El Legado de Charles de Gaulle: Influencia y Recepción en el Siglo XXI

Publicado el 11 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: La Pervivencia del Gaullismo en la Era Contemporánea

Más de medio siglo después de su muerte, la figura de Charles de Gaulle sigue ocupando un lugar central en el imaginario político francés y en el debate internacional sobre el papel de los Estados nacionales en un mundo globalizado. El gaullismo, como doctrina política y visión de Estado, ha demostrado una notable capacidad de adaptación a los cambios históricos, trascendiendo su contexto original de Guerra Fría y descolonización para ofrecer respuestas a los desafíos del siglo XXI. En Francia, políticos de diversas tendencias – desde Emmanuel Macron hasta Marine Le Pen – invocan selectivamente aspectos del legado gaullista para legitimar sus propuestas, mientras que a nivel internacional, el modelo de independencia nacional y realpolitik asociado a De Gaulle encuentra ecos en líderes de potencias emergentes. Este fenómeno plantea interrogantes fascinantes: ¿Qué elementos del pensamiento gaullista mantienen vigencia en un mundo radicalmente distinto al de los años 60? ¿Cómo se ha reinterpretado su legado en el contexto de la globalización, el cambio climático y las nuevas amenazas a la seguridad internacional? ¿Puede el gaullismo ofrecer un camino intermedio entre el nacionalismo populista y el globalismo tecnocrático que domina el debate político actual?

La recepción contemporánea del gaullismo es profundamente paradójica. Por un lado, su énfasis en la soberanía nacional y la excepcionalidad francesa resuena con movimientos soberanistas y euroescépticos; por otro, su visión de una Europa fuerte (aunque de naciones independientes) y su pragmatismo en política exterior lo acercan más al europeísmo liberal que al nacionalismo de corte populista. Esta ambivalencia permite que figuras tan distintas como Macron y Le Pen puedan presentarse como herederas legítimas de aspectos diferentes del gaullismo. Más allá de Francia, el modelo gaullista de autonomía estratégica y multipolaridad atrae a países que buscan maximizar su margen de maniobra en un orden internacional en transición, desde la India hasta Brasil. El estudio de esta recepción contemporánea no sólo ilumina la actualidad del pensamiento de De Gaulle, sino que ofrece claves para comprender las tensiones entre soberanía e interdependencia que definen nuestra era.

De Gaulle y la Unión Europea: ¿Profeta o Obstáculo para la Integración?

La relación entre el legado gaullista y el proyecto europeo constituye uno de los terrenos más controvertidos en la recepción contemporánea de su pensamiento. De Gaulle fue simultáneamente un europeísta convencido – que reconcilió a Francia con Alemania Occidental a través del Tratado del Elíseo de 1963 – y un feroz crítico de cualquier forma de supranacionalismo que, en su visión, amenazara la soberanía nacional. Su famoso veto al ingreso británico a la Comunidad Económica Europea en 1963 (repetido en 1967) reflejaba su convicción de que el Reino Unido actuaba como “caballo de Troya” de los intereses estadounidenses, así como su preferencia por una Europa continental fuerte pero intergubernamental. Esta visión choca directamente con el modelo de integración profunda que ha dominado la UE en las últimas décadas, generando un persistente debate sobre si el gaullismo representa una tradición fundacional o un obstáculo para el federalismo europeo.

En el siglo XXI, esta tensión se ha reactivado con fuerza. Por un lado, el euroescepticismo de partidos como el Rassemblement National (antiguo Frente Nacional) invoca selectivamente aspectos del gaullismo para oponerse a mayores cesiones de soberanía a Bruselas. Por otro, líderes como Emmanuel Macron han reinterpretado el gaullismo en clave europeísta, argumentando que sólo una Europa “soberana” y con capacidad de acción autónoma – precisamente lo que De Gaulle defendía para Francia – puede preservar los intereses europeos frente a Estados Unidos, China o Rusia. El concepto gaullista de “Europa de las patrias”, lejos de ser una reliquia histórica, ha resurgido como posible vía intermedia entre el nacionalismo anti-UE y el federalismo tradicional. La crisis del euro, el Brexit y los desafíos geopolíticos recientes han demostrado tanto los límites del modelo supranacional como la necesidad de mayor coordinación europea, haciendo que la visión gaullista – con su equilibrio entre cooperación y preservación de la identidad nacional – gane nueva relevancia en el debate sobre el futuro de la UE.

Gaullismo Económico: ¿Respuesta a los Desafíos de la Globalización?

La dimensión económica del gaullismo ha experimentado una notable revalorización en el contexto de las crisis financieras globales, la desindustrialización y el auge del capitalismo digital. Aunque De Gaulle no dejó un tratado sistemático sobre economía, su práctica de gobierno combinó elementos que hoy resultan sorprendentemente actuales: un fuerte intervencionismo estatal en sectores estratégicos (energía, transporte, defensa), junto con políticas de modernización industrial y apoyo a las “campeones nacionales”; un capitalismo social que buscaba equilibrar mercado y protección laboral; y una firme defensa de los intereses económicos franceses en el escenario internacional. Este modelo, conocido como “dirigismo”, contrasta tanto con el neoliberalismo dominante desde los años 80 como con el socialismo estatista, ofreciendo una tercera vía que hoy atrae a quienes buscan alternativas a la polarización entre globalismo y proteccionismo.

La presidencia de Emmanuel Macron (desde 2017) ha intentado actualizar este gaullismo económico para el siglo XXI, combinando reformas promercado con un activo rol del Estado en áreas como la transición energética, la inteligencia artificial y la defensa de la “soberanía económica” europea frente a gigantes tecnológicos estadounidenses y chinos. Conceptos como “sobriedad energética” y “autonomía estratégica”, centrales en el discurso macronista, son reinterpretaciones contemporáneas de principios gaullistas. Al mismo tiempo, la crisis del COVID-19 y las tensiones geopolíticas recientes han llevado a un redescubrimiento más amplio del enfoque gaullista sobre resiliencia económica y control de cadenas de valor estratégicas. Incluso en la derecha francesa, figuras como Éric Zemmour han propuesto un “gaullismo social” que combine proteccionismo económico con conservadurismo cultural, aunque esta interpretación dista mucho del pragmatismo original de De Gaulle. El resurgimiento del debate sobre industrial policy en Estados Unidos y Europa sugiere que el modelo económico gaullista, con su énfasis en la autonomía productiva y el rol estratégico del Estado, podría influir el pensamiento económico global en los próximos años.

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