una enfermedad mental hasta 1973, lo que demuestra cómo las normas sociales influyen en la clasificación de lo patológico.

Aplicaciones del Construccionismo Social en la Psicología Clínica

En el ámbito clínico, el construccionismo social ha llevado a enfoques terapéuticos que priorizan la narrativa y el diálogo sobre las etiquetas diagnósticas. Terapias como la narrativa y la colaborativa se basan en la idea de que las personas construyen sus identidades a través de historias, y que estas pueden reescribirse en un contexto terapéutico. En lugar de centrarse en “trastornos”, estos métodos exploran cómo los pacientes interpretan sus experiencias y cómo estas interpretaciones están influenciadas por discursos sociales dominantes.

Un ejemplo claro es el trabajo con víctimas de trauma. Desde una perspectiva construccionista, el trauma no es solo un evento individual, sino una experiencia moldeada por cómo la sociedad lo interpreta. Por ejemplo, los veteranos de guerra pueden experimentar el trastorno de estrés postraumático (TEPT) de manera diferente según cómo su cultura perciba la guerra. La terapia narrativa ayuda a estos pacientes a reconstruir sus historias de manera empoderadora, en lugar de verse únicamente como víctimas pasivas.

Además, el construccionismo social ha influido en la crítica a los manuales diagnósticos como el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Algunos psicólogos argumentan que el DSM medicaliza experiencias humanas normales, como la tristeza o la timidez, transformándolas en patologías. Este enfoque puede llevar a un exceso de medicación y a la estigmatización de comportamientos que, en otros contextos, serían considerados variaciones naturales de la experiencia humana.

Construccionismo Social y Psicología Comunitaria

La psicología comunitaria también se ha beneficiado del construccionismo social, especialmente en proyectos que buscan empoderar a grupos marginados. Este enfoque reconoce que problemas como la pobreza, la discriminación y la exclusión no son solo individuales, sino que están arraigados en estructuras sociales. En lugar de patologizar a las personas en situaciones vulnerables, se analizan los sistemas que perpetúan estas condiciones.

Un ejemplo es el trabajo con comunidades indígenas, donde los conceptos occidentales de salud mental pueden no aplicar. El construccionismo social permite adaptar las intervenciones psicológicas a las cosmovisiones locales, respetando sus formas de entender el bienestar. En lugar de imponer terapias tradicionales, se fomenta un diálogo intercultural donde los saberes ancestrales son valorados.

Otra aplicación es en la prevención del suicidio adolescente. En lugar de atribuirlo únicamente a factores individuales, el construccionismo social examina cómo los discursos mediáticos, las presiones académicas y las dinámicas familiares contribuyen a esta problemática. Programas basados en esta perspectiva promueven espacios de diálogo donde los jóvenes pueden cuestionar narrativas opresivas y construir alternativas más saludables.

Conclusión: Hacia una Psicología más Crítica y Contextual

El construccionismo social ha transformado la psicología al desafiar nociones tradicionales sobre la mente, la enfermedad y la identidad. Su mayor contribución es recordarnos que la realidad es una construcción colectiva, no un hecho inmutable. Esto tiene implicaciones profundas en cómo abordamos la terapia, la investigación y las políticas públicas.

Al adoptar esta perspectiva, los psicólogos pueden desarrollar prácticas más inclusivas y menos patologizantes, reconociendo la diversidad de experiencias humanas. Sin embargo, también enfrenta críticas, como el riesgo de relativismo extremo o la dificultad para aplicar sus principios en entornos clínicos tradicionales. A pesar de esto, su influencia sigue creciendo, promoviendo una psicología más humana y consciente de su papel en la construcción de la realidad.

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