La Guerra con Chile y la Disolución de la Confederación Perú-Boliviana
Antecedentes del Conflicto
La Guerra con Chile, también conocida como Guerra del Pacífico (1879-1884), fue un conflicto armado que enfrentó a Chile contra una alianza entre Perú y Bolivia. Sin embargo, para comprender las causas profundas de esta guerra, es necesario remontarse a la década de 1830, cuando se formó la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839). Esta unión política, impulsada por el mariscal Andrés de Santa Cruz, buscaba consolidar el poder de ambos países frente a las amenazas externas, particularmente de Chile y Argentina, quienes veían con recelo el fortalecimiento de esta entidad. La Confederación fue vista como una amenaza al equilibrio regional, lo que llevó a Chile a intervenir militarmente en su contra, logrando su disolución tras la Batalla de Yungay en 1839.
Las tensiones entre Chile y Perú-Bolivia no desaparecieron con el fin de la Confederación. Por el contrario, las rivalidades económicas y territoriales se intensificaron, especialmente por el control de los ricos depósitos de salitre en el Desierto de Atacama, una zona de importancia estratégica y económica. Bolivia, que originalmente tenía soberanía sobre la región, firmó tratados con Chile que luego fueron incumplidos, generando disputas que desembocaron en la guerra. Perú, por su parte, estaba ligado a Bolivia por un tratado de alianza defensiva secreto, lo que lo involucró automáticamente en el conflicto cuando Chile declaró la guerra a Bolivia en 1879.
El Estallido de la Guerra del Pacífico
El detonante inmediato de la Guerra del Pacífico fue la decisión del gobierno boliviano de aumentar los impuestos a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, una empresa chilena que operaba en territorio boliviano. Chile consideró esta medida como una violación del Tratado de Límites de 1874, que establecía que no se aumentarían los tributos a las empresas chilenas por un período de 25 años. Ante la negativa boliviana de retroceder en su decisión, Chile ocupó militarmente el puerto de Antofagasta el 14 de febrero de 1879, marcando el inicio de las hostilidades.
Perú, que había mantenido una posición neutral en un principio, se vio obligado a intervenir debido al tratado secreto con Bolivia. Cuando Chile descubrió esta alianza, declaró la guerra a ambos países el 5 de abril de 1879. Las primeras campañas militares se centraron en el control del mar, ya que la supremacía naval era crucial para asegurar el abastecimiento de tropas y el dominio de los territorios en disputa. La Marina de Chile, mejor preparada y equipada, logró una ventaja decisiva tras la Batalla de Angamos (8 de octubre de 1879), donde capturó el monitor peruano Huáscar, una de las naves más importantes de Perú.
La Campaña Terrestre y la Ocupación de Lima
Con el dominio del mar asegurado, Chile inició una ofensiva terrestre en el sur de Perú, avanzando hacia las regiones ricas en salitre. Las fuerzas chilenas lograron importantes victorias en las batallas de San Francisco (19 de noviembre de 1879) y Tarapacá (27 de noviembre de 1879), consolidando su control sobre el territorio. Sin embargo, la resistencia peruana no cesó, y en la Batalla de Tarapacá, las tropas peruanas lograron una efímera victoria que no pudo revertir el curso de la guerra.
El siguiente objetivo chileno fue la capital peruana, Lima. Tras desembarcar en las cercanías de la ciudad, las tropas chilenas se enfrentaron al ejército peruano en las batallas de San Juan (13 de enero de 1881) y Miraflores (15 de enero de 1881). A pesar de la feroz resistencia peruana, las fuerzas chilenas superiores en número y organización lograron tomar la capital, ocupándola por más de dos años. Durante este período, se produjeron saqueos, destrucción de propiedades y un profundo resentimiento entre la población peruana hacia las fuerzas de ocupación.
La Resistencia en la Sierra y el Fin de la Guerra
Aunque Lima había caído, la guerra no terminó inmediatamente. En las regiones montañosas del Perú, líderes como Andrés Avelino Cáceres organizaron una resistencia conocida como la Campaña de la Breña, que prolongó el conflicto mediante tácticas de guerrilla. Las fuerzas peruanas infligieron algunas derrotas a los chilenos, como en la Batalla de Concepción (9 de julio de 1882), pero la superioridad militar chilena era abrumadora.
Finalmente, tras años de lucha, Perú y Bolivia se vieron obligados a firmar tratados de paz con Chile. Bolivia perdió su acceso al mar con el Tratado de 1884, mientras que Perú cedió Tarapacá y quedó bajo ocupación chilena de Tacna y Arica hasta 1929. La guerra dejó devastación económica y social en ambos países, mientras que Chile consolidó su hegemonía en la región.
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