Historia de la Guerra de los Cien Años en Francia

Publicado el 15 diciembre, 2024 por Rodrigo Ricardo

La Guerra de los Cien Años en Francia: Un Conflicto Decisivo para Europa Medieval

La Guerra de los Cien Años fue uno de los conflictos más prolongados y complejos de la historia medieval europea, que se libró entre los reinos de Francia e Inglaterra desde 1337 hasta 1453. A pesar de su nombre, la guerra no fue un único conflicto continuo, sino una serie de luchas intermitentes, que involucraron confrontaciones bélicas, treguas, alianzas cambiantes y profundas crisis sociales y políticas. Este prolongado enfrentamiento tuvo una serie de consecuencias que transformaron el panorama político, social y económico de Europa, especialmente de Francia. Este artículo pretende ofrecer una visión detallada de los antecedentes, las principales batallas, los actores clave y los efectos de la Guerra de los Cien Años en Francia.

Antecedentes Históricos

Para comprender el origen de la Guerra de los Cien Años, es necesario examinar los antecedentes históricos, que incluyen las tensiones dinásticas, las disputas territoriales y la rivalidad entre Francia e Inglaterra.

La Disputa Dinástica

La causa más directa de la Guerra de los Cien Años fue una disputa dinástica. A principios del siglo XIV, Eduardo III de Inglaterra reclamó el trono de Francia tras la muerte del rey francés Carlos IV en 1328. Carlos IV, el último de la dinastía de los Capetos directos, murió sin dejar un heredero varón. La falta de un heredero directo llevó a una disputa sobre la sucesión, y Felipe VI de Francia, primo de Carlos IV, fue elegido como el nuevo rey de Francia. Eduardo III, como nieto de Felipe IV de Francia por parte de madre, argumentó que tenía derecho al trono, ya que la línea de Felipe VI era femenina. Sin embargo, la nobleza francesa, bajo el principio de que la sucesión debía pasar por la línea masculina, despojó a Eduardo III de su reclamo.

Disputas Territoriales en Francia

A lo largo de los siglos anteriores, Inglaterra había ganado importantes territorios en el norte de Francia, como la Guyena (actualmente el suroeste de Francia) y la Normandía, que eran claves para las ambiciones inglesas en la región. A pesar de los acuerdos, estos territorios fueron frecuentemente escenario de tensiones y enfrentamientos. Eduardo III no solo reclamaba el trono francés, sino también el control de estos territorios, lo que aumentó la tensión entre ambos reinos.

El Conflicto Económico

La economía de ambos países también jugó un papel importante en la guerra. Inglaterra, que dependía en gran medida del comercio de lana con los Países Bajos y Francia, se vio afectada por la guerra, ya que la guerra bloqueó las rutas comerciales. Por otro lado, Francia sufrió mucho más, dado que gran parte de su territorio fue devastado durante las luchas y las incursiones inglesas.

Desarrollo de la Guerra

Etapa Inicial (1337-1360)

La Guerra de los Cien Años comenzó formalmente en 1337, cuando Eduardo III de Inglaterra rechazó reconocer a Felipe VI como rey legítimo de Francia y, en su lugar, reivindicó su derecho al trono. En 1340, las hostilidades comenzaron con la batalla naval de Sluys, donde la flota inglesa derrotó a la francesa. Esta victoria permitió a Eduardo III asegurar el control de la ruta comercial del Canal de la Mancha, que era vital para el comercio entre Inglaterra y los Países Bajos.

A lo largo de la década de 1340, las fuerzas inglesas se destacaron en la lucha en el norte de Francia. En 1346, Eduardo III llevó a cabo una campaña exitosa en Normandía, lo que culminó en la batalla de Crécy, donde el ejército inglés, superior en armamento y estrategia, derrotó a las fuerzas francesas. Esta victoria consolidó el control inglés de la región.

En 1356, durante la batalla de Poitiers, las fuerzas inglesas, bajo el mando del hijo de Eduardo III, el príncipe Eduardo el Príncipe Negro, derrotaron nuevamente a los franceses, capturando al rey Juan II de Francia. Este evento forzó a Francia a firmar el Tratado de Brétigny en 1360, mediante el cual se reconocía a Eduardo III como soberano de gran parte del territorio francés, incluido el ducado de Aquitania. Aunque se trató de una tregua temporal, el tratado no resolvió las tensiones subyacentes, y las hostilidades continuaron.

La Etapa de los Estados de Crisis (1360-1415)

A partir de 1360, la guerra sufrió una serie de altibajos. A pesar de las victorias inglesas y la ocupación de amplias áreas del territorio francés, la situación política en Francia era inestable. Tras la liberación del rey Juan II, quien fue liberado tras el Tratado de Brétigny, la monarquía francesa comenzó a reorganizarse bajo el liderazgo de Carlos V. Durante su reinado, Francia experimentó una cierta recuperación, y el control de las tierras perdidas comenzó a ser recuperado, aunque las fuerzas inglesas seguían siendo una amenaza.

En 1415, tras la muerte de Carlos V y una serie de crisis internas en Francia, la situación se volvió aún más difícil. El reino de Francia estaba sumido en una guerra civil entre las facciones de los burgundios (que apoyaban a los ingleses) y los armagnacs (quienes apoyaban a la casa de Valois). En este contexto, el rey inglés Enrique V aprovechó la debilidad de Francia para retomar la ofensiva.

La Batalla de Agincourt y la Invasión Inglesa (1415-1429)

En 1415, Enrique V de Inglaterra logró una victoria decisiva en la batalla de Agincourt, donde un ejército inglés numéricamente inferior derrotó a las fuerzas francesas. Esta victoria abrió las puertas de Francia para los ingleses, y Enrique V fue reconocido como regente del reino francés por los burgundios. Esto significaba que, por primera vez, gran parte del reino de Francia estaba bajo control inglés.

Sin embargo, en 1429, un cambio dramático ocurrió con la aparición de Juana de Arco, una joven campesina que afirmaba tener visiones divinas que la instaban a liberar a Francia. Juana se presentó ante el delfín Carlos VII, quien luchaba por consolidar su poder. Con su apoyo, Juana de Arco condujo al ejército francés a la victoria en la batalla de Orleans. Su éxito fue un punto de inflexión en la guerra, pues levantó la moral de los franceses y permitió la coronación de Carlos VII como rey de Francia en 1429. La intervención de Juana y las posteriores victorias francesas marcaron el comienzo del fin de la ocupación inglesa.

La Última Etapa: La Caída del Imperio Inglés (1431-1453)

Tras la muerte de Juana de Arco en 1431, quemada en la hoguera por los ingleses, Francia pasó por una serie de victorias continuas que les permitió recuperar el territorio perdido. En 1453, después de la caída de Burdeos, que era el último bastión inglés en Francia, la guerra llegó a su fin con la firma del Tratado de Picquigny. Este tratado resultó en la definitiva expulsión de los ingleses de todos los territorios franceses, excepto Calais, que fue finalmente entregada a Inglaterra en 1558.

Consecuencias de la Guerra de los Cien Años

  1. Destrucción y devastación: La Guerra de los Cien Años dejó una huella profunda en Francia. Las invasiones y las batallas devastaron el campo y las ciudades, lo que provocó grandes sufrimientos para la población civil. La guerra también produjo un enorme costo económico para ambos reinos, lo que debilitó las estructuras feudales existentes.
  2. Reconfiguración política y social en Francia: La guerra aceleró la centralización del poder en Francia bajo la monarquía. Carlos VII logró consolidar el control sobre el reino y reforzar la autoridad real. Además, las clases sociales fueron transformadas, pues el sistema feudal fue debilitado y comenzaron a surgir nuevas estructuras políticas y militares.
  3. El fin de la Edad Media: La guerra marcó el fin de la Edad Media y el comienzo de la Renacimiento en Europa. Los avances en la artillería y en las tácticas militares cambiaron la naturaleza de la guerra, y las consecuencias sociales y políticas de la guerra contribuyeron a la transformación de Europa en los siglos posteriores.

Conclusión

La Guerra de los Cien Años fue uno de los episodios más significativos de la historia medieval de Francia e Inglaterra. A lo largo de más de un siglo de lucha, el reino francés pasó por períodos de desolación y esperanza, pero la intervención de figuras como Juana de Arco y la determinación de la monarquía francesa llevaron a la eventual expulsión de los ingleses. Este largo conflicto, que abarcó casi todo el siglo XIV y principios del XV, tuvo consecuencias duraderas tanto para la política interna de Francia como para las relaciones internacionales en Europa.

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Rodrigo Ricardo

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