¿Qué se celebra el Domingo de Resurrección?

Publicado el 16 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

El Domingo de Resurrección, también conocido como Domingo de Pascua, es la fiesta más importante del calendario cristiano, ya que conmemora la resurrección de Jesucristo al tercer día después de su crucifixión, según relatan los Evangelios. Este evento no solo marca el triunfo de Jesús sobre la muerte, sino que también simboliza la promesa de vida eterna para los creyentes. A diferencia de otras festividades religiosas, la Pascua no tiene una fecha fija, pues se calcula en función del calendario lunar, celebrándose el primer domingo después de la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera en el hemisferio norte. La resurrección de Cristo es el pilar central de la fe cristiana, pues, como afirma San Pablo en su Primera Carta a los Corintios, “si Cristo no ha resucitado, vacía es nuestra predicación y vacía también vuestra fe”. Por ello, este día es celebrado con gran solemnidad y alegría en todo el mundo, con misas especiales, procesiones y tradiciones que varían según la cultura, pero que siempre giran en torno al mensaje de esperanza y renovación.

Además de su profundo significado religioso, el Domingo de Resurrección también ha adquirido connotaciones culturales y sociales, fusionándose en algunos países con ritos paganos relacionados con la primavera y el renacer de la naturaleza. Sin embargo, en esencia, para los cristianos, este día representa la victoria del bien sobre el mal, la luz sobre las tinieblas y la confirmación de que la muerte no es el final, sino el paso a una vida eterna junto a Dios. A lo largo de este artículo, exploraremos en detalle el significado teológico de esta celebración, sus bases bíblicas, las tradiciones asociadas a ella y su impacto en la sociedad actual.


El significado teológico de la Resurrección de Jesús

La resurrección de Jesucristo es el fundamento sobre el cual se sostiene toda la doctrina cristiana. Según las Escrituras, Jesús fue crucificado, murió y fue sepultado, pero al tercer día resucitó, apareciéndose a sus discípulos y demostrando así su divinidad. Este milagro no solo valida sus enseñanzas, sino que también cumple las profecías del Antiguo Testamento, como las encontradas en los Salmos y en el libro de Isaías. La teología cristiana sostiene que, a través de su muerte y resurrección, Jesús venció al pecado y abrió las puertas del cielo para la humanidad, ofreciendo la salvación a todos los que creen en Él. San Agustín, uno de los Padres de la Iglesia, afirmaba que “la resurrección de Cristo es nuestra esperanza”, pues garantiza que los fieles también resucitarán en el último día.

Este evento también establece la promesa de una nueva creación, donde el mal y la muerte serán finalmente derrotados. En el Nuevo Testamento, especialmente en los escritos de San Pablo, se enfatiza que la resurrección no fue solo un hecho histórico, sino un acto redentor que transforma la existencia humana. Por ello, la Pascua no es simplemente un recordatorio del pasado, sino una celebración viva que renueva la fe de los creyentes cada año. La Iglesia Católica, así como las demás denominaciones cristianas, proclaman durante la Vigilia Pascual: “¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!”, expresando la alegría por este misterio de fe. Además, la resurrección refuerza la idea de que Dios no abandonó a su Hijo en la tumba, sino que lo glorificó, dándole un cuerpo glorioso que trasciende las limitaciones humanas.


Las bases bíblicas de la Pascua de Resurrección

Los relatos de la resurrección de Jesús se encuentran en los cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Cada uno ofrece detalles complementarios que enriquecen la comprensión de este milagro. Según el Evangelio de Mateo, María Magdalena y “la otra María” fueron al sepulcro al amanecer del primer día de la semana, encontrando la tumba vacía y a un ángel que les anunció: “No está aquí, pues ha resucitado, como dijo”. Marcos relata que las mujeres, al llegar, vieron a un joven vestido de blanco que les comunicó la noticia de la resurrección, pero que inicialmente sintieron miedo y no dijeron nada. Lucas, por su parte, narra que Pedro corrió al sepulcro al escuchar el testimonio de las mujeres y encontró solo las vendas que envolvían el cuerpo de Jesús.

El Evangelio de Juan ofrece una descripción más detallada, mencionando que María Magdalena fue la primera en ver a Jesús resucitado, confundiéndolo inicialmente con el jardinero. Cuando Él la llamó por su nombre, ella lo reconoció y corrió a avisar a los discípulos. Posteriormente, Jesús se apareció a los apóstoles en el cenáculo, mostrándoles sus heridas para demostrar que era el mismo que había sido crucificado. Uno de los pasajes más significativos es el de Tomás, quien dudó hasta que pudo tocar las llagas de Cristo, exclamando después: “¡Señor mío y Dios mío!”. Estos relatos no solo confirman la resurrección, sino que también subrayan su importancia como prueba irrefutable de la divinidad de Jesús y del cumplimiento de su misión salvadora.


Tradiciones y celebraciones alrededor del mundo

El Domingo de Resurrección se celebra de diversas maneras según las tradiciones culturales y religiosas de cada país. En muchas naciones de mayoría católica, como España, México e Italia, las festividades incluyen procesiones solemnes, misas especiales y representaciones teatrales de la Pasión y Resurrección de Cristo. En algunos lugares, como en Sevilla (España), las hermandades organizan impresionantes desfiles con imágenes religiosas que atraen a miles de peregrinos. En Polonia, es común la “Święconka”, una bendición de alimentos que luego se comparten en familia.

En países anglosajones, como Estados Unidos y Reino Unido, aunque el aspecto religioso sigue siendo importante, también se han incorporado elementos más lúdicos, como la búsqueda de huevos de Pascua y la figura del “Easter Bunny” (conejo de Pascua), símbolos de fertilidad y renacimiento. En América Latina, además de las ceremonias eclesiásticas, muchas familias preparan platillos típicos, como la “rosca de Pascua” en Argentina o el “fanesca” en Ecuador, un guiso elaborado con granos que simbolizan los doce apóstoles.

El simbolismo del huevo de Pascua y otros elementos festivos

Uno de los símbolos más reconocidos de la Pascua es el huevo, que en muchas culturas representa la vida, la fertilidad y el renacimiento. Esta tradición tiene raíces antiguas, anteriores al cristianismo, pero fue adoptada por la Iglesia como una alegoría de la resurrección de Cristo: así como el pollo rompe el cascarón para nacer, Jesús salió del sepulcro para dar vida nueva a la humanidad. En países como Ucrania y Rusia, se elaboran huevos decorados llamados “pysanky”, con intrincados diseños que transmiten mensajes de esperanza. En Occidente, la costumbre de regalar huevos de chocolate se popularizó en el siglo XIX, especialmente entre niños, como parte de las celebraciones familiares.

Otro elemento característico es el conejo de Pascua, una figura que proviene de tradiciones germánicas asociadas a la diosa de la primavera, Eostre. Con el tiempo, este símbolo se fusionó con la festividad cristiana, representando la abundancia y la alegría de la nueva vida. En muchas culturas, también se realizan juegos y actividades comunitarias, como carreras de huevos o mercados al aire libre donde se venden dulces y artesanías temáticas. Aunque estas costumbres pueden variar, todas convergen en un mismo mensaje: la Pascua es un tiempo de renovación y gozo.


La relación entre la Pascua cristiana y la Pascua judía

El Domingo de Resurrección está estrechamente vinculado con la Pascua judía (Pésaj), pues según los Evangelios, la Última Cena de Jesús con sus discípulos fue un seder pascual. La Pascua judía conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, tal como se relata en el libro del Éxodo. Para los cristianos, este evento prefigura la redención traída por Cristo, quien es visto como el “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo.

En la liturgia cristiana, la Vigilia Pascual incluye lecturas del Antiguo Testamento que recuerdan las promesas de Dios a su pueblo, culminando con el anuncio de la resurrección. Este vínculo entre ambas celebraciones subraya la continuidad entre el judaísmo y el cristianismo, al mismo tiempo que resalta la novedad del mensaje de Jesús. Hoy, muchas familias cristianas incorporan elementos de la tradición judía en sus celebraciones, como la lectura de la historia del Éxodo, para profundizar en el significado espiritual de la Pascua.


Reflexiones sobre el mensaje de esperanza en la actualidad

En un mundo marcado por la incertidumbre, las guerras y las crisis, el mensaje de la Resurrección sigue siendo profundamente relevante. La idea de que la muerte no tiene la última palabra, de que el sufrimiento puede transformarse en esperanza, es un poderoso consuelo para millones de personas. Muchos encuentran en la Pascua un recordatorio de que, aun en las situaciones más oscuras, hay lugar para el renacimiento y la reconciliación.

Además, la Pascua invita a la solidaridad y al amor al prójimo, valores que trascienden lo religioso y se convierten en un llamado universal a construir un mundo más justo. En comunidades vulnerables, las celebraciones pascuales suelen ir acompañadas de obras de caridad, como la distribución de alimentos a los necesitados, reflejando el espíritu de servicio que Jesús enseñó.

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