¿Cuándo se fundaron las ciudades romanas en España?

Publicado el 26 noviembre, 2024 por Rodrigo Ricardo

Fundación de las ciudades Romanas en España

La presencia de Roma en la península ibérica marcó una transformación profunda en su paisaje político, social y cultural. Las ciudades romanas fundadas en lo que hoy conocemos como España fueron el resultado de siglos de conquistas y de la extensión del Imperio Romano, desde los primeros contactos con los pueblos ibéricos hasta la consolidación del dominio romano sobre toda la península. La fundación de estas ciudades fue clave para la romanización de la península, es decir, el proceso mediante el cual los pueblos locales adoptaron costumbres, leyes y estructuras de gobierno romanas.

La conquista romana de Hispania

La historia de la fundación de las ciudades romanas en España está íntimamente ligada a la conquista de la península ibérica por parte de Roma. Este proceso comenzó en el año 218 a.C., durante las Guerras Púnicas, cuando Roma intervino en la lucha entre los cartagineses y las ciudades ibéricas que se habían aliado con ellos. La victoria romana en la batalla de Ilipa (206 a.C.) supuso un paso decisivo en la expansión de Roma en Hispania. A partir de entonces, las fuerzas romanas avanzaron hacia el norte y el oeste, luchando contra las tribus locales y sometiéndolas a su dominio.

El proceso de romanización fue largo y complicado, con varias resistencias locales, como la famosa rebelión de los numantinos en el siglo II a.C., que fue sofocada por el general Escipión Emiliano. Sin embargo, a medida que Roma consolidaba su poder en la península, comenzaron a fundarse diversas ciudades que no solo servían como centros administrativos y militares, sino también como núcleos de la cultura romana en Hispania.

Fundaciones romanas en el siglo III a.C.

Una de las primeras ciudades romanas importantes en la península fue Córdoba (en latín, Corduba), fundada en el año 152 a.C. como un asentamiento romano tras la victoria sobre las tribus turdetanas en la región. Córdoba pronto se convirtió en uno de los principales centros administrativos y económicos de la Hispania romana. También en el siglo III a.C., se fundaron ciudades como Sagunto (en 219 a.C.), famosa por su resistencia al asedio cartaginense, y Tarragona (en latín, Tarraco), fundada como una base militar y posteriormente convertida en capital de la provincia romana de Hispania Citerior.

El siglo II a.C.: Expansión de las ciudades romanas

Durante el siglo II a.C., Roma consolidó su dominio sobre la península ibérica, y las fundaciones de ciudades continuaron en diversas zonas del territorio. En este período, la ciudad de Numancia, aunque fue destruida por Roma en el año 133 a.C. tras la famosa guerra de Viriato (que resistió la invasión romana), marcó el final de la resistencia activa de las tribus ibéricas.

En este siglo, las ciudades de Toledo (Toletum), Caesaraugusta (actual Zaragoza), Segovia (Segovia), Bilbilis (actual Calatayud) y Mérida (Emerita Augusta) fueron fundadas o reconvertidas en ciudades romanas. En particular, Mérida, fundada en el año 25 a.C. por el emperador Augusto como colonia para los veteranos de sus ejércitos, se convirtió en una de las principales ciudades de Hispania, destacando por su magnificencia arquitectónica.

El siglo I a.C.: Auge de la romanización

Durante el siglo I a.C., la romanización de Hispania alcanzó su apogeo. El proceso se aceleró con la fundación de ciudades como Cádiz (en latín, Gades), que, aunque ya existía como una antigua ciudad fenicia, fue completamente romanizada bajo el dominio de Roma en esta época.

Este periodo fue crucial para el auge de las ciudades coloniales, que adquirieron un estatus especial como centros urbanos dotados de autarquía y privilegios. La creación de Emerita Augusta fue un ejemplo de ello, pues además de ser una colonia para veteranos, también se construyeron importantes obras de infraestructura como el teatro, el puente y el circo, que aún perduran como testimonios de la grandeza romana.

El Imperio Romano y la expansión urbana

Durante los siglos I y II d.C., con el auge del Imperio Romano, la red de ciudades en Hispania continuó expandiéndose. Las ciudades fueron desarrollando una serie de infraestructuras típicas de la civilización romana, como el foro, el templo y el teatro, y se crearon importantes vías de comunicación como la Vía Augusta, que conectaba el sur de la península con el norte.

Algunas de las ciudades romanas más destacadas de esta época fueron Barcelona (Barcino), Lérida (Ilerda) y Valencia (Valentia), que se fundaron durante el periodo del Imperio. Estos asentamientos no solo se constituyeron como puntos de control militar, sino también como centros administrativos, comerciales y culturales, que promovieron la romanización de la región.

La caída del Imperio Romano y el legado urbano

El colapso del Imperio Romano en el siglo V d.C. trajo consigo el fin de la supremacía romana en Hispania, pero el legado urbano y cultural de las ciudades fundadas por los romanos perduró a lo largo de los siglos. A pesar de las invasiones visigodas y posteriormente musulmanas, muchas de estas ciudades continuaron siendo núcleos importantes de población, y su trazado urbano, sus monumentos y sus ruinas se mantuvieron como testimonio de la grandeza de Roma.

Conclusión

La fundación de las ciudades romanas en España fue un proceso clave en la historia de la península ibérica. Desde el siglo III a.C. hasta la consolidación del Imperio Romano, Roma fundó numerosas ciudades que se convirtieron en centros de poder, cultura y administración. Este proceso de urbanización no solo marcó la transición de la península hacia la civilización romana, sino que también dejó una huella imborrable en la historia de España, influenciando la configuración política, económica y cultural de la región durante siglos. Las ciudades romanas fundadas en la península ibérica siguen siendo hoy en día uno de los legados más importantes de la antigua Roma.

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