Hilario Rentería: Su Rol en la Prensa Alternativa y la Comunicación Popular

Publicado el 5 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

El Poder de los Medios en las Luchas Sociales

En el panorama de las transformaciones sociales que marcaron el siglo XX en América Latina, la figura de Hilario Rentería destaca no solo como organizador campesino y educador popular, sino como un pionero en el desarrollo de medios de comunicación alternativos. En una época donde la prensa comercial silenciaba sistemáticamente las voces de los sectores populares, Rentería comprendió tempranamente que la batalla por las ideas requería sus propios instrumentos de difusión. Su trabajo en este campo abarcó desde periódicos mimeografiados hasta emisoras clandestinas, creando redes de información que conectaban luchas dispersas y contaban la historia desde la perspectiva de los oprimidos. Este artículo analizará cómo construyó un modelo de comunicación insurgente que combinaba denuncia política, educación popular y expresión cultural, sentando bases para lo que hoy conocemos como comunicación comunitaria.

El contexto mediático de la época ayudaba a entender la urgencia de este proyecto. A mediados del siglo XX, los grandes diarios y emisoras de radio estaban controlados por las mismas familias oligárquicas dueñas de las tierras y las fábricas. La censura era abierta: cuando se informaba sobre conflictos sociales, se hacía criminalizando a los manifestantes o invisibilizando sus demandas. Rentería experimentó esto directamente cuando sus movilizaciones agrarias eran sistemáticamente distorsionadas por la prensa oficial. Frente a este cerco informativo, desarrolló una aguda comprensión de lo que luego se llamaría “hegemonía cultural”, anticipándose a teóricos europeos en la práctica concreta de crear contra-narrativas. Sus medios no eran simples herramientas de propaganda, sino espacios de construcción identitaria donde los campesinos y obreros podían reconocer sus propias voces y experiencias.

La originalidad de su enfoque radicaba en la integración de tres dimensiones: la comunicación como derecho, como táctica organizativa y como expresión artística. Esto se materializó en proyectos que iban más allá del panfleto político tradicional, incorporando literatura popular, teatro radiofónico y hasta primeras experiencias de documentalismo social. Su consigna “informar es formar” resumía esta visión pedagógica de los medios, donde cada noticia, cada programa, era también una lección de conciencia política. A continuación exploraremos sus principales iniciativas en este campo, los obstáculos que enfrentaron y su influencia en generaciones posteriores de comunicadores populares. En tiempos de concentración mediática globalizada, revisitar esta experiencia adquiere especial relevancia.

“El Surco”: El Periódico que Cambió la Prensa Campesina

El primer gran proyecto comunicacional de Hilario Rentería fue el periódico “El Surco”, nacido en 1957 como hoja mimeografiada y convertido luego en referencia de la prensa alternativa. Lo que comenzó como un boletín para difundir las actividades de una liga agraria local, evolucionó hacia un medio de alcance nacional que articulaba demandas campesinas con análisis políticos profundos. Su diseño rompía con los esquemas tradicionales: mezclaba reportajes sobre ocupaciones de tierra con poemas de autores rurales, caricaturas satíricas y hasta “lecciones elementales” de derecho agrario. Cada ejemplar seguía un cuidadoso equilibrio entre la denuncia inmediata (listados de latifundios ociosos, crónicas de represión) y la formación a largo plazo (series sobre historia del movimiento obrero, técnicas agrícolas sustentables).

La redacción colectiva era uno de sus rasgos más innovadores. Rentería organizó un sistema donde corresponsales campesinos – muchos apenas alfabetizados – enviaban crónicas desde sus regiones, las cuales eran editadas conservando su lenguaje original. Esto creó un estilo periodístico único, alejado del academicismo izquierdista pero sin caer en el populismo superficial. Las asambleas locales discutían los contenidos antes de su publicación, haciendo del periódico un verdadero ejercicio de democracia comunicativa. La distribución enfrentaba enormes desafíos: los ejemplares viajaban en mulas a comunidades sin caminos, se leían en voz alta en mercados populares, y a veces llegaban escondidos en sacos de maíz para burlar la censura.

El impacto de “El Surco” trascendió lo informativo. Investigaciones recientes han documentado cómo su sistema de corresponsalías formó a decenas de líderes campesinos que luego jugaron papeles clave en sus regiones. Las “páginas culturales”, inicialmente consideradas un complemento, terminaron siendo semillero de nuevos escritores populares. Cuando la dictadura clausuró definitivamente el periódico en 1973, ya había dejado una marca indeleble: demostró que los marginados del sistema podían producir información relevante, con calidad periodística y profundidad analítica. Hoy, colecciones completas de “El Surco” son estudiadas en universidades como testimonio de una historia silenciada, mientras colectivos de comunicación actuales retoman su método de reportería comunitaria.

Las Radios Clandestinas: Ondas de Resistencia

Si “El Surco” fue la punta de lanza escrita del proyecto comunicacional de Rentería, las emisoras clandestinas representaron su apuesta más audaz por llegar a las masas analfabetas. A partir de 1962, una red de pequeñas transmisoras comenzó a operar en zonas rurales, cambiando frecuentemente de ubicación para evadir la persecución. Estas “radios mineras”, como las llamaban (por sus transmisores artesanales ocultos en minas abandonadas), emitían programación nocturna con voces anónimas que leían noticias prohibidas, transmitían mensajes codificados entre comunidades y hasta difundían “radionovelas revolucionarias”. Rentería había estudiado el papel de la radio en la resistencia europea contra el nazismo, adaptando esas lecciones a su contexto.

La programación combinaba urgencia política con creatividad popular. Segmentos como “El parte campesino” ofrecían información práctica sobre precios de cosechas o movimientos de tropas gubernamentales, mientras espacios como “La hora del peón” dramatizaban casos de abusos laborales con actuaciones de los propios trabajadores. Un éxito particular fue “Cartas al aire”, donde mensajes personales entre familias separadas por la migración laboral se entremezclaban con consignas políticas. Esta mezcla íntima entre lo cotidiano y lo político generaba una identificación emocional que los discursos ideológicos puros nunca alcanzaban.

La represión fue brutal: equipos destruidos, operadores capturados y torturados. Pero cada emisora clausurada renacía en otro lugar, perfeccionando sus métodos. Rentería introdujo técnicas de guerra psicológica inversa: cuando las autoridades anunciaban haber desmantelado la red, esa misma noche múltiples emisoras salían al aire simultáneamente, demostrando su vitalidad. Este juego del gato y el ratón comunicacional forzó al régimen a gastar recursos desproporcionados en perseguir transmisores de 50 watts, mientras el mensaje se multiplicaba de boca en boca. La experiencia sentó bases técnicas y organizativas para las radios comunitarias que emergerían décadas después, demostrando que la comunicación popular podía ser tan móvil y resiliente como la lucha social misma.

Legado en la Comunicación Digital y Luchas Actuales

El pensamiento comunicacional de Hilario Rentería encuentra sorprendente vigencia en la era digital, donde nuevas generaciones enfrentan desafíos análogos a los de su época: concentración de medios, censura algorítmica y manipulación informativa. Colectivos que hoy usan aplicaciones encriptadas o transmisiones en vivo para documentar protestas son herederos inconscientes de aquella red de radios clandestinas. Su énfasis en la formación de “corresponsales populares” prefigura los actuales proyectos de periodismo ciudadano. Incluso su idea de combinar información y creación artística anticipó el fenómeno de los memes políticos y el audiovisual militante contemporáneo.

Organizaciones campesinas actuales han rescatado su archivo para crear plataformas multimedia donde conviven testimonios históricos con tutoriales agroecológicos en YouTube. El “Método Rentería” de comunicación – caracterizado por su horizontalidad, adaptabilidad tecnológica y raigambre territorial – es estudiado en escuelas de comunicación alternativa desde México hasta Argentina. Su máxima “no somos medios pobres para pobres, somos medios dignos para luchadores” desafía aún hoy el complejo de inferioridad que a veces afecta a los proyectos comunicacionales populares.

En un mundo donde las corporaciones controlan flujos informativos globales, revisitar esta experiencia ofrece pistas valiosas. Rentería demostró que la verdadera comunicación alternativa no se mide por alcances cuantitativos, sino por su capacidad para tejer redes de significado compartido entre los oprimidos. Su legado nos recuerda que cada época exige reinventar las formas de contar, pero que el núcleo ético permanece: dar voz a quienes el poder quiere silenciar, convertir la información en herramienta de liberación y, sobre todo, creer en la capacidad creadora del pueblo más allá de todas las adversidades.

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