La Creación del Obelisco de Buenos Aires (Mayo de 1936)
El Origen de un Monumento Icónico
El Obelisco de Buenos Aires es uno de los monumentos más representativos de Argentina, erigido en conmemoración del cuarto centenario de la fundación de la ciudad. Su construcción, iniciada el 23 de mayo de 1936, fue un proyecto impulsado por el intendente Mariano de Vedia y Mitre, bajo el gobierno del presidente Agustín P. Justo. Este imponente estructura, diseñada por el arquitecto Alberto Prebisch, se convirtió rápidamente en un símbolo de modernidad y progreso para la capital argentina. Su ubicación en la intersección de las avenidas Corrientes y 9 de Julio no fue casual, ya que este punto geográfico era considerado el corazón de la ciudad, un espacio donde convergían la cultura, el comercio y la vida social porteña.

La decisión de construir el Obelisco generó controversias desde sus inicios. Muchos criticaron su diseño minimalista y su costo, mientras que otros lo vieron como una obra necesaria para marcar un hito en la historia urbana de Buenos Aires. A pesar de las polémicas, la obra se completó en un tiempo récord de apenas 31 días, demostrando la eficiencia de los equipos de construcción y la determinación de las autoridades por dejar un legado perdurable. El monumento, con sus 67.5 metros de altura, se alzó como una estructura única en su tipo, inspirada en los obeliscos antiguos pero con un estilo arquitectónico moderno que reflejaba las aspiraciones de una ciudad en crecimiento.
Además de su valor simbólico, el Obelisco fue concebido como un elemento urbanístico que contribuiría a la reorganización del tránsito y la revitalización del centro de Buenos Aires. Su construcción coincidió con un período de transformaciones en la ciudad, que incluía la ampliación de avenidas y la modernización de la infraestructura. Con el paso de los años, el Obelisco no solo se consolidó como un punto de referencia geográfico, sino también como un emblema cultural, escenario de manifestaciones políticas, celebraciones deportivas y eventos artísticos que han marcado la historia argentina.
El Diseño y la Construcción: Una Obra de Ingeniería Innovadora
El arquitecto Alberto Prebisch, uno de los exponentes del modernismo argentino, fue el encargado de diseñar el Obelisco. Su propuesta se basó en líneas simples y geométricas, evitando ornamentos excesivos para destacar la pureza de sus formas. Prebisch, quien también fue responsable de otros proyectos emblemáticos como el Teatro Gran Rex, concibió el monumento como una estructura de hormigón armado revestido en piedra calcárea, materiales que garantizaban durabilidad y resistencia. La elección de un obelisco como figura central no fue arbitraria; esta forma, utilizada desde la antigüedad en culturas como la egipcia, simbolizaba la conexión entre la tierra y el cielo, además de representar poder y eternidad.
La construcción estuvo a cargo de la empresa alemana GEOPÉ, que empleó a más de 150 obreros trabajando en turnos continuos para cumplir con el exigente plazo establecido. El proceso requirió técnicas innovadoras para la época, como el uso de encofrados deslizantes que permitieron elevar la estructura a gran velocidad. Cada sección del Obelisco fue calculada meticulosamente para garantizar su estabilidad, especialmente considerando las condiciones del suelo porteño y los vientos fuertes que podrían afectar su estructura. A pesar de los desafíos técnicos, la obra se completó sin mayores inconvenientes, siendo inaugurada oficialmente el 23 de mayo de 1936, aunque su recepción pública no fue inmediatamente favorable.
Uno de los aspectos más discutidos fue la ausencia de escaleras internas o miradores, lo que limitaba su función práctica y lo convertía en un monumento puramente simbólico. Sin embargo, esta característica también contribuyó a su singularidad, diferenciándolo de otras estructuras similares en el mundo. Con el tiempo, el diseño de Prebisch fue revalorizado, y el Obelisco pasó a ser considerado una obra maestra de la arquitectura moderna. Su influencia se extendió más allá de Argentina, inspirando proyectos similares en otras ciudades latinoamericanas que buscaban emular su impacto visual y cultural.
El Obelisco en la Cultura Popular: De la Polémica al Ícono Nacional
Aunque hoy es un símbolo indiscutido de Buenos Aires, el Obelisco no siempre fue recibido con entusiasmo. En sus primeros años, muchos porteños lo consideraron una intrusión en el paisaje urbano, e incluso hubo propuestas para demolerlo. Sin embargo, con el paso del tiempo, el monumento fue ganando aceptación y se integró a la identidad cultural de la ciudad. Su presencia en el centro neurálgico de Buenos Aires lo convirtió en un punto de encuentro para manifestaciones políticas, festejos populares y actos públicos, consolidando su papel como escenario de la vida nacional.
Uno de los momentos más memorables en la historia del Obelisco fue durante el Mundial de Fútbol de 1978, cuando miles de argentinos se congregaron a sus pies para celebrar la victoria de la selección nacional. Desde entonces, ha sido testigo de innumerables eventos deportivos, conciertos masivos y expresiones artísticas, como las intervenciones lumínicas que lo han transformado en un lienzo gigante para conmemorar fechas patrias o campañas sociales. Su imagen ha sido reproducida en postales, películas y obras literarias, trascendiendo su función original para convertirse en un referente emocional para los argentinos.
Actualmente, el Obelisco es uno de los atractivos turísticos más visitados de Buenos Aires, atrayendo a millones de personas cada año. Su iluminación nocturna y su imponente silueta lo han convertido en un ícono reconocido internacionalmente, representando no solo a la ciudad, sino también la esencia de Argentina. Su historia refleja la capacidad de una sociedad para reinterpretar su patrimonio y adoptar símbolos que, aunque inicialmente controvertidos, terminan por definir su identidad colectiva.
Conclusión: El Legado del Obelisco en el Siglo XXI
Más de ocho décadas después de su construcción, el Obelisco sigue siendo un testimonio de la audacia y la visión de una generación que buscó modernizar Buenos Aires. Su historia es un recordatorio de cómo la arquitectura puede trascender su función estética para convertirse en un elemento vivo dentro de la cultura de un país. Hoy, es imposible imaginar la silueta de la ciudad sin esta imponente estructura, que continúa inspirando admiración y orgullo en quienes la contemplan. El Obelisco no es solo un monumento; es un símbolo de la evolución de una nación y un testigo mudo de su historia.
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