Fármacos Inotrópicos y Cronotrópicos: Mecanismos y Manejo Clínico

Publicado el 8 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

Fundamentos de la Farmacología Cardioestimulante

Los fármacos inotrópicos y cronotrópicos constituyen herramientas terapéuticas esenciales en el manejo de diversas condiciones caracterizadas por depresión de la función contráctil del corazón o alteraciones en la frecuencia cardíaca. Estos agentes actúan modulando los complejos mecanismos moleculares que regulan la excitación y contracción del miocardio, ejerciendo efectos sobre la fuerza de contracción (inotropismo), la velocidad de relajación (lusitropismo), la excitabilidad (batmotropismo) y la frecuencia cardíaca (cronotropismo). La importancia clínica de estos fármacos es particularmente evidente en situaciones agudas como el shock cardiogénico, la descompensación de insuficiencia cardíaca y las bradiarritmias sintomáticas, donde la optimización de la función cardíaca puede ser crucial para mantener la perfusión de órganos vitales. Sin embargo, el uso de estos medicamentos presenta un delicado equilibrio entre beneficios hemodinámicos y riesgos potenciales, incluyendo aumento del consumo de oxígeno miocárdico, arritmias y efectos proapoptóticos con uso prolongado. La comprensión de sus mecanismos de acción, indicaciones precisas y perfiles de seguridad es fundamental para su empleo racional en la práctica clínica.

El desarrollo de los fármacos cardioestimulantes ha estado estrechamente ligado a los avances en la comprensión de la fisiología de la contracción cardíaca y su regulación neurohumoral. Los glicósidos digitálicos, derivados de la planta Digitalis purpurea, fueron los primeros inotrópicos utilizados en medicina y siguen teniendo un nicho terapéutico a pesar de su estrecho margen de seguridad. Los simpaticomiméticos como la dopamina, la dobutamina y la adrenalina representaron un avance significativo al ofrecer efectos más predecibles y la posibilidad de titulación intravenosa en situaciones agudas. Más recientemente, los inhibidores de la fosfodiesterasa como el milrinone y el enoximone han ampliado las opciones terapéuticas, particularmente en pacientes con insuficiencia cardíaca refractaria. Paralelamente, el desarrollo de cronotrópicos como la atropina (un antagonista muscarínico) y los agonistas beta-adrenérgicos ha permitido el manejo farmacológico de las bradiarritmias sintomáticas cuando la terapia con marcapasos no está inmediatamente disponible.

La base molecular de la acción de los fármacos inotrópicos y cronotrópicos reside en su capacidad para modular las concentraciones intracelulares de segundos mensajeros como el calcio y el AMP cíclico (AMPc), que son fundamentales para el acoplamiento excitación-contracción. Los agentes adrenérgicos aumentan los niveles de AMPc mediante la activación de los receptores beta-1 adrenérgicos acoplados a la proteína Gs, mientras que los inhibidores de la fosfodiesterasa previenen la degradación del AMPc. El aumento resultante en la actividad de la proteína quinasa A lleva a la fosforilación de múltiples blancos, incluyendo los canales de calcio tipo L, la fosfolamban y las troponinas, lo que en conjunto aumenta la disponibilidad de calcio durante la sístole y acelera su recaptura durante la diástole. Los glicósidos digitálicos, por otro lado, actúan principalmente inhibiendo la bomba Na+/K+ ATPasa, lo que indirectamente aumenta el calcio intracelular a través del intercambiador Na+/Ca2+. Estos mecanismos moleculares explican no solo los efectos terapéuticos sino también muchos de los efectos adversos característicos de cada clase de fármacos.

Agentes Adrenérgicos: Dopamina, Dobutamina y Otros Simpaticomiméticos

Los agentes adrenérgicos representan la piedra angular del soporte inotrópico en situaciones agudas, ofreciendo efectos rápidos y titulables cuando se administran por vía intravenosa. La dopamina, un precursor natural de la noradrenalina, ejerce efectos dosis-dependientes sobre el sistema cardiovascular: a dosis bajas (0.5-2 mcg/kg/min) actúa predominantemente sobre los receptores dopaminérgicos D1 en los lechos vasculares renales y esplácnicos, produciendo vasodilatación; a dosis intermedias (2-10 mcg/kg/min) estimula los receptores beta-1 adrenérgicos cardíacos, aumentando la contractilidad y el gasto cardíaco; y a dosis altas (>10 mcg/kg/min) activa los receptores alfa-1 adrenérgicos, causando vasoconstricción periférica. Este perfil farmacológico hace de la dopamina una herramienta versátil en el manejo del shock, aunque su uso ha disminuido en los últimos años debido a preocupaciones sobre su seguridad, particularmente el riesgo de arritmias y posible efectos adversos sobre la perfusión esplácnica a dosis más altas.

La dobutamina, un agonista beta-1 adrenérgico relativamente selectivo con leve actividad beta-2 y alfa-1, es quizás el inotrópico adrenérgico más utilizado en la práctica clínica actual. A dosis terapéuticas (2-20 mcg/kg/min), aumenta significativamente la contractilidad miocárdica y el gasto cardíaco con efectos mínimos sobre la frecuencia cardíaca y la resistencia vascular sistémica en la mayoría de los pacientes. Esta combinación de efectos la hace particularmente útil en el manejo de la insuficiencia cardíaca aguda descompensada con bajo gasto, donde puede mejorar significativamente la perfusión periférica y la función renal. Sin embargo, la dobutamina puede inducir taquicardia y arritmias, especialmente en dosis más altas, y su uso prolongado se asocia con tolerancia debido a la regulación a la baja de los receptores beta-adrenérgicos. Además, en pacientes con obstrucción dinámica del tracto de salida del ventrículo izquierdo (como en la miocardiopatía hipertrófica), la dobutamina puede empeorar paradójicamente la obstrucción y el estado hemodinámico.

La adrenalina (epinefrina) y la noradrenalina (norepinefrina) son catecolaminas endógenas con potentes efectos inotrópicos y cronotrópicos, utilizadas principalmente en situaciones de emergencia como el paro cardíaco, el shock anafiláctico y el shock séptico refractario. La adrenalina actúa sobre los receptores beta-1, beta-2 y alfa-1 adrenérgicos, produciendo aumento de la contractilidad y frecuencia cardíaca (beta-1), broncodilatación (beta-2) y vasoconstricción periférica (alfa-1). Este perfil de efectos la hace especialmente útil en el paro cardíaco, donde puede mejorar la perfusión coronaria y cerebral a través de su acción vasoconstrictora. La noradrenalina, con su mayor selectividad por los receptores alfa-1 y beta-1, es el vasopresor de elección en el shock séptico, donde permite mantener la presión arterial media adecuada con menos taquicardia que la adrenalina. Ambos fármacos, sin embargo, aumentan significativamente el consumo de oxígeno miocárdico y pueden precipitar isquemia en pacientes con enfermedad coronaria subyacente.

El isoproterenol, un agonista beta-adrenérgico no selectivo (beta-1 y beta-2), tiene un papel más limitado en la práctica clínica actual, utilizándose principalmente como cronotrópico en pacientes con bradiarritmias refractarias o bloqueo cardíaco completo mientras se prepara la colocación de un marcapasos temporal. Su potente efecto cronotrópico e inotrópico (beta-1) combinado con vasodilatación periférica (beta-2) lo hace particularmente útil en situaciones de bloqueo cardíaco con hipotensión, aunque su uso está limitado por el riesgo de arritmias ventriculares e isquemia miocárdica. La fenilefrina, un agonista alfa-1 adrenérgico puro, no tiene efectos inotrópicos o cronotrópicos directos pero es útil en situaciones donde se desea vasoconstricción periférica sin estimulación cardíaca, como en algunas taquiarritmias supraventriculares o en pacientes con estenosis aórtica crítica y shock.

Inhibidores de la Fosfodiesterasa y Otros Inotrópicos No Adrenérgicos

Los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo III (PDE3) como el milrinone y el enoximone representan una clase importante de inotrópicos no adrenérgicos que actúan aumentando los niveles intracelulares de AMPc a través de la inhibición de su degradación enzimática. A diferencia de los agentes adrenérgicos, estos fármacos no dependen de la estimulación de los receptores beta-adrenérgicos y por lo tanto mantienen su eficacia incluso en presencia de downregulation de estos receptores, un fenómeno común en la insuficiencia cardíaca crónica. El milrinone, el más utilizado en la práctica clínica, produce un potente efecto inotrópico y lusitrópico (acelerando la relajación ventricular) junto con vasodilatación arterial y venosa, lo que resulta en una notable disminución de las presiones de llenado ventricular y aumento del gasto cardíaco. Este perfil hemodinámico lo hace particularmente útil en pacientes con insuficiencia cardíaca aguda descompensada acompañada de elevación significativa de las presiones de llenado y vasoconstricción periférica.

El mecanismo de acción de los inhibidores de PDE3 implica la inhibición selectiva de la fosfodiesterasa tipo III, la isoforma predominante en el miocardio y el músculo liso vascular. Al prevenir la degradación del AMPc, estos fármacos potencian los efectos de la activación beta-adrenérgica endógena sin causar downregulation de los receptores. Además de sus efectos sobre la contractilidad, la inhibición de PDE3 mejora la distensibilidad ventricular y la relajación diastólica a través de la fosforilación de la fosfolamban, lo que aumenta la actividad de la bomba de calcio del retículo sarcoplásmico (SERCA). Estos efectos lusitrópicos pueden ser particularmente beneficiosos en pacientes con disfunción diastólica significativa. Sin embargo, la vasodilatación sistémica concomitante puede llevar a hipotensión, especialmente en pacientes hipovolémicos o aquellos con presión arterial marginal antes del inicio del tratamiento, lo que requiere una cuidadosa monitorización hemodinámica.

Los inhibidores de PDE3 tienen indicaciones específicas en el manejo de la insuficiencia cardíaca aguda refractaria, particularmente en pacientes con elevación marcada de las presiones de llenado y resistencia vascular sistémica aumentada. También se utilizan comúnmente en el período postoperatorio de cirugía cardíaca, especialmente en pacientes con disfunción ventricular preexistente o dificultad para destetar de la circulación extracorpórea. Una ventaja teórica de estos fármacos sobre los agentes adrenérgicos es su menor efecto sobre el consumo de oxígeno miocárdico, ya que aumentan el gasto cardíaco mientras disminuyen la presión arterial de llenado y la poscarga. Sin embargo, al igual que otros inotrópicos, los inhibidores de PDE3 pueden precipitar arritmias ventriculares y se han asociado con aumento de la mortalidad a largo plazo cuando se usan crónicamente en pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada.

La levosimendán, un sensibilizador del calcio que actúa uniéndose a la troponina C en los cardiomiocitos, representa un enfoque novedoso para el soporte inotrópico. Este fármaco aumenta la sensibilidad del aparato contráctil al calcio sin elevar significativamente las concentraciones intracelulares de calcio durante la diástole, lo que teóricamente debería mejorar la contractilidad sin comprometer la relajación o aumentar el consumo de oxígeno. Además, la levosimendán abre los canales de potasio ATP-dependientes en el músculo liso vascular, produciendo vasodilatación coronaria y sistémica. Los estudios clínicos han mostrado resultados prometedores en el manejo de la insuficiencia cardíaca aguda descompensada, con mejoría en los parámetros hemodinámicos y posiblemente un perfil de seguridad más favorable que los inotrópicos tradicionales en términos de riesgo arritmogénico y efectos sobre la mortalidad. Sin embargo, su uso sigue siendo limitado en muchos países debido a consideraciones de costo y disponibilidad.

Los glicósidos digitálicos, particularmente la digoxina, mantienen un nicho terapéutico en la era moderna a pesar de la disponibilidad de alternativas más seguras. El mecanismo de acción principal de estos fármacos implica la inhibición de la bomba Na+/K+ ATPasa, lo que lleva a un aumento del sodio intracelular y, a través del intercambiador Na+/Ca2+, a un aumento del calcio intracelular disponible para la contracción. Además de sus efectos inotrópicos moderados, los digitálicos tienen importantes efectos electrofisiológicos, incluyendo aumento del tono vagal y disminución de la conducción a través del nodo AV, lo que los hace particularmente útiles en el control de la frecuencia ventricular en la fibrilación auricular. Sin embargo, su estrecho margen terapéutico, la variabilidad interindividual en la sensibilidad y las numerosas interacciones farmacológicas han limitado su uso principalmente a pacientes seleccionados con insuficiencia cardíaca sintomática a pesar del tratamiento óptimo o fibrilación auricular con respuesta ventricular rápida.

Cronotrópicos y Manejo de las Bradiarritmias

Los fármacos cronotrópicos positivos juegan un papel crucial en el manejo agudo de las bradiarritmias sintomáticas cuando la terapia con marcapasos no está inmediatamente disponible. La atropina, un antagonista muscarínico no selectivo, sigue siendo el agente de primera línea para las bradiarritmias mediadas por aumento del tono vagal o disfunción del nodo sinusal. Al bloquear los receptores muscarínicos M2 en el nodo sinusal y el tejido de conducción AV, la atropina reduce el efecto inhibidor del sistema parasimpático sobre la automaticidad y la conducción cardíaca, resultando en aumento de la frecuencia sinusal y mejora de la conducción AV. La dosis estándar para bradicardia sintomática es 0.5-1 mg intravenoso, repetible cada 3-5 minutos hasta un máximo de 3 mg. Sin embargo, la eficacia de la atropina es limitada en bradiarritmias infranodales (como el bloqueo AV de alto grado con escape ventricular amplio) y puede ser paradójicamente perjudicial en el bloqueo cardíaco completo a nivel del His-Purkinje, donde puede aumentar la frecuencia auricular sin mejorar la conducción ventricular.

Los agonistas beta-adrenérgicos como el isoproterenol y la adrenalina tienen un papel como terapia puente en bradiarritmias sintomáticas refractarias a atropina, particularmente en situaciones de emergencia como el bloqueo cardíaco completo con inestabilidad hemodinámica. El isoproterenol, con su potente efecto beta-1 y beta-2 adrenérgico, aumenta la automaticidad del nodo sinusal y la conducción a través del nodo AV mientras produce vasodilatación periférica. Estas propiedades lo hacen teóricamente ideal para el manejo temporal del bloqueo cardíaco a nivel nodal, aunque su uso está limitado por el riesgo de arritmias ventriculares e isquemia miocárdica, especialmente en pacientes con enfermedad coronaria subyacente. La adrenalina, en infusiones bajas (2-10 mcg/min), puede ser una alternativa en situaciones de shock bradicárdico, particularmente cuando hay hipotensión concomitante que se beneficia de los efectos vasoconstrictores alfa-adrenérgicos.

La aminofilina, un derivado de la xantina con efectos antagonistas no selectivos de los receptores de adenosina, ha sido utilizada ocasionalmente en el manejo de bradiarritmias refractarias, particularmente aquellas asociadas con infarto agudo de miocardio inferior o intoxicación por beta-bloqueadores/calcioantagonistas. La adenosina endógena es un potente inhibidor de la automaticidad sinusal y la conducción AV, y sus niveles están aumentados en condiciones de isquemia miocárdica. Al bloquear los receptores A1 de adenosina, la aminofilina puede contrarrestar estos efectos y mejorar la frecuencia cardíaca en algunos pacientes. Sin embargo, la evidencia que respalda su uso es limitada y su perfil de efectos adversos (incluyendo taquicardia, arritmias, convulsiones y vómitos) ha limitado su adopción generalizada en este contexto.

En situaciones de intoxicación por beta-bloqueadores o calcioantagonistas con bradicardia severa e hipotensión, el glucagón puede ser un cronotrópico e inotrópico efectivo. Este agente actúa a través de receptores específicos acoplados a la proteína Gs que son distintos de los receptores beta-adrenérgicos, activando así la adenilato ciclasa y aumentando los niveles de AMPc incluso en presencia de bloqueo beta-adrenérgico completo. La dosis inicial típica es 3-5 mg IV en bolo, seguida de infusión continua de 1-5 mg/hora según respuesta. Otros agentes que pueden considerarse en este contexto incluyen el calcio en altas dosis (para intoxicación por calcioantagonistas) y la insulina en dosis altas con dextrosa (que mejora el metabolismo energético miocárdico independientemente del sistema beta-adrenérgico). En todos los casos, estos tratamientos farmacológicos deben considerarse como medidas temporales mientras se prepara la terapia definitiva con marcapasos u otras intervenciones.

Articulos relacionados

Estudyando