¿Qué dice el Construccionismo Social sobre la Verdad y la Objetividad?

Publicado el 28 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

El Construccionismo Social sobre la Verdad y la Objetividad

El construccionismo social es una corriente teórica dentro de las ciencias sociales que sostiene que el conocimiento y la realidad no son entidades fijas o independientes de las personas, sino que son construidas a través de interacciones sociales, lenguaje y prácticas culturales. Esta perspectiva desafía las nociones tradicionales de verdad y objetividad, argumentando que lo que consideramos “verdadero” o “objetivo” está influenciado por contextos históricos, culturales y sociales. Según los construccionistas, la realidad no existe de manera independiente a los observadores, sino que es el resultado de procesos dinámicos de negociación y consenso dentro de comunidades específicas.

Uno de los principales exponentes del construccionismo social, Peter L. Berger, junto con Thomas Luckmann, en su obra “La construcción social de la realidad” (1966), plantea que el conocimiento cotidiano y las instituciones sociales son productos humanos que se legitiman a través de la interacción continua. Desde esta mirada, conceptos como la verdad y la objetividad no son descubiertos, sino creados y sostenidos por grupos sociales. Por ejemplo, lo que una sociedad considera “objetivo” en un momento histórico puede ser reinterpretado o incluso descartado en otro, demostrando que estas categorías son flexibles y dependen de acuerdos colectivos.

Además, el construccionismo social cuestiona la idea de que exista una única verdad universal. En cambio, propone que hay múltiples realidades construidas según las experiencias y los marcos interpretativos de diferentes grupos. Esto tiene implicaciones profundas en campos como la ciencia, la política y la educación, donde las nociones de objetividad suelen ser centrales. Al analizar cómo se forman estas construcciones, el construccionismo social invita a reflexionar sobre el poder, los discursos dominantes y las estructuras que determinan qué se acepta como “verdadero”.

La Verdad como Construcción Social

Desde la perspectiva construccionista, la verdad no es un reflejo directo de la realidad externa, sino una elaboración colectiva que surge a través del lenguaje, las narrativas y las prácticas sociales. Esto significa que lo que una sociedad considera verdadero está sujeto a cambios según las épocas, las culturas y los sistemas de creencias. Un ejemplo claro es la evolución de las concepciones científicas: teorías que en el pasado fueron aceptadas como verdades incuestionables, como el geocentrismo, fueron reemplazadas por nuevos paradigmas, demostrando que la “verdad” científica es provisional y dependiente del consenso académico.

El filósofo Michel Foucault contribuyó significativamente a esta discusión al analizar cómo el poder y el saber están entrelazados en la producción de verdades. Según Foucault, las sociedades establecen regímenes de verdad, es decir, sistemas que determinan qué discursos son válidos y cuáles son marginados. Estos regímenes no son neutrales, sino que reflejan relaciones de poder y estructuras institucionales. Por ejemplo, en el ámbito médico, lo que se considera “salud” o “enfermedad” ha variado históricamente según los conocimientos médicos dominantes y los intereses de las instituciones sanitarias.

Otra aportación clave es la de Kenneth Gergen, quien enfatiza que el lenguaje no solo describe la realidad, sino que la constituye. A través de la comunicación, las personas negociamos significados y establecemos acuerdos sobre lo que es real. Esto implica que la verdad no es algo estático, sino un proceso continuo de interpretación. En contextos sociales conflictivos, como debates políticos o controversias científicas, diferentes grupos pueden defender versiones opuestas de la verdad, evidenciando que esta no es única ni absoluta, sino plural y en constante transformación.

La Objetividad en Cuestionamiento

El construccionismo social también problematiza el concepto de objetividad, entendida tradicionalmente como la capacidad de conocer la realidad sin influencias subjetivas. Para los construccionistas, la objetividad es una idealización, ya que todo conocimiento está mediado por marcos culturales, intereses y perspectivas. Incluso en las ciencias naturales, donde se busca neutralidad, los hallazgos están influenciados por teorías previas, metodologías aceptadas y contextos sociohistóricos. La historiadora de la ciencia Donna Haraway propone el término “conocimiento situado”, argumentando que toda pretensión de objetividad universal ignora que el saber siempre emerge desde posiciones particulares.

Un caso ilustrativo es el de los sesgos en la investigación científica. Estudiosos como Sandra Harding han demostrado que la ciencia no es completamente neutral, ya que refleja valores y prejuicios de las sociedades donde se desarrolla. Por ejemplo, durante mucho tiempo, investigaciones médicas se centraron predominantemente en cuerpos masculinos, afectando la comprensión de enfermedades en mujeres. Esto revela que la objetividad científica está limitada por factores sociales, económicos y políticos.

Además, el construccionismo social señala que las instituciones, como los medios de comunicación o el sistema educativo, juegan un papel clave en establecer qué se considera objetivo. Estos espacios no solo transmiten información, sino que también definen los criterios de validación. Así, la objetividad no es una cualidad inherente a los hechos, sino un atributo asignado socialmente. Esta crítica invita a adoptar una mirada más reflexiva sobre cómo se producen y legitiman los discursos que se presentan como objetivos.

Implicaciones y Críticas al Construccionismo Social

El enfoque construccionista tiene importantes implicaciones éticas y políticas. Al reconocer que la verdad y la objetividad son construcciones, se abre la puerta a cuestionar narrativas dominantes y amplificar voces marginalizadas. Por ejemplo, movimientos sociales como el feminismo o el antirracismo han denunciado cómo ciertas “verdades” han perpetuado desigualdades. Sin embargo, este relativismo también enfrenta críticas. Algunos argumentan que negar toda posibilidad de objetividad puede llevar al escepticismo extremo o a la negación de consensos necesarios para el progreso científico y social.

Otra crítica común es que el construccionismo podría minimizar la existencia de realidades materiales, como el cambio climático o las enfermedades, al presentarlas como meras construcciones discursivas. Autores realistas, como Roy Bhaskar, sostienen que, aunque el conocimiento es socialmente mediado, existe una realidad independiente que lo limita. En respuesta, algunos construccionistas matizan su postura, aceptando que hay constricciones materiales, pero insistiendo en que su interpretación siempre es social.

A pesar de estas tensiones, el construccionismo social sigue siendo una herramienta valiosa para analizar críticamente cómo se producen las verdades y qué intereses están en juego. Su mayor contribución es recordarnos que el conocimiento no es neutral, sino un campo de disputa y negociación constante.

Conclusión

El construccionismo social desafía las nociones tradicionales de verdad y objetividad, mostrando que son productos de procesos sociales, históricos y lingüísticos. Al hacerlo, invita a una reflexión profunda sobre cómo se construyen los significados y quiénes tienen el poder de definirlos. Aunque sus postulados generan debates, su enfoque crítico sigue siendo relevante para entender las dinámicas del conocimiento en sociedades complejas y diversas.

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