Don Quijote Capítulo 8: Resumen y análisis

Publicado el 2 mayo, 2021 por Rodrigo Ricardo

Los opuestos se atraen

Si alguna vez has sido amigo de alguien muy diferente a ti, quizás reconozcas el comienzo de la relación entre Don Quijote y Sancho Panza en el Capítulo 8 de Don Quijote . En este capítulo, Don Quijote parte con Sancho, y la pareja no podría ser más diferente. Echemos un vistazo a las aventuras de este interesante dúo. 

Comienzan las aventuras

En el Capítulo 8, encontramos a Don Quijote en otra aventura. Él está realmente ansioso por un combate ya que sus amigos y familiares intentaron encerrarlo en su propia casa. Decidido a no dejarse frustrar, en el Capítulo 7 contó con la ayuda de su vecino, Sancho, para que le sirviera de escudero contándole todo sobre las aventuras por venir. Mientras se alejan, el Capítulo 8 comienza con Don Quijote espiando un campo lleno de gigantes. Sancho le dice a Don Quijote que en realidad son molinos de viento (que lo son), pero DQ solo le dice a Sancho que si tiene miedo, puede volver corriendo a casa.

Los Gigantes

Don Quijote carga con valentía contra los gigantes hasta que se acerca demasiado y uno de los molinos de viento lo derriba a él y a Rocinante (su caballo). En este punto, Don Quijote se da cuenta de que sus enemigos son en verdad molinos de viento. En lugar de admitir su error, decide que algún tipo de magia transformó a los gigantes en molinos de viento. Sancho y Don Quijote continúan su caminata. Sancho bebe mucho y duerme profundamente mientras los dos hombres acampan para pasar la noche.

Mientras viajan, Don Quijote le recuerda a Sancho que no debe involucrarse en ninguna de las batallas del Quijote. Como Sancho no es un caballero, es impropio que él “ponga una mano en tu espada en mi defensa”. Es decir, si otro caballero ataca a Don Quijote, Sancho no debe pelear junto a él. Sancho se alegra de seguir esa regla. No le interesa sacar el cuello.

Momento culminante

Los dos hombres ven a un par de frailes viajando por el camino, y como están vestidos de negro, Don Quijote está convencido de que son hechiceros malvados. También hay un carruaje que sigue a los frailes. Dentro del coche hay una mujer. Al ver esto, Don Quijote proclama que la mujer seguramente es “alguna princesa robada en ese carruaje”. Promete “con todas mis fuerzas que debo deshacer este mal”.

Ataca a los frailes: uno huye y el otro yace en el suelo agonizando. Sancho se apresura y comienza a despojar al fraile de la túnica, diciéndole a los demás que viajaban con el coche que la túnica es su botín de guerra. A Sancho le dan una paliza y luego todos salen corriendo menos un escudero de Bizkaia que promete ‘si no sales de la carroza, te mata como aquí eres vizcaíno’. Es decir, este señor promete matar a Don Quijote, y empiezan a duelo justo cuando termina el capítulo.

Análisis

Una vez más, nos encontramos con nuestro protagonista en una situación peligrosa debido a sus delirios. Don Quijote cree que los molinos de viento son gigantes, e incluso cuando se encuentra cara a cara con los hechos, se niega a aceptar que pueda estar equivocado. Lo absurdo de esto alienta al lector a considerar cuán ridículo es para otros ignorar la verdad incluso cuando se les presentan hechos innegables. Esto podría ser una crítica del autor de religión, política o incluso la vida personal de aquellos que no pueden admitir que están equivocados.

Sancho y Quijote

La incorporación de Sancho a la historia también trae a colación un simbolismo interesante. Sancho es un personaje más joven y en cierto modo inferior. Si bien tiene su ingenio y no se inclina ante los molinos de viento, no es valiente ni fuerte en absoluto. Es la antítesis (una persona exactamente opuesta a otra) de Don Quijote. Donde Don Quijote es temerario y desconsiderado, Sancho es cuidadoso y cauteloso. Don Quijote promete peleas y aventuras, pero Sancho se apresura a aceptar no pelear a menos que simplemente esté defendiendo su propia vida. Cervantes no nos deja claro ni fácil decidir quién es “mejor”, y esto puede deberse a que no hay “mejor”.

¿Intenciones o resultados?

Un hombre tiene intenciones de oro y corazón de león. Está buscando aventuras y quiere exterminar a los malos, pero a pesar de todas sus buenas intenciones, termina atacando a las personas buenas e hiriendo a los que lo rodean. El otro hombre (Sancho) es más o menos un bebé gigante. No quiere hacer daño a nadie y no se mete en problemas. Él juega a lo seguro. Entonces, aunque no es un mal tipo, su naturaleza cautelosa lo convierte en lo opuesto a un héroe. ¿Qué es peor? ¿Buenas intenciones con malos resultados o comportamiento cobarde que no perjudica a nadie? Esta es una pregunta que el lector debe descubrir a través de las páginas de esta historia.

Resumen de la lección

En el capítulo 8 de Don Quijote, somos invitados a las primeras aventuras de Don Quijote y Sancho como equipo. Don Quijote ve una colección de molinos de viento y cree que son gigantes. Sancho es la voz de la razón e intenta avisar a DQ, pero él no escucha y es atropellado por uno de los molinos de viento. Don Quijote decide que fue la brujería lo que hizo que los gigantes se convirtieran en molinos de viento.

Más tarde, los dos se encuentran con un par de frailes que viajaban por el camino y Quijote los ataca, creyendo que son magos malvados. Sancho es golpeado por miembros del grupo que viaja detrás de ellos, y justo cuando parece que Don Quijote va a encontrar su fin, el capítulo termina.

El capítulo 8 desarrolla el carácter de Sancho y le da al lector una excelente yuxtaposición entre Sancho y su antítesis , u opuesto, Don Quijote. Los dos no podrían ser más diferentes, y Cervantes parece estar planteando la pregunta “qué es mejor: buenas intenciones y malos resultados o intenciones cobardes y comportamiento pacífico”.

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