¿Cuál es el papel de la hormona antimülleriana (AMH) producida por las células de Sertoli?

Publicado el 28 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

El Papel de la Hormona Antimülleriana (AMH) Producida por las Células de Sertoli en el Desarrollo y Función Reproductiva Masculina

La hormona antimülleriana (AMH), también conocida como sustancia inhibidora de los conductos de Müller, es una glicoproteína dimérica perteneciente a la superfamilia del factor de crecimiento transformante beta (TGF-β). Producida principalmente por las células de Sertoli en los testículos fetales y posnatales, la AMH desempeña un papel crucial en la diferenciación sexual masculina durante el desarrollo embrionario y en la regulación de la función reproductiva en etapas posteriores de la vida. Su acción más conocida es la regresión de los conductos de Müller en el embrión masculino, lo que impide el desarrollo de estructuras reproductivas femeninas, como el útero, las trompas de Falopio y la porción superior de la vagina. Sin embargo, investigaciones recientes han ampliado su espectro de funciones, incluyendo su participación en la espermatogénesis, la regulación de la función testicular y su utilidad como marcador clínico en diversas condiciones médicas.

El estudio de la AMH ha adquirido relevancia no solo en el campo de la endocrinología reproductiva, sino también en áreas como la oncología, la fertilidad y la medicina regenerativa. En los varones, los niveles séricos de AMH varían a lo largo de la vida, mostrando picos durante la infancia y disminuyendo progresivamente después de la pubertad, aunque persiste en concentraciones detectables en la edad adulta. Esta dinámica refleja su papel multifacético en la fisiología testicular. Además, debido a su producción casi exclusiva por las células de Sertoli, la AMH se ha convertido en un biomarcador valioso para evaluar la reserva testicular, la presencia de tejido gonadal en casos de trastornos del desarrollo sexual y la respuesta a tratamientos de infertilidad. En este artículo, se explorará en profundidad el papel de la AMH en el desarrollo masculino, su regulación hormonal, sus implicaciones clínicas y las perspectivas futuras en investigación.

Origen y Estructura de la Hormona Antimülleriana

La hormona antimülleriana es una glucoproteína homodimérica con un peso molecular aproximado de 140 kDa, codificada por el gen AMH, ubicado en el cromosoma 19p13.3 en humanos. Estructuralmente, consta de un dominio N-terminal homólogo a otras proteínas de la familia TGF-β y un dominio C-terminal responsable de su actividad biológica. La síntesis y secreción de AMH comienza en las células de Sertoli fetales alrededor de la séptima semana de gestación, bajo la regulación del gen SRY (gen determinante del sexo en el cromosoma Y), que induce la diferenciación de la gónada indiferenciada hacia testículo. Una vez secretada, la AMH actúa de manera paracrina en los conductos de Müller adyacentes, induciendo su regresión mediante la unión a receptores específicos (AMHR2) y la activación de vías de señalización intracelular que conducen a la apoptosis celular.

Además de su papel en el desarrollo embrionario, la AMH sigue siendo producida en cantidades significativas durante la infancia en los varones, disminuyendo gradualmente después de la pubertad debido al aumento de los niveles de testosterona y a la maduración de las células de Sertoli. Sin embargo, a diferencia de las mujeres, en quienes los niveles de AMH son indetectables después de la menopausia, los hombres mantienen una producción basal a lo largo de su vida, lo que sugiere funciones adicionales más allá de la diferenciación sexual. Estudios recientes han demostrado que la AMH puede modular la actividad de las células de Leydig, influir en la espermatogénesis y actuar como un regulador de la plasticidad testicular en respuesta a cambios hormonales. Estas funciones amplían su importancia más allá del período fetal, posicionándola como una molécula clave en la homeostasis reproductiva masculina.

Función de la AMH en la Diferenciación Sexual Masculina

Durante el desarrollo embrionario, la determinación del sexo gonadal depende de la expresión coordinada de múltiples genes, entre los cuales el gen SRY es el principal iniciador de la cascada de diferenciación testicular. Una vez que las células de Sertoli primitivas comienzan a diferenciarse, producen AMH, que actúa localmente para suprimir el desarrollo de los conductos de Müller, los precursores de las estructuras reproductivas femeninas. Este proceso es esencial para evitar la formación de órganos femeninos en el varón y asegurar el desarrollo adecuado del tracto reproductivo masculino, que depende de la testosterona secretada por las células de Leydig para la estabilización de los conductos de Wolff. La ausencia de AMH, como se observa en síndromes de persistencia de los conductos de Müller, resulta en la retención de estructuras uterinas y tubáricas en individuos genéticamente masculinos, lo que puede afectar la fertilidad y requerir intervención quirúrgica.

Además de su papel clásico en la regresión mülleriana, estudios en modelos animales han demostrado que la AMH puede influir en la migración y supervivencia de las células germinales primordiales, así como en la vascularización testicular durante el desarrollo fetal. Estos hallazgos sugieren que la AMH no solo actúa como un factor inhibidor, sino también como una señal morfogenética que contribuye a la organización estructural del testículo. En etapas posnatales, la AMH continúa regulando la función de las células de Sertoli, que son cruciales para el mantenimiento de la barrera hematotesticular, el soporte nutricional de los espermatozoides en desarrollo y la secreción de factores necesarios para la espermatogénesis. Por lo tanto, la AMH no solo es determinante en la diferenciación sexual inicial, sino que también tiene un impacto duradero en la función testicular y la fertilidad masculina.

Regulación de la AMH en Diferentes Etapas de la Vida

La producción de la hormona antimülleriana (AMH) por las células de Sertoli está sujeta a una compleja regulación hormonal y fisiológica que varía a lo largo de la vida del individuo. Durante la etapa fetal, la expresión de AMH es inducida por el gen SRY y mantenida por factores de transcripción como SOX9 y SF1, los cuales son esenciales para la diferenciación y funcionalidad de las células de Sertoli. En este período, los niveles de AMH son elevados, lo que garantiza la regresión completa de los conductos de Müller y establece las bases para el desarrollo del sistema reproductor masculino. Sin embargo, tras el nacimiento, la secreción de AMH experimenta cambios significativos. En los primeros años de vida, los testículos prepuberales producen grandes cantidades de AMH, ya que la inhibición de su síntesis por la testosterona aún no se ha establecido debido a la baja actividad de las células de Leydig en esta etapa.

Con el inicio de la pubertad, el aumento en la producción de testosterona y la aparición de pulsos de hormona luteinizante (LH) generan un efecto inhibitorio sobre la expresión de AMH. Este fenómeno se debe a que las células de Sertoli maduran y adquieren características adultas, reduciendo progresivamente la síntesis de AMH. No obstante, a diferencia de lo que ocurre en las mujeres, donde los niveles de AMH caen drásticamente después de la menopausia, en los hombres adultos persiste una producción basal, aunque en concentraciones mucho menores que en la infancia. Esta producción residual sugiere que la AMH podría tener funciones adicionales en la homeostasis testicular, como la modulación de la espermatogénesis o la regulación de la función endocrina de las células de Leydig. Estudios recientes han demostrado que la AMH puede interactuar con otros sistemas hormonales, como el eje hipotálamo-hipófisis-gónadas, influyendo en la liberación de gonadotropinas y, por ende, en la producción de andrógenos.

AMH como Marcador Clínico en Andrología

Dada su producción exclusiva por las células de Sertoli, la hormona antimülleriana se ha convertido en una herramienta diagnóstica valiosa en el campo de la andrología y la endocrinología reproductiva. En neonatos y niños, la medición de AMH en suero permite evaluar la presencia y funcionalidad del tejido testicular, especialmente en casos de criptorquidia o trastornos del desarrollo sexual (TDS). Por ejemplo, en pacientes con síndrome de ovarios testiculares (TDS-OT), la determinación de AMH ayuda a diferenciar entre tejido ovárico y testicular, lo que es crucial para el manejo clínico y la asignación de sexo. Además, en varones prepúberes con sospecha de anorquia bilateral, la ausencia de AMH confirma la falta de tejido testicular funcional, evitando así la necesidad de exploraciones quirúrgicas invasivas.

En adultos, los niveles de AMH han sido propuestos como un marcador de la reserva de células de Sertoli y, por extensión, del potencial fértil del individuo. Estudios han demostrado que concentraciones bajas de AMH se correlacionan con alteraciones en la espermatogénesis, como en casos de síndrome de solo células de Sertoli (SCOS) o fallo testicular primario. Por otro lado, en pacientes con infertilidad idiopática, la medición de AMH junto con otros parámetros hormonales (FSH, testosterona) puede proporcionar información adicional sobre la integridad de la función sertoliana. Asimismo, en oncología, la AMH se ha explorado como un posible indicador de la presencia de tumores de células de Sertoli, aunque su utilidad en este ámbito aún requiere mayor validación.

Implicaciones de la AMH en Trastornos del Desarrollo Sexual

Los trastornos del desarrollo sexual (TDS) representan un grupo heterogéneo de condiciones en las que la diferenciación gonadal o anatómica no sigue los patrones típicos masculinos o femeninos. En este contexto, la AMH juega un papel clave tanto en el diagnóstico como en la comprensión fisiopatológica de estos trastornos. Uno de los síndromes más estudiados es la persistencia de los conductos de Müller (PMDS), una condición en la que, a pesar de tener un cariotipo 46,XY y testículos funcionales, los pacientes presentan estructuras müllerianas como útero y trompas de Falopio. Este trastorno se debe a mutaciones en el gen AMH o en su receptor (AMHR2), lo que impide la regresión de los conductos durante el desarrollo embrionario.

Otro ejemplo es el síndrome de insensibilidad a los andrógenos (SIA), donde, aunque los niveles de AMH son normales o elevados, la falta de respuesta a la testosterona resulta en la externalización de genitales ambiguos o femeninos. En estos casos, la medición de AMH ayuda a distinguir entre diferentes formas de TDS y a orientar el manejo terapéutico. Además, en pacientes con disgenesia gonadal, la ausencia de AMH sugiere una falta de diferenciación de las células de Sertoli, lo que tiene implicaciones pronósticas en términos de fertilidad y riesgo de desarrollo de tumores germinales.

Perspectivas Futuras en Investigación sobre AMH

A pesar de los avances en el entendimiento de la hormona antimülleriana, aún existen áreas de investigación prometedoras que podrían ampliar su aplicabilidad clínica. Una de las líneas emergentes es el estudio de la AMH en la medicina reproductiva masculina, particularmente en el desarrollo de terapias para mejorar la espermatogénesis en casos de infertilidad. Dado que las células de Sertoli son esenciales para el soporte de las células germinales, la manipulación de la señalización de AMH podría ofrecer nuevas estrategias para tratar fallos testiculares.

Otra área de interés es el potencial uso de AMH como blanco terapéutico en ciertos tipos de cáncer. Algunos estudios preliminares sugieren que la AMH podría inhibir el crecimiento de tumores dependientes de hormonas, como el cáncer de próstata, aunque esta hipótesis requiere mayor investigación. Finalmente, en el campo de la medicina regenerativa, se explora la posibilidad de utilizar AMH para inducir la diferenciación de células madre hacia linajes testiculares, lo que podría revolucionar el tratamiento de la infertilidad y los trastornos gonadales.

Conclusión

La hormona antimülleriana, producida por las células de Sertoli, desempeña un papel fundamental en la diferenciación sexual masculina, la regulación de la función testicular y la fertilidad. Desde su acción embrionaria en la regresión de los conductos de Müller hasta su utilidad como marcador clínico en andrología, la AMH ha demostrado ser una molécula multifuncional con implicaciones diagnósticas y terapéuticas significativas. Futuras investigaciones podrían expandir su aplicabilidad en medicina reproductiva y oncología, consolidando su relevancia en la endocrinología moderna.

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