Virus del Sistema Nervioso Central: Neuroinvasión y Consecuencias Neurológicas

Publicado el 17 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción a las Infecciones Virales del Sistema Nervioso Central

Los virus con tropismo por el sistema nervioso central (SNC) representan un grupo diverso de patógenos capaces de atravesar las barreras protectoras del cerebro y causar enfermedades neurológicas con consecuencias potencialmente devastadoras. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las infecciones del SNC causan aproximadamente 1.5 millones de muertes anuales a nivel global, siendo los virus responsables del 20-25% de estos casos. Entre los principales agentes etiológicos se encuentran los enterovirus (especialmente el virus de la polio y los enterovirus 71 y D68), los arbovirus transmitidos por mosquitos y garrapatas (virus del Nilo Occidental, encefalitis japonesa, virus de la encefalitis transmitida por garrapatas), herpesvirus (HSV-1, HSV-2, VZV, CMV), virus de la rabia y paramixovirus como el virus del sarampión y las paperas. Estos patógenos exhiben una notable diversidad en sus mecanismos de neuroinvasión, patrones de daño neurológico y secuelas a largo plazo, lo que plantea desafíos únicos para el diagnóstico, tratamiento y prevención. La incidencia de encefalitis viral varía geográficamente desde 0.5 a 12 casos por 100,000 habitantes por año, con las tasas más altas reportadas en niños menores de 1 año y adultos mayores de 65 años, grupos particularmente vulnerables a las complicaciones neurológicas graves.

El impacto socioeconómico de estas infecciones es sustancial, considerando que muchas dejan secuelas neurológicas permanentes como epilepsia, déficits cognitivos, parálisis y trastornos del movimiento, requiriendo cuidados especializados a largo plazo. Un estudio multicéntrico europeo estimó que el costo promedio por caso de encefalitis viral supera los $70,000 en el primer año, incluyendo hospitalización, rehabilitación y pérdida de productividad. La pandemia de COVID-19 ha añadido una nueva dimensión a este panorama, con el SARS-CoV-2 demostrando capacidad neuroinvasiva y asociándose a complicaciones como accidentes cerebrovasculares, encefalitis y síndrome de Guillain-Barré, incluso en formas leves de la enfermedad. Además, la interrupción de los programas de vacunación durante la pandemia ha aumentado el riesgo de resurgencia de virus prevenibles como el de la polio y el sarampión, que pueden causar complicaciones neurológicas graves. La comprensión de los mecanismos por los cuales estos virus acceden al SNC, evaden las defensas inmunitarias y causan daño neuronal es fundamental para desarrollar estrategias terapéuticas más efectivas y medidas preventivas dirigidas.

Mecanismos de Neuroinvasión y Barrera Hematoencefálica

La capacidad de los virus para invadir el SNC depende de su interacción compleja con las barreras protectoras del cerebro, particularmente la barrera hematoencefálica (BHE), un sistema altamente especializado de células endoteliales unidas por complejos de unión estrecha que restringen el paso de patógenos y moléculas desde la circulación sanguínea. Los virus han desarrollado múltiples estrategias para superar este obstáculo: algunos como el virus del Nilo Occidental infectan directamente las células endoteliales de la BHE, alterando la expresión de proteínas de unión estrecha como la claudina-5 y la ocludina para aumentar la permeabilidad vascular. Otros, como el virus de la polio, utilizan un mecanismo de “caballo de Troya”, siendo transportados a través de la BHE dentro de células inmunes infectadas (monocitos y macrófagos) que migran al cerebro en respuesta a señales inflamatorias. Los herpesvirus emplean una ruta alternativa, viajando retrógradamente a lo largo de los axones de neuronas periféricas (como el nervio olfatorio o los nervios trigéminos) para alcanzar el SNC sin pasar por la circulación sistémica, un proceso facilitado por su interacción con los sistemas de transporte axonal dependientes de dineína.

Una vez dentro del SNC, diferentes virus muestran tropismos celulares distintivos que determinan sus patrones de neuropatología. Los enterovirus como el EV71 infectan preferentemente las neuronas motoras del asta anterior de la médula espinal y el tronco encefálico, causando la característica parálisis flácida aguda. El virus de la rabia muestra un tropismo notable por las neuronas del sistema límbico y los ganglios basales, explicando los síntomas psiquiátricos y la hiperexcitabilidad característicos de la enfermedad. En contraste, el virus del Nilo Occidental tiene afinidad por las neuronas del tálamo, núcleos basales y médula espinal, mientras que los herpesvirus humanos infectan predominantemente los lóbulos temporales frontales, causando necrosis hemorrágica característica. Estos patrones de tropismo están determinados por la expresión diferencial de receptores virales en tipos celulares específicos (como el receptor SLAM para el virus del sarampión en microglía o el receptor CXCR4 para el VIH en astrocitos), así como por la capacidad de los virus para evadir las respuestas antivirales intrínsecas de diferentes poblaciones neuronales.

La respuesta inmunitaria dentro del SNC presenta características únicas debido al privilegio inmunológico relativo del cerebro. La infección viral desencadena la activación de la microglía (las células inmunes residentes del SNC) y el reclutamiento de leucocitos periféricos a través de la expresión aumentada de moléculas de adhesión vascular y quimiocinas como CCL2 y CXCL10. Si bien estas respuestas son cruciales para controlar la replicación viral, también contribuyen al daño tisular mediante la producción de especies reactivas de oxígeno, metaloproteinasas y excitotoxinas como el glutamato. El equilibrio entre la eliminación viral y la inmunopatología es particularmente delicado en el SNC, donde la regeneración tisular es limitada. Además, algunos virus como el virus de la coriomeningitis linfocítica (LCMV) y el citomegalovirus humano (CMV) pueden establecer infecciones persistentes en el cerebro al evadir la vigilancia inmunológica mediante la regulación a la baja de las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad clase I en células infectadas o al infectar células con capacidad de renovación limitada como neuronas y oligodendrocitos.

Manifestaciones Clínicas y Diagnóstico de las Infecciones Virales del SNC

El espectro clínico de las infecciones virales del SNC abarca desde meningitis asépticas leves hasta encefalitis graves con mortalidad significativa y secuelas neurológicas permanentes. La meningitis viral típica se presenta con el tríada clásica de fiebre, cefalea y rigidez nucal, aunque en muchos casos (especialmente en niños) los síntomas pueden ser más inespecíficos, incluyendo irritabilidad, letargo y rechazo alimentario. En contraste, la encefalitis viral se caracteriza por alteración del estado mental (desde confusión leve hasta coma), crisis convulsivas (focales o generalizadas) y déficits neurológicos focales como paresias, afasia o movimientos anormales, reflejando la afectación parenquimatosa directa. Algunos virus producen síndromes clínicos distintivos: el virus del herpes simple (HSV-1) causa frecuentemente encefalitis temporal medial con síntomas psiquiátricos prominentes y alteraciones de memoria; el virus de la rabia produce hidrofobia y aerofobia por espasmos dolorosos de la musculatura faríngea; mientras que los enterovirus D68 y 71 se asocian con mielitis flácida aguda que simula poliomielitis.

El diagnóstico oportuno de estas infecciones requiere un alto índice de sospecha clínica combinado con estudios de neuroimagen, análisis de líquido cefalorraquídeo (LCR) y pruebas microbiológicas avanzadas. La resonancia magnética cerebral (RM) es la modalidad de imagen preferida, capaz de detectar anomalías tempranas como el realce meníngeo en meningitis o la hiperintensidad en secuencias T2/FLAIR en regiones específicas (lóbulos temporales en HSV, tálamo en encefalitis por virus del Nilo Occidental). El análisis del LCR típicamente muestra pleocitosis linfocítica (50-1000 células/μL), proteína moderadamente elevada (50-200 mg/dL) y glucosa normal, aunque el HSV-1 puede asociarse con eritrocitos y xantocromía por el componente hemorrágico. Las pruebas moleculares como la PCR multiplex en LCR han revolucionado el diagnóstico, permitiendo la detección simultánea de múltiples patógenos virales con sensibilidad >95% y resultados en horas. Para virus como la rabia y el CMV, la detección de anticuerpos específicos en LCR (índice de anticuerpos LCR/suero >1.5) puede ser diagnóstica, especialmente en fases tardías de la enfermedad cuando la carga viral en LCR puede ser baja.

Los avances recientes en técnicas diagnósticas incluyen la metagenómica shotgun de LCR, que permite la identificación de secuencias virales sin hipótesis previa sobre el patógeno involucrado, y ha sido particularmente útil en casos de encefalitis de etiología desconocida. Los biomarcadores inflamatorios en LCR como la neopterina y las cadenas ligeras de neurofilamentos (NfL) están emergiendo como herramientas pronósticas para evaluar la extensión del daño neuronal. En casos seleccionados, la biopsia cerebral puede ser necesaria para confirmar el diagnóstico (especialmente en encefalitis por HSV con PCR negativa), mostrando hallazgos histopatológicos característicos como inclusiones virales intranucleares en infecciones por herpesvirus o microglionodulos en infecciones por enterovirus. El diagnóstico diferencial debe incluir causas no infecciosas de encefalitis como las encefalitis autoinmunes anti-NMDAR o anti-LGI1, que pueden simular infecciones virales pero requieren enfoques terapéuticos completamente diferentes (inmunoterapia en lugar de antivirales).

Estrategias Terapéuticas y Manejo Clínico

El manejo de las infecciones virales del SNC requiere un enfoque multidisciplinario que combine tratamiento antiviral específico cuando esté disponible, medidas de soporte intensivo y control de las complicaciones neurológicas. Para la encefalitis por herpes simple (HSE), el estándar de cuidado sigue siendo el aciclovir intravenoso (10 mg/kg cada 8 horas en adultos con ajuste por función renal), iniciado empíricamente ante cualquier sospecha clínica debido a la alta mortalidad (70% sin tratamiento) y morbilidad asociadas. Estudios recientes sugieren que la duración del tratamiento debe extenderse a 21 días (en lugar de los 14 días tradicionales) seguida de PCR de LCR para documentar la eliminación viral, ya que las recaídas ocurren hasta en el 5-26% de los casos, especialmente en niños. Para otras infecciones por herpesvirus (VZV, CMV), se utilizan alternativas como ganciclovir, foscarnet y cidofovir, aunque la evidencia de su eficacia en el SNC es menos robusta. En pacientes inmunocomprometidos, la encefalitis por CMV puede requerir terapia combinada con ganciclovir y foscarnet más inmunoglobulina intravenosa (IVIG), seguida de terapia supresora prolongada para prevenir recurrencias.

El tratamiento de las infecciones por arbovirus del SNC (como el virus del Nilo Occidental o la encefalitis japonesa) es principalmente de soporte, ya que no existen antivirales específicos aprobados. El manejo agresivo de las complicaciones incluye el control de la presión intracraneal (con manitol o solución salina hipertónica), tratamiento anticonvulsivante profiláctico en pacientes con actividad epileptiforme en EEG, y medidas para prevenir complicaciones de la inmovilidad prolongada (trombosis venosa profunda, úlceras por presión). La inmunoterapia con IVIG ha mostrado resultados prometedores en casos seleccionados de encefalitis grave por enterovirus, particularmente cuando se utilizan preparaciones que contienen altos títulos de anticuerpos neutralizantes contra el serotipo específico. Para la rabia, aunque la enfermedad es casi invariablemente fatal una vez que aparecen los síntomas neurológicos, el protocolo de Milwaukee (inducción de coma con ketamina y midazolam más antivirales como ribavirina y amantadina) ha logrado la supervivencia de unos pocos pacientes, especialmente aquellos infectados por murciélagos (que parecen tener menor neurovirulencia que las cepas caninas).

Las secuelas neurológicas de las infecciones virales del SNC requieren rehabilitación integral y manejo a largo plazo. Hasta el 50% de los sobrevivientes de encefalitis por HSV presentan déficits cognitivos persistentes (especialmente en memoria y función ejecutiva), mientras que el 20-30% desarrolla epilepsia refractaria. Los programas de rehabilitación deben incluir terapia cognitiva, física y ocupacional, adaptados a las necesidades individuales del paciente. El uso de medicamentos neuroprotectores como la memantina (antagonista del receptor NMDA) y el riluzol (modulador del glutamato) está siendo explorado en ensayos clínicos para mitigar el daño neuronal secundario a la excitotoxicidad durante la fase aguda. En pacientes con síndromes postencefalíticos como el parkinsonismo secundario a encefalitis japonesa o el síndrome opsoclonus-mioclonus asociado a infecciones por enterovirus, el tratamiento sintomático con levodopa o inmunoterapia (corticoides, IVIG) puede mejorar significativamente la calidad de vida.

Prevención y Perspectivas Futuras

La prevención de las infecciones virales del SNC se basa en tres pilares fundamentales: vacunación, control de vectores y medidas de profilaxis post-exposición. Las vacunas han demostrado ser extraordinariamente efectivas para prevenir enfermedades como la poliomielitis (vacuna IPV), la encefalitis japonesa (vacunas inactivadas y vivas atenuadas) y la rabia (vacunas de células diploides humanas y purificadas en cultivo celular). La introducción de la vacuna contra el sarampión en los programas nacionales de inmunización ha reducido la incidencia de panencefalitis esclerosante subaguda (PEES), una complicación tardía y fatal de la infección por sarampión, en más del 95% a nivel global. Para los herpesvirus, el desarrollo de vacunas profilácticas contra HSV-2 (como la candidata gD2-AS04) y terapéuticas contra VZV (para prevenir reactivaciones en pacientes inmunocomprometidos) representa un área activa de investigación clínica. La reciente aprobación de la vacuna de ARNm contra el virus de la encefalitis transmitida por garrapatas (TBE) en Europa marca un hito en el uso de esta plataforma tecnológica para virus neurotrópicos.

El control de vectores es esencial para prevenir las infecciones por arbovirus, incluyendo el uso de mosquiteros impregnados con insecticida, eliminación de criaderos de mosquitos y programas comunitarios de educación sanitaria. En áreas endémicas para el virus del Nilo Occidental, los sistemas de vigilancia activa que combinan el monitoreo de aves centinelas (particularmente cuervos y arrendajos, altamente susceptibles al virus) con pruebas de mosquitos capturados han demostrado ser efectivos para predecir brotes humanos con 2-3 semanas de anticipación. Para virus como la rabia, la vacunación masiva de animales reservorio (perros, zorros, mapaches) ha reducido drásticamente la incidencia de rabia humana en muchas regiones, aunque el desafío persiste en áreas con poblaciones de murciélagos hematófagos.

Las perspectivas futuras en el campo incluyen el desarrollo de antivirales de amplio espectro contra virus ARN (como los inhibidores de la polimerasa dependiente de ARN), terapias basadas en ARN de interferencia para silenciar genes virales esenciales, y estrategias para modular la respuesta inmune del huésped y minimizar el daño colateral al tejido neural. Los avances en la comprensión de los determinantes genéticos de la susceptibilidad a infecciones virales del SNC (como las mutaciones en TLR3 y UNC93B asociadas a formas graves de encefalitis por HSV) pueden permitir la identificación de individuos en alto riesgo que podrían beneficiarse de profilaxis específicas. La integración de la inteligencia artificial en los sistemas de vigilancia epidemiológica y el diagnóstico por imagen del SNC promete mejorar la detección temprana y el manejo de estas infecciones potencialmente devastadoras. Finalmente, los esfuerzos globales para fortalecer los sistemas de salud y garantizar el acceso equitativo a vacunas y tratamientos serán cruciales para reducir la carga global de las enfermedades neurológicas de origen viral en las próximas décadas.

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