Fundación del Cusco: Origen, Historia y Legado de la Capital del Imperio Inca

Publicado el 12 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: El Cusco como Centro del Mundo Andino

La fundación del Cusco es un evento histórico y mítico que marcó el inicio de una de las civilizaciones más importantes de América: el Imperio Inca. Según las crónicas españolas y las tradiciones orales quechua, la ciudad fue establecida por Manco Cápac y Mama Ocllo, quienes emergieron del lago Titicaca por orden del dios Sol (Inti) para fundar un nuevo centro de poder. Sin embargo, más allá del mito, la evidencia arqueológica sugiere que el valle del Cusco ya estaba habitado por culturas anteriores a los incas, como los marcavalle y los killke. La grandeza del Cusco no solo radica en su antigüedad, sino en su transformación bajo el dominio incaico, convirtiéndose en la capital de un vasto imperio que abarcó gran parte de Sudamérica.

El Cusco, conocido como el “ombligo del mundo” (Qosqo, en quechua), fue diseñado con una planificación urbana avanzada, donde se construyeron templos, palacios y fortalezas que reflejaban el poderío del Tahuantinsuyo. Su ubicación estratégica en los Andes permitió el control de múltiples regiones ecológicas, desde la costa hasta la selva. Además, la ciudad fue el centro político, religioso y administrativo del imperio, donde el Sapa Inca gobernaba y se realizaban las ceremonias más importantes en honor a los dioses. La fundación del Cusco no solo fue un acto de creación, sino también un símbolo de orden y civilización que los incas impusieron sobre los territorios conquistados.

Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, el Cusco sufrió transformaciones radicales, pero su esencia como ciudad sagrada perduró. Hoy, es reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO y sigue siendo un lugar de gran importancia histórica y cultural para Perú y el mundo. En este artículo, exploraremos los mitos, la historia arqueológica, la expansión incaica y el legado de la fundación del Cusco.

El Mito de la Fundación: Manco Cápac y Mama Ocllo

La leyenda más conocida sobre la fundación del Cusco proviene de los relatos recopilados por el cronista Inca Garcilaso de la Vega en su obra Comentarios Reales de los Incas. Según esta versión, el dios Inti, compadecido por la barbarie en la que vivían los hombres, envió a sus hijos Manco Cápac y Mama Ocllo para civilizarlos. Emergieron de las aguas del lago Titicaca con un bastón de oro y la misión de fundar una ciudad donde el bastón se hundiera fácilmente en la tierra, señal de fertilidad. Después de un largo viaje, llegaron al valle del Cusco, donde el bastón desapareció en la tierra, indicando que ese era el lugar elegido por los dioses.

Esta narrativa no solo justificaba el derecho divino de los incas a gobernar, sino que también establecía una conexión sagrada entre el Cusco y el lago Titicaca, un lugar de gran importancia religiosa en el mundo andino. Sin embargo, es importante destacar que existen otras versiones del mito, como la recogida por el cronista Juan de Betanzos, que menciona a cuatro hermanos (los Ayar) como fundadores del Cusco. Estas diferencias reflejan la diversidad de tradiciones orales que existían en el Tahuantinsuyo antes de la llegada de los españoles.

Aunque el relato de Manco Cápac y Mama Ocllo es el más difundido, los estudios históricos y arqueológicos sugieren que el proceso de formación del Cusco como ciudad fue más complejo. Evidencias muestran que el valle ya estaba habitado siglos antes de la llegada de los incas, y que estos lograron imponerse sobre otras etnias locales mediante alianzas y conquistas. El mito, por lo tanto, sirvió como herramienta de legitimación política, consolidando el poder de la elite cusqueña sobre un territorio en expansión.

Evidencia Arqueológica: ¿Qué Hubo Antes de los Incas?

Aunque los incas atribuyeron la fundación del Cusco a sus ancestros míticos, la arqueología ha demostrado que la región estuvo poblada mucho antes de su llegada. Culturas como los marcavalle (1200 a.C. – 200 d.C.) y los killke (900 – 1200 d.C.) habitaron el valle, dejando vestigios de cerámica, estructuras habitacionales y centros ceremoniales. De hecho, algunos estudios sugieren que los incas podrían haber sido un grupo local que se impuso sobre estas culturas previas, adoptando y transformando sus tradiciones.

Excavaciones en sitios como Sacsayhuamán, originalmente atribuido exclusivamente a los incas, han revelado ocupaciones killke bajo sus cimientos. Esto indica que los incas no construyeron desde cero, sino que se apropiaron de lugares sagrados preexistentes y los reconfiguraron a su imagen. Además, técnicas de construcción como el almohadillado (piedras talladas para encajar perfectamente) tienen antecedentes en culturas anteriores, aunque los incas las perfeccionaron.

La expansión del Cusco como capital imperial no fue un proceso pacífico. Los incas tuvieron que enfrentarse a grupos rivales, como los chancas, antes de consolidar su dominio. Bajo el gobierno de Pachacútec (1438 – 1471), la ciudad fue reorganizada en forma de un puma, con Sacsayhuamán como cabeza y el Coricancha (Templo del Sol) como corazón. Este diseño urbanístico reflejaba la cosmovisión inca y su conexión con lo divino.

El Cusco en el Apogeo del Tahuantinsuyo

Durante su máximo esplendor, el Cusco fue el centro neurálgico del Tahuantinsuyo, el imperio más extenso de la América precolombina. Dividido en cuatro suyos (regiones), el imperio abarcaba desde el sur de Colombia hasta el centro de Chile y Argentina. La ciudad albergaba a la nobleza inca, los sacerdotes y los administradores que coordinaban la redistribución de bienes, la construcción de caminos (como el Qhapaq Ñan) y la organización de ejércitos.

El Coricancha, recubierto originalmente en oro, era el templo más importante, dedicado al culto de Inti. Allí se realizaban ceremonias como el Inti Raymi, que marcaba el solsticio de invierno. Además, el Cusco albergaba los aqllawasi (casas de las escogidas), donde mujeres seleccionadas elaboraban tejidos y chicha para rituales. La ciudad también funcionaba como un centro de intercambio, donde llegaban tributos de todas las regiones del imperio.

La grandeza del Cusco no solo se medía por su arquitectura, sino por su capacidad de integrar diversos pueblos bajo un mismo sistema económico y religioso. Los incas implementaron mitimaes (traslados de poblaciones) para consolidar su control y difundir el quechua como lengua franca. Sin embargo, esta expansión acelerada también generó tensiones internas, que se agravaron con la llegada de los españoles en 1533.

Conclusión: El Legado del Cusco en la Actualidad

Hoy, el Cusco es un símbolo vivo del pasado incaico y del mestizaje cultural que surgió tras la conquista española. Sus calles empedradas, iglesias coloniales construidas sobre cimientos incas y festividades como el Inti Raymi atraen a millones de turistas cada año. La ciudad no solo es un tesoro arqueológico, sino también un recordatorio de la resistencia y adaptación de las culturas andinas.

La fundación del Cusco, ya sea vista como un hecho histórico o mítico, representa el inicio de una civilización que dejó un legado imborrable en la historia de América. Su estudio continúa revelando nuevos aspectos sobre el ingenio y la cosmovisión de los incas, reafirmando su importancia como patrimonio de la humanidad.

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Rodrigo Ricardo

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