La Privatización de los Bienes Comunes como Mecanismo de Acumulación por Desposesión

Publicado el 14 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: El Ataque Neoliberal a los Bienes Colectivos

La privatización de los bienes comunes representa uno de los pilares fundamentales de la acumulación por desposesión en el marco del capitalismo neoliberal. David Harvey señala cómo, bajo la retórica de la “eficiencia económica” y la “modernización”, los Estados y las corporaciones han impulsado un sistemático proceso de apropiación privada de recursos que históricamente fueron gestionados colectivamente. Agua, tierras, bosques, semillas, conocimientos ancestrales e incluso servicios públicos esenciales como la salud y la educación han sido gradualmente convertidos en mercancías, generando ganancias para unos pocos a costa del bienestar de las mayorías.

Este fenómeno no es nuevo, pero se intensificó globalmente a partir de los años 80 con la imposición del Consenso de Washington y las políticas de ajuste estructural del FMI. Países en desarrollo fueron forzados a privatizar empresas estatales y abrir sus economías a corporaciones transnacionales como condición para recibir préstamos internacionales. El resultado ha sido una alarmante concentración de riqueza y un aumento sin precedentes de la desigualdad social. En América Latina, por ejemplo, la privatización del agua en Bolivia (1999) y Chile (1981) generó masivas protestas sociales al convertir un derecho humano básico en un lucrativo negocio para multinacionales como Bechtel y Suez.

Este artículo analizará en profundidad cómo opera el mecanismo de privatización como forma de desposesión, examinando casos paradigmáticos, los actores involucrados y las estrategias de resistencia que han surgido para defender los bienes comunes. Asimismo, explorará las alternativas que se están construyendo desde los movimientos sociales para reivindicar lo colectivo frente al avance del mercado.


1. La Lógica Capitalista detrás de la Privatización de los Comunes

El concepto de “bienes comunes” o “commons” refiere a aquellos recursos que no son propiedad privada ni estatal, sino que pertenecen y son gestionados colectivamente por comunidades. Desde los bosques comunales medievales en Europa hasta los sistemas de riego ancestrales en los Andes, estas formas de organización social demostraron durante siglos su capacidad para manejar recursos de manera sostenible. Sin embargo, el capitalismo requiere constantemente de nuevos espacios para acumular, lo que lo lleva a cercar y privatizar estos bienes mediante diversos mecanismos legales, económicos y hasta violentos.

Una de las estrategias más utilizadas ha sido la transformación jurídica de los derechos de propiedad. Mediante reformas legales, los Estados han facilitado que tierras comunales indígenas o ejidos campesinos sean vendidos a grandes corporaciones agroindustriales, mineras o inmobiliarias. En México, por ejemplo, la reforma al artículo 27 constitucional en 1992 permitió la privatización de tierras ejidales, abriendo paso a megaproyectos turísticos como los de Cancún y Los Cabos, que desplazaron a comunidades enteras. Similarmente, en África, el acaparamiento de tierras (land grabbing) por parte de empresas europeas, chinas y saudíes ha dejado sin sustento a millones de agricultores.

Otro mecanismo clave ha sido la mercantilización de servicios públicos. Bajo el argumento de que el Estado es “ineficiente”, se han privatizado sistemas de salud, educación, pensiones y transporte en numerosos países. En Chile, el modelo de AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) implementado durante la dictadura de Pinochet convirtió los ahorros previsionales de los trabajadores en un negocio para bancos, generando jubilaciones miserables. Estos procesos no son neutrales: como explica Harvey, crean nuevas oportunidades de acumulación para el capital mientras destruyen redes de protección social, profundizando la precarización de la vida.


2. Casos Paradigmáticos: El Agua, la Tierra y el Conocimiento

El agua se ha convertido en uno de los bienes más codiciados por el capital en el siglo XXI. Su escasez creciente debido al cambio climático y la contaminación ha llevado a corporaciones y fondos de inversión a apropiarse de fuentes hídricas en todo el mundo. Un caso emblemático fue la privatización del agua en Cochabamba, Bolivia, en el año 2000. El gobierno, presionado por el Banco Mundial, concedió el servicio a la transnacional Bechtel, que inmediatamente subió las tarifas hasta en un 300%, haciendo el agua inaccesible para los pobres. La rebelión popular conocida como la “Guerra del Agua” logró revertir la privatización, marcando un hito en las luchas contra la desposesión neoliberal.

Otro ámbito de disputa es la tierra y los recursos naturales. En la Amazonía brasileña, la expansión del agronegocio y la minería ha llevado a la deforestación masiva y al despojo de territorios indígenas. La llegada de Jair Bolsonaro al poder aceleró este proceso mediante el debilitamiento de las protecciones ambientales y el apoyo a madereros y mineros ilegales. Comunidades como los Yanomami y los Munduruku han denunciado invasiones violentas a sus tierras, con incendios provocados y asesinatos de líderes sociales. Estos conflictos muestran cómo la acumulación por desposesión opera mediante una combinación de coerción estatal y violencia paramilitar.

Un tercer frente es la privatización del conocimiento y la biodiversidad. Empresas farmacéuticas y agroquímicas patentan semillas y medicinas basadas en saberes ancestrales de pueblos originarios, sin ningún beneficio para estas comunidades. La biopiratería es una forma de desposesión intelectual que convierte bienes colectivos en propiedad corporativa. En India, las protestas de campesinos contra las patentes de semillas de Monsanto (ahora Bayer) han sido masivas, mostrando la resistencia global a este nuevo cercamiento de los comunes.


3. Resistencias y Alternativas: Hacia una Economía de los Comunes

Frente a este panorama, han surgido en todo el mundo movimientos que defienden los bienes comunes y construyen alternativas al modelo privatizador. Uno de los más inspiradores es el de las “ciudades en transición”, donde comunidades gestionan cooperativamente recursos como energía renovable, huertos urbanos y sistemas de trueque. En Barcelona, la plataforma “Agua es Vida” logró remunicipalizar el servicio de agua en 2020, sacándolo de manos de la multinacional Suez.

En el ámbito rural, las luchas por la soberanía alimentaria promovidas por La Vía Campesina han demostrado que otra agricultura es posible, basada en semillas nativas, mercados locales y agroecología. En México, los zapatistas han creado sistemas autónomos de salud y educación fuera del control estatal y del mercado, demostrando que los comunes pueden organizarse desde abajo.

A nivel teórico, autores como Elinor Ostrom (Premio Nobel de Economía 2009) han demostrado que los bienes comunes no llevan inevitablemente a la “tragedia” que predice la economía ortodoxa, sino que pueden gestionarse democráticamente. Experiencias como las cooperativas integrales en Cataluña o los bancos de tiempo en Italia muestran que es posible crear economías basadas en la reciprocidad y no en la acumulación privada.

La batalla por los comunes es, en última instancia, una batalla por la democracia real. Como señala Harvey, solo mediante la organización colectiva y la reapropiación social de la riqueza podremos frenar el avance de la acumulación por desposesión. El futuro no está en más privatizaciones, sino en reinventar los comunes para el siglo XXI.


Conclusión: Los Comunes como Horizonte de Transformación

La privatización de los bienes comunes representa una de las formas más brutales de acumulación por desposesión en nuestra era. Mediante mecanismos legales, económicos y coercitivos, el capitalismo neoliberal ha convertido en mercancía lo que antes era de todos, generando exclusión y crisis ecológica. Sin embargo, como muestran las luchas globales, hay alternativas viables basadas en la gestión colectiva, la justicia ambiental y la democracia radical.

Los comunes no son un vestigio del pasado, sino un horizonte de futuro. En un mundo amenazado por el colapso climático y la desigualdad extrema, reconstruir los lazos comunitarios y defender lo público-común se vuelve una tarea urgente. La teoría de Harvey nos da las herramientas para entender estos procesos y, sobre todo, para transformarlos. La pregunta que queda es: ¿seremos capaces de construir ese otro mundo posible antes de que el capitalismo termine de cercar todo lo que nos queda?

Author

Rodrigo Ricardo

Apasionado por compartir conocimientos y ayudar a otros a aprender algo nuevo cada día.

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