El Sistema de Gobierno Espartano: Una Oligarquía Militarizada

Publicado el 19 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

La ciudad-estado de Esparta destacó en la antigua Grecia no solo por su poderío militar, sino también por su peculiar sistema político, que combinaba elementos monárquicos, oligárquicos y democráticos en una estructura única. A diferencia de Atenas, donde la democracia directa permitía una amplia participación ciudadana, el gobierno espartano estaba diseñado para mantener el control en manos de una élite reducida, asegurando la estabilidad interna y la eficiencia militar. Este artículo examinará en profundidad las instituciones políticas espartanas, desde la diarquía hasta los éforos, analizando cómo funcionaba este sistema y qué lo hacía tan diferente al de otras polis griegas.


1. La Diarquía: Dos Reyes en un Solo Gobierno

Uno de los rasgos más distintivos del sistema político espartano era la diarquía, un gobierno compartido por dos reyes pertenecientes a las dinastías de los Agíadas y los Euripóntidas. Esta inusual estructura tenía raíces mitológicas y prácticas: según la tradición, los dos linajes descendían de los gemelos Eurístenes y Procles, hijos del legendario Heráclidas. Aunque ambos reyes tenían igual autoridad en teoría, en la práctica, sus roles podían variar según su personalidad y habilidades militares.

Las funciones de los reyes espartanos eran principalmente religiosas y militares. En tiempos de guerra, uno de ellos asumía el mando del ejército, mientras que el otro permanecía en la ciudad para garantizar la continuidad del gobierno. Su poder, sin embargo, no era absoluto. A diferencia de los monarcas de otras civilizaciones, los reyes espartanos estaban sujetos al control de otras instituciones, como la Gerusía y los éforos. Además, su sucesión no siempre era automática, ya que la asamblea podía intervenir en casos de disputa dinástica.

A pesar de sus limitaciones, los reyes mantenían un estatus casi sagrado. Se creía que su linaje los conectaba directamente con los dioses, especialmente con Zeus, y desempeñaban un papel clave en rituales religiosos. Sin embargo, con el tiempo, su influencia política disminuyó en favor de los éforos, reflejando el carácter cada vez más oligárquico del estado espartano.


2. La Gerusía: El Consejo de Ancianos

La Gerusía, o consejo de ancianos, era una de las instituciones más influyentes en el gobierno espartano. Compuesta por 28 miembros mayores de 60 años, más los dos reyes (sumando 30 en total), este organismo funcionaba como un senado aristocrático que supervisaba las decisiones políticas y judiciales. Sus integrantes, llamados gerontes, eran elegidos de por vida por la Apella (asamblea popular) y solían pertenecer a las familias más poderosas de Esparta.

La principal función de la Gerusía era actuar como un cuerpo deliberativo que preparaba leyes y resolvía asuntos de estado antes de someterlos a la asamblea. También servía como tribunal supremo en casos de homicidio, traición y otros crímenes graves. Su naturaleza conservadora aseguraba que las decisiones fueran tomadas con cautela, evitando cambios bruscos en la sociedad espartana.

Aunque teóricamente representaba la sabiduría de la experiencia, la Gerusía no estaba exenta de críticas. Algunos historiadores antiguos, como Aristóteles, señalaban que sus miembros podían ser corruptos o actuar en beneficio propio. Sin embargo, su existencia era fundamental para equilibrar el poder entre los reyes, los éforos y la asamblea, manteniendo así la estabilidad del sistema político espartano.


3. Los Éforos: Los Guardianes del Estado

Si los reyes representaban la tradición y la Gerusía la aristocracia, los éforos eran el contrapeso democrático en el gobierno espartano. Este colegio de cinco magistrados, elegidos anualmente por la Apella, tenía amplios poderes ejecutivos y de supervisión. Su nombre, éforos, significa “supervisores”, y su rol era vigilar que ninguna institución acumulara demasiado poder.

Las atribuciones de los éforos eran vastas: podían convocar a la Gerusía y la Apella, supervisar la educación de los jóvenes espartanos (la agogé), y hasta fiscalizar el comportamiento de los reyes. De hecho, cada mes, los reyes juraban obedecer las leyes, y los éforos tenían la autoridad para multarlos o destituirlos si consideraban que actuaban contra los intereses del estado. Además, declaraban la guerra a los ilotas cada año, legitimando así la represión sistemática de esta clase esclavizada.

A pesar de su breve mandato, los éforos eran temidos y respetados. Su poder era tal que incluso podían arrestar a ciudadanos sin juicio previo en casos de emergencia. Sin embargo, su autoridad no era absoluta: al terminar su año en el cargo, debían rendir cuentas ante sus sucesores, lo que evitaba abusos prolongados. Esta institución reflejaba el pragmatismo espartano, combinando elementos democráticos con un férreo control estatal.


4. La Apella: La Asamblea Popular Limitada

A diferencia de la bulé ateniense, donde los ciudadanos participaban activamente en la toma de decisiones, la Apella espartana tenía un papel más restringido. Esta asamblea estaba compuesta por todos los espartiatas mayores de 30 años, pero su función principal era ratificar—no debatir—las propuestas presentadas por la Gerusía y los éforos.

Las reuniones de la Apella ocurrían en fechas fijas, y sus decisiones se tomaban por aclamación, no por votación secreta. Esto permitía que los líderes más influyentes manipularan fácilmente los resultados. Además, temas cruciales como la guerra y la paz rara vez se discutían abiertamente, ya que la élite prefería mantener el control sobre la política exterior.

Aunque teóricamente era un espacio de participación ciudadana, en la práctica la Apella carecía de poder real. Su existencia, sin embargo, servía para legitimar el gobierno espartano, dando la ilusión de inclusión mientras se mantenía el verdadero poder en manos de unos pocos.


5. Conclusiones: El Equilibrio del Poder en Esparta

El sistema político espartano fue una ingeniosa combinación de monarquía, oligarquía y elementos democráticos, diseñado para evitar la tiranía y garantizar la eficiencia militar. Aunque en teoría ninguna institución tenía poder absoluto, en la práctica los éforos y la Gerusía dominaban la política, mientras que los reyes y la Apella cumplían roles más simbólicos.

Este equilibrio, sin embargo, no evitó el declive de Esparta. La rigidez de su sistema, la corrupción interna y la dependencia de la opresión ilota terminaron por debilitar su poder. No obstante, su modelo de gobierno sigue siendo un fascinante estudio de cómo una sociedad puede organizarse en torno a la disciplina y el control, dejando un legado que aún hoy genera debate entre historiadores y politólogos.

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