Teoría Feminista Liberal (Betty Friedan)

Publicado el 14 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción a la Teoría Feminista Liberal

La teoría feminista liberal, encabezada por pensadoras como Betty Friedan, surge como una corriente que busca la igualdad de género a través de la reforma de las estructuras sociales, políticas y económicas dentro del sistema democrático liberal. A diferencia de otras corrientes feministas que proponen cambios radicales o la deconstrucción del sistema patriarcal desde sus raíces, el feminismo liberal se enfoca en garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres en el ámbito público y privado. Betty Friedan, autora del influyente libro “La Mística de la Femineidad” (1963), fue una de las principales exponentes de esta teoría, cuestionando los roles de género tradicionales que limitaban a las mujeres al espacio doméstico. Su obra no solo inspiró a miles de mujeres a reclamar su lugar en el mundo laboral y académico, sino que también sentó las bases para el movimiento de liberación femenina en la segunda ola del feminismo.

El feminismo liberal parte de la premisa de que la desigualdad de género no es un problema biológico, sino social y cultural, perpetuado por normas y leyes discriminatorias. Friedan argumentaba que las mujeres eran educadas para encontrar realización exclusivamente en el matrimonio y la maternidad, lo que generaba una insatisfacción generalizada que ella denominó “el problema que no tiene nombre”. A través de su análisis, demostró cómo esta ideología de la femineidad tradicional impedía que las mujeres desarrollaran su potencial intelectual y profesional. La solución, según el feminismo liberal, no era destruir el sistema, sino reformarlo desde dentro, eliminando barreras legales y culturales que impedían la plena participación de las mujeres en la sociedad.

Uno de los mayores logros del feminismo liberal fue su influencia en políticas públicas, como la Ley de Igualdad Salarial de 1963 y la inclusión del Título IX en la Educación en Estados Unidos, que prohibió la discriminación por género en instituciones educativas. Friedan y otras feministas liberales creían en el poder de la legislación para generar cambios estructurales, aunque también reconocían la importancia de transformar las mentalidades individuales. Sin embargo, esta corriente ha recibido críticas por centrarse principalmente en las problemáticas de mujeres blancas de clase media, dejando de lado las intersecciones de raza, clase y sexualidad que afectan a otras mujeres. A pesar de esto, el legado de Betty Friedan sigue siendo fundamental para entender la lucha por la igualdad de género en el marco de las democracias liberales.

Betty Friedan y “La Mística de la Femineidad”

El libro “La Mística de la Femineidad” (1963) marcó un antes y después en la historia del feminismo al exponer la insatisfacción silenciosa que experimentaban muchas mujeres estadounidenses en la década de 1950 y 1960. Friedan realizó entrevistas con amas de casa de clase media que, a pesar de tener familias estables y comodidades materiales, sentían un vacío existencial. Ella identificó este malestar como consecuencia de una sociedad que les negaba la posibilidad de realizarse fuera del hogar. La “mística de la femineidad” era, según Friedan, un constructo social que idealizaba a la mujer como esposa y madre, mientras desalentaba sus aspiraciones profesionales e intelectuales. Este fenómeno no solo limitaba a las mujeres, sino que también afectaba a la sociedad en su conjunto, al desperdiciar el talento de la mitad de su población.

Friedan argumentaba que los medios de comunicación, la publicidad y la psicología de la época reforzaban esta imagen de la mujer feliz en el hogar, presentando cualquier desviación de este modelo como anormal. Incluso las universidades, que en teoría preparaban a las mujeres para carreras profesionales, terminaban por orientarlas hacia el matrimonio como meta última. La autora criticó especialmente a figuras como Sigmund Freud, cuyas teorías psicoanalíticas justificaban la sumisión femenina al definirla como parte de la naturaleza de la mujer. Frente a esto, Friedan propuso un nuevo paradigma en el que las mujeres pudieran elegir libremente entre la vida familiar y la profesional, sin ser juzgadas por su decisión. Su obra fue un llamado a la acción, inspirando a muchas a cuestionar su rol en la sociedad y a exigir cambios concretos.

El impacto de “La Mística de la Femineidad” fue inmediato y masivo, convirtiéndose en un bestseller y catalizando el movimiento feminista de la segunda ola. Sin embargo, algunas críticas señalaron que Friedan había ignorado las realidades de las mujeres pobres, racializadas y lesbianas, cuyas luchas iban más allá de la insatisfacción doméstica. A pesar de estas limitaciones, su trabajo abrió el diálogo sobre la opresión de género y sentó las bases para futuras discusiones dentro del feminismo. Friedan no solo fue una teórica, sino también una activista clave en la fundación de la Organización Nacional para las Mujeres (NOW), que luchó por derechos como el aborto legal, la igualdad laboral y el fin de la discriminación educativa. Su enfoque reformista demostró que el cambio era posible dentro del sistema, aunque también dejó claro que la lucha por la igualdad estaba lejos de terminar.

La Fundación de NOW y el Activismo Político de Friedan

El activismo de Betty Friedan alcanzó un punto culminante en 1966 con la fundación de la Organización Nacional para las Mujeres (NOW, por sus siglas en inglés), una de las instituciones más influyentes en la lucha por los derechos de las mujeres en Estados Unidos. NOW surgió como respuesta a la persistente discriminación laboral y legal que enfrentaban las mujeres, incluso después de la aprobación del Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohibía la discriminación por sexo en el empleo. Friedan y otras feministas liberales reconocieron que las leyes no se aplicaban efectivamente y que era necesario un movimiento organizado para presionar al gobierno y a las empresas. NOW adoptó un enfoque reformista, trabajando dentro del sistema político para lograr cambios legislativos, como la igualdad salarial, acceso a anticonceptivos y oportunidades educativas equitativas.

Uno de los mayores logros de NOW bajo el liderazgo de Friedan fue su campaña por la Enmienda de Igualdad de Derechos (ERA), que buscaba consagrar en la Constitución estadounidense la igualdad legal entre hombres y mujeres. Aunque la ERA nunca fue ratificada, su impulso generó un debate nacional sobre los derechos de las mujeres y ayudó a visibilizar las desigualdades estructurales. Friedan también desempeñó un papel clave en la organización de la Huelga de Mujeres por la Igualdad en 1970, un evento masivo que convocó a miles de personas en Nueva York para protestar por la discriminación de género. Este tipo de movilizaciones demostraron que el feminismo liberal no se limitaba a discusiones teóricas, sino que también podía generar acciones colectivas poderosas.

Sin embargo, el enfoque de NOW y Friedan no estuvo exento de críticas. Algunas feministas radicales argumentaban que el movimiento era demasiado moderado y que no abordaba problemas más profundos, como la violencia machista o la opresión económica. Además, NOW fue acusada de centrarse demasiado en las mujeres blancas de clase media, ignorando las luchas de las mujeres negras, latinas y trabajadoras. A pesar de estas limitaciones, el legado de Friedan en el activismo político sigue siendo fundamental. Su estrategia de cambiar el sistema desde dentro inspiró a generaciones posteriores de feministas liberales que continúan luchando por reformas legales y políticas públicas igualitarias.

Críticas y Limitaciones del Feminismo Liberal de Friedan

Aunque el feminismo liberal de Betty Friedan logró avances significativos en derechos civiles y laborales para las mujeres, también enfrentó fuertes críticas por su enfoque limitado. Una de las principales objeciones fue su énfasis en las mujeres blancas de clase media, que dejaba fuera las experiencias de mujeres racializadas, pobres y de la comunidad LGBTQ+. Autoras como bell hooks señalaron que “La Mística de la Femineidad” no consideraba cómo las mujeres negras, históricamente obligadas a trabajar fuera del hogar, no compartían la misma angustia por la domesticidad. Mientras Friedan hablaba de la liberación a través del trabajo remunerado, muchas mujeres de color ya estaban atrapadas en empleos mal pagados sin beneficios, lo que mostraba una brecha en su análisis.

Otra crítica importante fue que el feminismo liberal no cuestionaba el sistema capitalista ni las estructuras de poder patriarcales de manera radical. A diferencia del feminismo socialista o el radical, que proponían transformaciones económicas y culturales profundas, Friedan y sus seguidoras confiaban en que la igualdad se alcanzaría mediante reformas legales y acceso al mercado laboral. Sin embargo, esto no resolvía problemas como la doble jornada laboral (trabajo remunerado + trabajo doméstico no pagado) o la falta de apoyo estatal para madres trabajadoras. Además, su visión del empoderamiento a través del empleo asumía que todas las mujeres deseaban integrarse al mundo corporativo, ignorando otras formas de realización personal.

Finalmente, algunas feministas argumentaron que el feminismo liberal individualizaba demasiado la lucha por la igualdad, centrándose en el éxito personal (ej.: mujeres que “lo logran todo”) en lugar de buscar cambios colectivos. Aunque Friedan abogaba por políticas públicas, su discurso a veces caía en la narrativa de la “mujer excepcional” que triunfa por mérito propio, en vez de desafiar sistemas opresivos completos. Estas críticas llevaron a evoluciones dentro del feminismo, como el surgimiento del feminismo interseccional en los años 80 y 90, que buscaba abordar las múltiples formas de opresión que enfrentan las mujeres.

El Legado de Betty Friedan en el Feminismo Contemporáneo

A pesar de las críticas, el impacto de Betty Friedan en el feminismo moderno es innegable. Su trabajo sentó las bases para discusiones clave sobre igualdad laboral, derechos reproductivos y equidad educativa, temas que siguen vigentes hoy. La insistencia de Friedan en que “lo personal es político” ayudó a politizar experiencias que antes se consideraban privadas, como la maternidad, el divorcio y el acoso sexual. Además, su enfoque en la reforma legal inspiró avances como la Ley de Licencia Familiar y Médica (1993) en EE.UU. y leyes contra la discriminación de género en otros países.

En el siglo XXI, muchas de sus ideas han sido retomadas y adaptadas por nuevas generaciones de feministas. Conceptos como el “techo de cristal” (barreras invisibles que impiden el ascenso laboral de las mujeres) y la conciliación familia-trabajo son debates directos heredados de su obra. Sin embargo, el feminismo actual va más allá de su visión inicial, incorporando luchas como los derechos trans, el antirracismo y la justicia económica.

Betty Friedan murió en 2006, pero su legado perdura. Aunque hoy se reconoce que su teoría no era perfecta, su coraje para desafiar el status quo y su habilidad para movilizar a miles de mujeres la convierten en una figura clave del feminismo. Su historia nos recuerda que la lucha por la igualdad es un proceso en constante evolución, donde cada generación debe construir sobre los logros—y superar las limitaciones—de las anteriores.

Conclusión

La teoría feminista liberal de Betty Friedan transformó la manera en que la sociedad entendía los roles de género y abrió puertas para millones de mujeres. Si bien su enfoque tuvo limitaciones, su énfasis en la igualdad legal y las reformas institucionales sigue siendo relevante. En un mundo donde persisten las brechas salariales, la violencia machista y la discriminación, su mensaje central—que las mujeres merecen las mismas oportunidades que los hombres—sigue siendo tan urgente como en 1963.

Author

Rodrigo Ricardo

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