Fundación de Lima, Perú (1535): Historia y Legado de la Ciudad de los Reyes

Publicado el 12 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: El Contexto Histórico de la Fundación de Lima

La fundación de Lima en 1535 marca un hito fundamental en la historia del Perú y de América del Sur. Este evento no solo representó el establecimiento de una nueva ciudad colonial, sino que también simbolizó la consolidación del dominio español en la región. Antes de la llegada de los conquistadores, el territorio que hoy ocupa Lima estaba habitado por diferentes culturas indígenas, siendo una de las más importantes la cultura Ichma, que posteriormente fue absorbida por el Imperio Inca. Sin embargo, la conquista liderada por Francisco Pizarro y sus hombres cambió radicalmente el panorama político, social y cultural de la zona.

La elección del lugar para la fundación de Lima no fue casual. Los españoles buscaban un sitio cercano al mar para facilitar el comercio y la comunicación con Panamá y España, pero también necesitaban un valle fértil que garantizara el abastecimiento de alimentos. El valle del Rímac cumplía con estas condiciones, además de contar con un clima templado que contrastaba con las regiones montañosas y tropicales del Perú. Así, el 18 de enero de 1535, Francisco Pizarro fundó oficialmente la ciudad bajo el nombre de Ciudad de los Reyes, en honor a los Reyes Magos y como gesto simbólico hacia la monarquía española.

Aunque inicialmente se pensó en Cusco como la capital del nuevo territorio conquistado, la ubicación estratégica de Lima y su acceso al puerto del Callao la convirtieron en el centro político y administrativo del Virreinato del Perú. Con el tiempo, la ciudad creció rápidamente, atrayendo a colonos, religiosos y comerciantes que moldearon su desarrollo urbano y cultural.

La Ceremonia de Fundación y los Primeros Años de la Ciudad

La ceremonia de fundación de Lima fue un acto cargado de simbolismo y rituales propios de la época colonial. Según las crónicas de la época, Francisco Pizarro, acompañado por sus capitanes y miembros del clero, realizó el tradicional acto de “toma de posesión” en nombre del rey Carlos I de España. Se trazó la Plaza Mayor, que se convertiría en el corazón político y religioso de la ciudad, y se designaron los solares para las principales instituciones: la iglesia, el cabildo y las residencias de los conquistadores más influyentes.

Los primeros años de Lima estuvieron marcados por un rápido crecimiento, pero también por numerosos desafíos. La resistencia indígena, liderada por figuras como Manco Inca, representó una amenaza constante para la estabilidad de la nueva ciudad. Además, los conflictos internos entre los propios españoles, como la rivalidad entre Pizarro y Diego de Almagro, generaron tensiones que desembocaron en guerras civiles. A pesar de esto, Lima se consolidó como un núcleo urbano clave gracias a su posición geográfica y a la implementación de un sistema de repartimientos y encomiendas que permitió la explotación de la mano de obra indígena.

Uno de los aspectos más destacados de los primeros años de Lima fue su diseño urbano. La ciudad fue planificada siguiendo el modelo de damero, con calles rectas que se cruzaban en ángulo recto, un estilo típico de las ciudades coloniales españolas. Este trazado facilitó la organización administrativa y militar, además de reflejar el ideal renacentista de orden y control. La construcción de edificios emblemáticos, como la Catedral de Lima y el Convento de San Francisco, comenzó en esta etapa, sentando las bases del patrimonio arquitectónico que hoy caracteriza a la capital peruana.

El Desarrollo de Lima como Capital del Virreinato del Perú

Con el establecimiento del Virreinato del Perú en 1542, Lima adquirió aún mayor importancia como centro del poder colonial en Sudamérica. La ciudad se convirtió en la sede de la Real Audiencia y, posteriormente, del arzobispado, consolidando su rol como eje político, religioso y cultural. La llegada de órdenes religiosas, como los dominicos, jesuitas y agustinos, contribuyó a la expansión de la evangelización y a la construcción de iglesias y conventos que aún hoy son parte esencial del paisaje limeño.

El crecimiento económico de Lima estuvo estrechamente ligado a la explotación de los recursos del virreinato, especialmente la plata de Potosí. El puerto del Callao se convirtió en uno de los más activos del Pacífico, por donde salían los metales preciosos con destino a España y llegaban productos europeos y asiáticos. Este flujo comercial atrajo a mercaderes y artesanos, diversificando la economía local y fomentando el mestizaje cultural. Sin embargo, la riqueza generada también hizo de Lima un blanco frecuente de piratas y corsarios, como Francis Drake, quien atacó el Callao en 1579.

A nivel social, Lima se caracterizó por una marcada estratificación. En la cúspide estaban los españoles peninsulares, seguidos por los criollos (hijos de españoles nacidos en América), los mestizos, los indígenas y los esclavos africanos. Esta diversidad étnica y cultural dio lugar a una sociedad compleja, donde el arte, la gastronomía y las tradiciones religiosas se fusionaron de manera única. Festividades como el Señor de los Milagros, que tiene sus raíces en esta época, son muestra del sincretismo que definió a la Lima colonial.

Legado y Transformación de Lima en la Actualidad

Desde su fundación en 1535 hasta la actualidad, Lima ha experimentado transformaciones profundas que la han convertido en una metrópolis moderna, pero que aún conserva vestigios de su pasado colonial. El centro histórico de Lima, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988, alberga imponentes casonas, iglesias barrocas y plazas que son testimonio de su esplendor virreinal. Sin embargo, el crecimiento desordenado y la migración masiva del siglo XX han generado desafíos urbanísticos y sociales que contrastan con su rico legado histórico.

Hoy, Lima es una ciudad de contrastes, donde conviven rascacielos con huacas prehispánicas y donde la gastronomía peruana, reconocida mundialmente, refleja la mezcla de sabores indígenas, africanos, europeos y asiáticos. A casi 500 años de su fundación, la capital peruana sigue siendo un espacio dinámico que honra su historia mientras mira hacia el futuro.

En conclusión, la fundación de Lima no fue solo un acto administrativo, sino el inicio de un proceso histórico que moldeó la identidad del Perú. Su legado perdura en sus calles, sus tradiciones y su gente, haciendo de ella una de las ciudades más fascinantes de América Latina.

Articulos relacionados