Tuberculosis: Epidemiología, Diagnóstico y Tratamiento en la Era Moderna

Publicado el 17 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Panorama Global de la Tuberculosis en el Siglo XXI

La tuberculosis (TB) persiste como una de las enfermedades infecciosas más mortíferas a nivel global, con aproximadamente 10.6 millones de casos nuevos y 1.6 millones de muertes reportadas en 2021 según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta enfermedad causada por el complejo Mycobacterium tuberculosis afecta desproporcionadamente a poblaciones vulnerables, con el 95% de los casos y muertes ocurriendo en países de ingresos bajos y medianos. La región del Sudeste Asiático representa el 43% de la carga global, seguida por África con el 25%, mientras que las Américas contribuyen con aproximadamente el 3% del total de casos. La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto devastador en los programas de control de TB, generando un retroceso de 12 años en la detección de casos a nivel mundial debido a interrupciones en los servicios de salud y reasignación de recursos. Este retroceso ha resultado en un aumento estimado del 4.5% en muertes por tuberculosis entre 2019 y 2021, revirtiendo años de progreso sostenido.

Los grupos poblacionales más afectados incluyen personas que viven con VIH (con un riesgo 18 veces mayor de desarrollar TB activa), poblaciones en situación de hacinamiento (reclusos, migrantes), personas con desnutrición, y comunidades indígenas. Particularmente preocupante es el aumento de casos de tuberculosis resistente a medicamentos (DR-TB), que representaron 450,000 casos en 2021, con un 78% correspondiente a tuberculosis multirresistente (MDR-TB, resistente al menos a isoniazida y rifampicina). La aparición de tuberculosis extremadamente resistente (XDR-TB, resistente además a fluoroquinolonas y medicamentos inyectables) y ahora tuberculosis totalmente resistente (TDR-TB) plantea desafíos terapéuticos sin precedentes. La OMS estima que solo el 60% de los casos de MDR-TB son diagnosticados actualmente, y de estos, únicamente el 57% logra un desenlace terapéutico exitoso, cifras muy por debajo de las metas globales.

Los avances en la respuesta global a la tuberculosis incluyen el desarrollo de nuevos regímenes terapéuticos más cortos para TB resistente, la implementación de pruebas diagnósticas moleculares rápidas, y el creciente uso de terapia preventiva en poblaciones de alto riesgo. Sin embargo, persisten importantes brechas de financiamiento, estimadas en US$5.8 mil millones anuales para implementar completamente las intervenciones necesarias. Las metas establecidas en la estrategia “End TB” de la OMS buscan reducir las muertes por TB en 90% y la incidencia en 80% para 2030 en comparación con 2015, pero el ritmo actual de progreso es insuficiente para alcanzar estos objetivos. La integración de los servicios de TB con programas de salud primaria, el abordaje de los determinantes sociales de la enfermedad, y la inversión en investigación y desarrollo de nuevas herramientas diagnósticas, terapéuticas y vacunas son componentes críticos para acelerar el control de esta antigua pero persistente amenaza para la salud pública.

Microbiología y Patogénesis de Mycobacterium tuberculosis

Mycobacterium tuberculosis, el agente causal de la tuberculosis, es un bacilo aerobio estricto, no esporulado, con una pared celular rica en lípidos complejos que le confiere propiedades únicas, incluyendo resistencia a la tinción de Gram (considerándose ácido-alcohol resistente) y resistencia intrínseca a muchos antibióticos. Esta pared celular, compuesta por ácidos micólicos, arabinogalactanos y peptidoglicanos, actúa como una barrera impermeable que dificulta la entrada de agentes antimicrobianos y contribuye a la capacidad del bacilo para evadir la respuesta inmune del huésped. El complejo M. tuberculosis incluye otras especies relacionadas como M. bovis (que puede transmitirse a humanos a través de productos lácteos no pasteurizados), M. africanum (endémico en África Occidental), y M. microti (que afecta principalmente a roedores).

La patogénesis de la tuberculosis comienza cuando los bacilos son inhalados y alcanzan los alvéolos pulmonares, donde son fagocitados por macrófagos alveolares. A diferencia de la mayoría de los patógenos, M. tuberculosis es capaz de sobrevivir y replicarse dentro de los macrófagos al inhibir la fusión del fagosoma con el lisosoma y resistir los mecanismos microbicidas de la célula hospedera. Esta interacción inicial desencadena una compleja respuesta inmunitaria que conduce a la formación del granuloma, una estructura organizada de macrófagos, linfocitos T y otras células inmunes que intenta contener la infección. Dentro del granuloma, algunos bacilos entran en un estado de latencia metabólica, pudiendo persistir durante años o décadas sin causar enfermedad activa (infección tuberculosa latente, ITBL).

La progresión de infección latente a enfermedad activa ocurre en aproximadamente 5-10% de las personas infectadas, generalmente dentro de los primeros 2 años post-infección, aunque el riesgo persiste durante toda la vida. Los factores que favorecen la reactivación incluyen inmunosupresión (especialmente por VIH), diabetes mellitus, tabaquismo, desnutrición, terapia con corticosteroides o inhibidores del TNF-α, y envejecimiento. La diseminación hematógena del bacilo puede resultar en formas extrapulmonares de TB (15-20% de los casos), afectando ganglios linfáticos, pleura, sistema nervioso central, huesos y articulaciones, tracto genitourinario, o causando enfermedad miliar (diseminada). La capacidad de M. tuberculosis para adaptarse a diversos microambientes dentro del huésped, su metabolismo flexible, y su notable potencial para desarrollar resistencia a los antibióticos mediante mutaciones cromosómicas (sin necesidad de intercambio genético horizontal) lo convierten en un patógeno formidable y de difícil control.

Manifestaciones Clínicas y Diagnóstico de la Tuberculosis

La presentación clínica de la tuberculosis pulmonar activa es frecuentemente insidiosa, con síntomas constitucionales como fiebre vespertina, sudores nocturnos, pérdida de peso progresiva y astenia, que pueden preceder en semanas o meses a los síntomas respiratorios específicos como tos productiva persistente (a veces con hemoptisis), dolor torácico y disnea. Esta presentación subaguda, combinada con la falta de especificidad de los síntomas iniciales, frecuentemente resulta en retrasos diagnósticos que facilitan la transmisión comunitaria. Las formas extrapulmonares manifiestan síntomas según el órgano afectado: adenopatías cervicales (escrófula) en TB ganglionar, cefalea y alteraciones neurológicas en TB meníngea, dolor óseo y deformidades en TB osteoarticular, o síntomas urinarios en TB genitourinaria. La TB miliar se presenta con afectación multisistémica y frecuentemente cursa con hallazgos radiológicos característicos de pequeños nódulos difusos (“en granos de mijo”).

El diagnóstico de certeza de tuberculosis requiere la identificación microbiológica de M. tuberculosis. La baciloscopia directa con tinción de Ziehl-Neelsen o auramina sigue siendo el método más accesible en entornos de recursos limitados, aunque su sensibilidad es moderada (40-60% en TB pulmonar). El cultivo en medios sólidos (Lowenstein-Jensen) o líquidos (MGIT) aumenta la sensibilidad y permite pruebas de susceptibilidad, pero requiere de 2 a 8 semanas para obtener resultados. Los avances diagnósticos más significativos han sido el desarrollo de pruebas moleculares rápidas como el Xpert MTB/RIF y su versión mejorada Xpert MTB/RIF Ultra, que detectan ADN bacteriano y resistencia a rifampicina en menos de 2 horas con sensibilidad superior al 85% en muestras pulmonares. Para TB extrapulmonar, el rendimiento diagnóstico mejora con la combinación de pruebas moleculares, cultivo, estudios histopatológicos y de imagen.

El diagnóstico de tuberculosis resistente representa un desafío mayor, requiriendo pruebas de susceptibilidad fenotípicas o genotípicas (como line probe assays) para detectar resistencia a isoniazida, fluoroquinolonas y medicamentos de segunda línea. Recientemente, la OMS ha recomendado el uso de pruebas moleculares rápidas de segunda generación (como Xpert MTB/XDR) que pueden identificar resistencias múltiples en una sola prueba. Para la infección tuberculosa latente, el diagnóstico se basa en la prueba de tuberculina (PPD) o ensayos de liberación de interferón-gamma (IGRAs), aunque ninguna puede diferenciar entre infección activa y latente. La integración de algoritmos diagnósticos que combinen síntomas, pruebas de imagen (radiografía o TAC de tórax) y métodos microbiológicos/moleculares es esencial para optimizar la precisión diagnóstica, especialmente en poblaciones con alta prevalencia de VIH donde las presentaciones atípicas son frecuentes.

Tratamiento de la Tuberculosis: Esquemas Actuales y Avances Terapéuticos

El tratamiento de la tuberculosis farmacosensible sigue basándose en el esquema de primera línea de 6 meses que combina isoniazida, rifampicina, pirazinamida y etambutol en la fase intensiva inicial (2 meses), seguido de isoniazida y rifampicina en la fase de continuación (4 meses). Este régimen, estandarizado por la OMS, logra tasas de curación superiores al 85% cuando se administra bajo supervisión directa (DOTS), aunque presenta desafíos significativos relacionados con la toxicidad medicamentosa (hepatitis por isoniazida, neuropatía periférica, hiperuricemia por pirazinamida) y las interacciones farmacológicas (especialmente con rifampicina, potente inductor enzimático que reduce la concentración de muchos medicamentos como antirretrovirales, anticonceptivos orales y anticoagulantes).

Para la tuberculosis multirresistente (MDR-TB), los regímenes tradicionales de 18-24 meses con medicamentos de segunda línea (aminoglucósidos inyectables, fluoroquinolonas, etionamida, cicloserina, linezolid) han sido reemplazados progresivamente por regímenes totalmente orales más cortos (9-12 meses) basados en los nuevos fármacos bedaquilina y pretomanid, combinados con linezolid y moxifloxacino. Estos regímenes han demostrado mayor eficacia (tasas de éxito del 78% frente al 58% de los regímenes más largos) y mejor perfil de seguridad, revolucionando el manejo de la TB resistente. La tuberculosis extremadamente resistente (XDR-TB) ahora puede tratarse con regímenes de 6-9 meses que incluyen bedaquilina, pretomanid y linezolid (regímenes BPaL), mostrando tasas de éxito del 90% en estudios recientes.

La terapia preventiva para infección latente ha evolucionado desde los 9 meses de isoniazida monoterapia hasta regímenes más cortos y mejor tolerados como 3 meses de isoniazida más rifapentina (administrado semanalmente), 4 meses de rifampicina diaria, o incluso 1 mes de isoniazida más rifapentina (12 dosis en total). Estos regímenes acortados mejoran la adherencia y son particularmente importantes para poblaciones de alto riesgo como contactos domiciliarios de casos activos, personas con VIH, o pacientes que iniciarán terapias inmunosupresoras. El monitoreo del tratamiento requiere evaluación clínica regular, controles bacteriológicos (baciloscopias seriadas), pruebas de función hepática, y en casos complejos, seguimiento terapéutico de medicamentos (TDM) para optimizar las concentraciones séricas. El manejo de efectos adversos, el apoyo psicosocial, y la integración con otros servicios de salud (especialmente para pacientes con VIH o diabetes) son componentes esenciales para el éxito terapéutico.

Prevención y Control de la Tuberculosis: Estrategias Globales

La prevención efectiva de la tuberculosis requiere un enfoque multifacético que combine intervenciones biomédicas, medidas de salud pública y abordaje de los determinantes sociales de la enfermedad. La vacunación con BCG (Bacilo Calmette-Guérin), aunque de eficacia moderada y variable (0-80% según estudios), sigue recomendándose en países endémicos para prevenir formas graves de TB en niños (miliar y meníngea), aunque su impacto en la transmisión comunitaria es limitado. El desarrollo de nuevas vacunas contra la TB representa una prioridad de investigación global, con varios candidatos en fase avanzada de ensayos clínicos, incluyendo la vacuna M72/AS01E que ha mostrado un 50% de eficacia para prevenir TB pulmonar en adultos con infección latente.

Las estrategias de control de infecciones son críticas para reducir la transmisión, especialmente en entornos congregados como hospitales, prisiones y refugios. Estas incluyen el diagnóstico y tratamiento temprano de casos activos, la separación de pacientes con TB respiratoria (en áreas bien ventiladas o con filtración de aire), el uso de respiradores N95 por personal de salud, y la implementación de controles de infección en la comunidad mediante educación sobre higiene respiratoria. Los programas de búsqueda activa de casos mediante radiografía de tórax portátil o cribado sintomático en poblaciones de alto riesgo han demostrado aumentar la detección temprana y reducir la transmisión comunitaria.

El abordaje de los determinantes sociales de la TB es igualmente crucial. La pobreza, el hacinamiento, la desnutrición, el tabaquismo, el consumo nocivo de alcohol y el acceso limitado a servicios de salud contribuyen significativamente a la carga de enfermedad. Las intervenciones integradas que combinan el control de TB con programas de reducción de pobreza, mejora de vivienda, nutrición adecuada y manejo de comorbilidades (especialmente VIH y diabetes) tienen mayor potencial de impacto que las estrategias verticales. La participación comunitaria y el abordaje del estigma asociado a la TB son componentes esenciales para mejorar la búsqueda de atención y la adherencia al tratamiento.

A nivel global, la estrategia “End TB” de la OMS propone tres pilares fundamentales: 1) atención y prevención integradas centradas en el paciente, 2) políticas audaces y sistemas de apoyo, y 3) intensificación de la investigación e innovación. El logro de las metas de reducción de la incidencia y mortalidad por TB requiere un financiamiento sostenido, la integración de los servicios de TB en sistemas de salud fortalecidos, y el compromiso político continuo a todos los niveles. La aparición de la TB resistente a casi todos los fármacos disponibles (TB-TDR) y los desafíos planteados por las coinfecciones TB/VIH y TB/diabetes subrayan la necesidad de mantener la TB como prioridad en la agenda global de salud, incluso en el contexto de emergencias como la pandemia de COVID-19.

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