La Muerte de Juan Domingo Perón (1974): El Fin de una Era en Argentina

Publicado el 10 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: El Contexto Histórico de la Muerte de Perón

La muerte del general Juan Domingo Perón el 1 de julio de 1974 marcó un punto de inflexión en la historia argentina. Perón, quien había regresado al poder en 1973 después de 18 años de exilio, enfrentaba un país profundamente dividido entre sectores políticos radicalizados, una economía en crisis y una sociedad polarizada. Su fallecimiento no solo significó la pérdida del líder más influyente del peronismo, sino que también desencadenó una serie de eventos que llevarían a Argentina a uno de los períodos más oscuros de su historia: la dictadura militar iniciada en 1976. Perón había logrado, en su tercer mandato, cierta estabilidad política, pero su deteriorada salud y la creciente violencia entre facciones peronistas y grupos de izquierda y derecha complicaron su gobierno. Su muerte dejó un vacío de poder que su vicepresidente y tercera esposa, María Estela Martínez de Perón (Isabelita), no pudo llenar, llevando al país a una crisis institucional sin precedentes.

El retorno de Perón en 1973 había generado grandes expectativas entre sus seguidores, quienes veían en él la figura capaz de unificar al movimiento peronista y pacificar el país. Sin embargo, la realidad fue mucho más compleja. Los grupos de izquierda, como Montoneros, y los sectores de derecha peronista, como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), se enfrentaban en las calles, mientras la economía sufría los efectos de la crisis del petróleo y políticas inflacionarias. Perón, ya anciano y enfermo, intentó mediar entre estas fuerzas, pero su autoridad se vio debilitada por su estado de salud. Cuando falleció, Argentina perdió no solo a su líder, sino también el último freno a la escalada de violencia que desembocaría en el golpe de Estado de 1976.

El Deterioro de la Salud de Perón y sus Últimos Días

Juan Domingo Perón había regresado a Argentina en junio de 1973 después de casi dos décadas en el exilio, primero en Paraguay, luego en Panamá, Venezuela, República Dominicana y finalmente en España. Aunque su regreso fue triunfal, su salud ya estaba comprometida. Sufría de problemas cardíacos y, según algunos informes, de un cáncer de próstata avanzado. A pesar de ello, asumió la presidencia en octubre de 1973, tras las elecciones que lo consagraron con más del 60% de los votos. Sin embargo, su capacidad para gobernar se vio limitada por su condición médica. En los primeros meses de 1974, su deterioro físico era evidente: su voz era más débil, su movilidad reducida y sus apariciones públicas cada vez más esporádicas.

El 12 de junio de 1974, Perón sufrió un grave episodio de insuficiencia cardíaca que lo obligó a delegar temporalmente el poder en su vicepresidenta, Isabel Perón. A partir de ese momento, su estado empeoró rápidamente. El 1 de julio, alrededor del mediodía, se anunció su muerte a los 78 años. La noticia conmocionó al país, generando manifestaciones de dolor masivas, pero también incertidumbre sobre el futuro político. Su cuerpo fue velado en el Congreso Nacional, donde miles de personas desfilaron para darle el último adiós. El funeral fue uno de los más multitudinarios en la historia argentina, comparable solo con el de Eva Perón en 1952. Sin embargo, a diferencia del fallecimiento de Evita, la muerte de Perón no unió al país, sino que aceleró su división.

Isabel Perón en el Poder: El Comienzo del Fin del Gobierno Peronista

Con la muerte de Perón, Isabel asumió la presidencia en un momento de extrema fragilidad política. Carecía de la experiencia y el carisma de su esposo, y rápidamente quedó atrapada en las luchas internas del peronismo. Su gobierno estuvo marcado por la influencia de figuras controvertidas, como su ministro de Bienestar Social, José López Rega, fundador de la Triple A y acusado de instigar la violencia paramilitar contra opositores. Bajo su mandato, la situación económica empeoró, con una inflación que superó el 300% en 1975, y la violencia política alcanzó niveles sin precedentes.

Isabel Perón intentó mantener el control, pero su falta de liderazgo y las presiones de los sectores militares y sindicales la llevaron a tomar medidas cada vez más autoritarias. En febrero de 1975, decretó un estado de sitio para contener la creciente ola de secuestros y atentados, pero esto solo incrementó la represión. Para 1976, el descontento social y la inestabilidad política eran tales que las Fuerzas Armadas decidieron intervenir. El 24 de marzo de ese año, un golpe militar derrocó a Isabel Perón, iniciando una dictadura que duraría hasta 1983 y que dejaría miles de desaparecidos.

Conclusión: El Legado de Perón y las Consecuencias de su Muerte

La muerte de Perón no solo significó el fin de su liderazgo, sino también el colapso del frágil equilibrio político que había mantenido en sus últimos años. Su ausencia permitió que las tensiones acumuladas estallaran, llevando a Argentina a una de sus etapas más violentas y oscuras. Aunque el peronismo sobrevivió como movimiento político, nunca volvió a tener una figura unificadora como Perón. Su legado sigue siendo objeto de debate: para algunos, fue un líder popular que defendió a los trabajadores; para otros, un caudillo cuyo movimiento no pudo sostenerse sin él. Lo cierto es que su muerte en 1974 marcó el final de una era y el comienzo de una de las décadas más turbulentas en la historia argentina.

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