La Resistencia Peronista (1955-1973): Proscripción y Lucha por el Retorno

Publicado el 4 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

La Revolución Libertadora y la Persecución al Movimiento Peronista

El golpe militar de septiembre de 1955, autodenominado “Revolución Libertadora”, inició uno de los períodos más turbulentos de la historia argentina contemporánea. Bajo el liderazgo del general Eduardo Lonardi primero, y luego de Pedro Eugenio Aramburu, el nuevo gobierno de facto implementó una política de desmantelamiento sistemático de las estructuras peronistas: intervino la CGT, disolvió el Partido Peronista, y persiguió a dirigentes sindicales mediante el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado). Los símbolos del peronismo fueron prohibidos – desde la mención del nombre de Perón hasta la entonación de la marcha partidaria – mientras se destruían monumentos a Eva Perón y se profanaba su cadáver, que sería secuestrado y enterrado secretamente en Italia. Esta persecución generó una resistencia subterránea que adoptó múltiples formas: desde el “voto en blanco” como expresión política (que llegó a superar el 25% en las elecciones de 1957) hasta sabotajes industriales organizados por grupos como la Resistencia Peronista y las primeras organizaciones guerrilleras como Uturuncos.

El gobierno militar, dividido entre sectores “duros” y “blandos”, intentó sin éxito reemplazar al peronismo con un proyecto político alternativo. La Convención Constituyente de 1957, boicoteada por el peronismo proscripto, reformó la Constitución pero no logró legitimidad popular. Cuando Arturo Frondizi (UCRI) ganó las elecciones de 1958 con un pacto secreto con Perón – prometiendo levantar la proscripción -, pronto se vio atrapado entre las presiones militares y las expectativas peronistas. Su eventual traición al acuerdo (manteniendo la prohibición del peronismo) y su posterior derrocamiento en 1962 demostraron la imposibilidad de estabilizar el sistema político sin incluir a la fuerza mayoritaria. La resistencia peronista, mientras tanto, se fortalecía en las fábricas, donde los cuerpos de delegados mantenían viva la llama del movimiento, y en las universidades, donde surgía una nueva generación de militantes juveniles que combinaban el peronismo con ideas revolucionarias.

El Cordobazo y el Camino Hacia el Retorno: 1969-1973

El año 1969 marcó un punto de inflexión en la resistencia peronista con el estallido del Cordobazo, una insurrección popular espontánea que combinó protestas obreras y estudiantiles en la ciudad industrial de Córdoba. Durante dos días (29-30 de mayo), la ciudad quedó bajo control de los manifestantes, que enfrentaron a las fuerzas de seguridad con barricadas y violencia callejera. Este evento, replicado luego en otros “azos” como el Rosariazo y el Viborazo, demostró la imposibilidad de contener por más tiempo las demandas de participación política. La dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) y sus sucesores Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse intentaron diversos grados de apertura, pero manteniendo siempre la proscripción a Perón.

La estrategia del “Gran Acuerdo Nacional” (GAN) propuesta por Lanusse en 1971 buscaba canalizar el descontento mediante elecciones controladas, pero con una condición imposible: Perón no podría ser candidato. La respuesta del viejo líder, desde su exilio en Madrid, fue contundente: promovió la formación de un frente político amplio (el FREJULI) y envió a su delegado personal, Héctor José Cámpora, como candidato simbólico con la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. Las elecciones de marzo de 1973, las primeras sin proscripciones en 18 años, dieron una victoria aplastante al peronismo con el 49% de los votos. El 20 de junio, cuando Perón finalmente regresó a Argentina, una masacre en Ezeiza (donde sectores de la derecha peronista dispararon contra la Juventud Peronista) anticipó los violentos conflictos que marcarían su último gobierno. Sin embargo, ese momento representó el punto culminante de una resistencia de casi dos décadas, demostrando la capacidad de supervivencia del movimiento peronista incluso en las condiciones más adversas. La proscripción había terminado, pero el país que recibía a Perón era radicalmente distinto al de 1955: más radicalizado, más violento, y con un movimiento peronista profundamente dividido entre izquierda y derecha.

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