La Venezuela del Siglo XIX: Caudillismo, Guerra Federal y Formación del Estado Nacional (1830-1899)

Publicado el 6 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: Los Desafíos de la Posindependencia

La Venezuela que emergió tras la disolución de la Gran Colombia en 1830 enfrentaba profundos desafíos en su consolidación como nación independiente. El país heredaba una economía devastada por dos décadas de guerras, con una población que no superaba el millón de habitantes, dispersa en un territorio mayoritariamente rural y con escasas vías de comunicación. Las élites criollas que asumieron el poder debieron construir un Estado desde sus cimientos, manteniendo el delicado equilibrio entre los intereses de los terratenientes, los comerciantes y los caudillos regionales que habían surgido durante la guerra. Este período, conocido como el de las “repúblicas oligárquicas”, estuvo marcado por la tensión constante entre proyectos centralistas y federalistas, así como por la búsqueda de un modelo económico que superara la dependencia del legado colonial. La abolición definitiva de la esclavitud en 1854, aunque simbólica, no alteró sustancialmente las relaciones de producción en el campo, donde persistieron formas de servidumbre y peonaje.

El siglo XIX venezolano puede dividirse en tres grandes etapas: la era paecista (1830-1848), marcada por el predominio de José Antonio Páez y la oligarquía conservadora; el período liberal (1848-1858), con los hermanos Monagas en el poder; y la etapa de crisis institucional que desembocó en la Guerra Federal (1859-1863). La última parte del siglo estuvo dominada por los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco (1870-1888) y la posterior inestabilidad que llevó a la Revolución Liberal Restauradora (1899). Durante estas décadas, Venezuela experimentó un lento proceso de modernización, con la introducción del ferrocarril, el telégrafo y ciertas reformas educativas, pero manteniendo una estructura social y económica esencialmente agroexportadora, basada en productos como el café, el cacao y el ganado. La conformación de una identidad nacional fue un proceso complejo, donde se mezclaron el culto a los héroes independentistas, especialmente Bolívar, con las lealtades regionales y el poder personal de los caudillos.

La Oligarquía Conservadora y el Paezismo (1830-1848)

El primer período de la Venezuela independiente estuvo dominado por la figura de José Antonio Páez, héroe de la independencia y representante de los intereses de los terratenientes y ganaderos llaneros. El gobierno conservador se caracterizó por el establecimiento de un orden centralista que buscaba garantizar la estabilidad política tras años de convulsión. La Constitución de 1830, aunque nominalmente federal, concentraba el poder en el ejecutivo y establecía un sufragio censitario que excluía a la mayoría de la población. Páez gobernó directamente entre 1830-1835 y 1839-1843, e indirectamente a través de presidentes títeres en los períodos intermedios, estableciendo un sistema conocido como el “orden de los notables” donde una reducida élite criolla controlaba todos los aspectos del poder. Durante estos años se organizaron las primeras instituciones del Estado, se regularizó la hacienda pública y se reconocieron las deudas externas, especialmente con Inglaterra, a cambio de apoyo político y comercial.

La economía del período paecista se basó en la exportación de productos agrícolas, especialmente café, que desplazó al cacao como principal rubro de exportación. Sin embargo, este modelo generaba pocos ingresos para el Estado, que dependía principalmente de los impuestos aduaneros. La tierra seguía concentrada en pocas manos, replicando las estructuras coloniales, mientras que la mayoría de la población vivía en condiciones de pobreza. Culturalmente, fue una época de cierto renacimiento intelectual, con la creación de instituciones como la Biblioteca Nacional (1833) y la Universidad Central de Venezuela (1836), aunque el analfabetismo superaba el 90% de la población. El final del paezismo llegó en 1848, cuando el presidente José Tadeo Monagas, originalmente apoyado por Páez, rompió con los conservadores y dio un giro liberal a su gobierno, iniciando una nueva etapa en la historia política venezolana.

Los Monagas y la Crisis del Sistema Oligárquico (1848-1858)

El período conocido como el “Liberalismo Amarillo” o “Monagato” estuvo dominado por los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas, quienes alternaron en el poder entre 1848 y 1858. Aunque inicialmente apoyados por Páez, pronto rompieron con los conservadores e impulsaron medidas que pretendían ser más progresistas, aunque en la práctica mantuvieron muchas estructuras del sistema anterior. José Gregorio Monagas decretó en 1854 la abolición definitiva de la esclavitud, una medida que tenía más valor simbólico que práctico, pues para entonces quedaban pocos esclavos en el país, pero que buscaba ganar apoyo popular y diferenciarse de los conservadores. Sin embargo, los antiguos esclavos no recibieron tierras ni medios de producción, por lo que muchos terminaron trabajando en condiciones similares a la servidumbre en las haciendas de sus antiguos amos.

El gobierno de los Monagas se caracterizó por un creciente autoritarismo y la concentración del poder. En 1857, José Tadeo Monagas hizo aprobar una constitución que ampliaba los períodos presidenciales y eliminaba restricciones a la reelección, provocando el descontento generalizado. La corrupción administrativa y el nepotismo alcanzaron niveles escandalosos, mientras que la economía sufría los vaivenes de los precios internacionales del café. La crisis culminó en 1858 con la Revolución de Marzo, un movimiento encabezado por conservadores y liberales moderados que derrocó a José Tadeo Monagas. Sin embargo, la inestabilidad política continuó, ya que los nuevos gobernantes no lograron establecer un consenso, preparando el escenario para el conflicto más sangriento del siglo XIX venezolano: la Guerra Federal (1859-1863), que enfrentaría a conservadores (centralistas) y liberales (federalistas) en una lucha que, más allá de las ideologías, reflejaba las tensiones sociales acumuladas desde la independencia.

Guerra Federal y sus Consecuencias (1859-1870)

La Guerra Federal (1859-1863), también conocida como Guerra Larga o Guerra de los Cinco Años, fue el conflicto civil más devastador del siglo XIX venezolano y marcó un punto de inflexión en la historia nacional. Aunque en teoría enfrentaba a federalistas (liberales) y centralistas (conservadores), en la práctica fue una compleja lucha donde se mezclaron reivindicaciones sociales, conflictos regionales y ambiciones personales de los caudillos. Los líderes federalistas como Ezequiel Zamora, Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco prometían “tierra y hombres libres”, atrayendo a las masas de campesinos, peones y esclavos liberados que esperaban mejoras en sus condiciones de vida. La guerra se caracterizó por su extrema violencia y la participación de ejércitos irregulares, especialmente los famosos “llaneros” que seguían a sus caudillos regionales.

El Tratado de Coche (1863) puso fin formalmente a la guerra con la victoria federal, pero los cambios reales fueron limitados. La Constitución de 1864 estableció un sistema federal teórico, pero en la práctica el poder siguió concentrado en los caudillos regionales. Las promesas de redistribución de tierras no se materializaron, y muchas de las estructuras socioeconómicas anteriores permanecieron intactas. El período posbélico (1863-1870) fue de gran inestabilidad, con sucesivos gobiernos débiles que no lograban imponer su autoridad sobre los caudillos locales. Esta anarquía culminó con la Revolución Azul (1868) y finalmente con el ascenso al poder de Antonio Guzmán Blanco en 1870, quien impondría un nuevo orden conocido como el “Ilustre Americano” o “Septenio”, marcando el inicio de un período de relativa estabilidad y modernización autoritaria.

El Guzmanato: Modernización y Autoritarismo (1870-1888)

Antonio Guzmán Blanco, uno de los políticos más influyentes del siglo XIX venezolano, gobernó directa o indirectamente entre 1870 y 1888, en lo que se conoce como el “Guzmanato”. Su régimen combinó elementos modernizadores con un férreo control político, estableciendo lo que algunos historiadores han llamado una “dictadura ilustrada”. Durante su primer período (Septenio, 1870-1877), Guzmán Blanco impulsó importantes reformas: reorganizó la hacienda pública, estableció el bolívar como moneda nacional (1879), promovió la instrucción pública gratuita y obligatoria, e inició ambiciosos proyectos de infraestructura como el ferrocarril Caracas-La Guaira y el telégrafo. Caracas experimentó una transformación urbana con la construcción de edificios neoclásicos como el Capitolio Federal y el Panteón Nacional, donde se trasladaron los restos de Bolívar en 1876.

Sin embargo, estas reformas se realizaron bajo un sistema profundamente autoritario. Guzmán Blanco centralizó el poder, eliminó a sus rivales políticos y manipuló las elecciones, aunque mantuendo cierta apariencia constitucional. Su culto a la personalidad alcanzó niveles sin precedentes, con monumentos, retratos y hasta una moneda con su efigie. En lo económico, continuó el modelo agroexportador basado en el café, que representaba más del 70% de las exportaciones, aunque también promovió cierta industrialización incipiente. El Quinquenio (1879-1884) y el Bienio (1886-1888) continuaron esta política de modernización selectiva, pero hacia el final de su gobierno, el descontento crecía por la corrupción, los privilegios a sus allegados y la crisis económica internacional que afectaba los precios del café. Su caída en 1888 marcó el inicio de un nuevo período de inestabilidad que culminaría con la Revolución Liberal Restauradora de 1899, liderada por Cipriano Castro.

Conclusión: Balance del Siglo XIX Venezolano

El siglo XIX venezolano fue un período de transición compleja entre el orden colonial y la conformación de un Estado nacional moderno. Aunque políticamente se logró mantener la independencia y establecer las bases institucionales del país, el balance social y económico muestra profundas contradicciones. El caudillismo, heredero de las estructuras militares de la independencia, se convirtió en la forma predominante de ejercicio del poder, obstaculizando el desarrollo de instituciones democráticas sólidas. La Guerra Federal, aunque teóricamente triunfante, no logró transformar las estructuras socioeconómicas, y las promesas de mayor igualdad quedaron en gran medida incumplidas. Guzmán Blanco representó un intento de modernización autoritaria que dejó importantes obras materiales pero no alteró la dependencia del modelo agroexportador ni la exclusión política de las mayorías.

Al finalizar el siglo, Venezuela seguía siendo un país predominantemente rural, con altos índices de analfabetismo y una economía vulnerable a los vaivenes del mercado internacional. Sin embargo, se habían sentado algunas bases para el siglo XX: un territorio delimitado, ciertas instituciones estatales, y el inicio de procesos de urbanización y modernización cultural. La llegada al poder de Cipriano Castro en 1899 marcaría el inicio de un nuevo período, donde los andinos desplazarían a la antigua oligarquía y donde el petróleo comenzaría a transformar radicalmente la sociedad venezolana. El siglo XIX dejó como legado una tensión no resuelta entre centralismo y federalismo, entre modernización y tradición, que continuaría marcando la historia venezolana en el siglo siguiente.

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