Los Volcanes de Canarias: Gigantes de Fuego que Moldearon el Archipiélago

Publicado el 6 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: Un Archipiélago Forjado por el Fuego

Las Islas Canarias constituyen uno de los territorios volcánicos más fascinantes del planeta, donde la fuerza de la naturaleza ha esculpido paisajes de extraordinaria belleza a lo largo de millones de años. Este archipiélago, situado en el océano Atlántico frente a las costas del noroeste africano, es el resultado de intensos procesos geológicos que continúan activos en la actualidad. La génesis de estas islas se remonta a unos 20 millones de años atrás, cuando comenzaron a emerger desde el fondo oceánico debido al punto caliente canario, un fenómeno similar al que dio origen a las islas Hawaii. Cada una de las siete islas principales – Tenerife, Fuerteventura, Gran Canaria, Lanzarote, La Palma, La Gomera y El Hierro – presenta características volcánicas únicas, desde los suaves conos de piroclastos de Lanzarote hasta el imponente estratovolcán del Teide, que con sus 3.718 metros sobre el nivel del mar no solo es el pico más alto de España, sino también el tercer volcán más grande del mundo desde su base en el lecho oceánico.

La actividad volcánica en Canarias ha sido constante a lo largo de su historia geológica, alternando periodos de calma con erupciones espectaculares que han modificado drásticamente la fisonomía de las islas. Las erupciones históricas más recientes, como la del Teneguía en La Palma (1971) o la submarina de El Hierro (2011-2012), demuestran que el archipiélago sigue siendo geológicamente muy activo. Estas manifestaciones volcánicas, aunque potencialmente destructivas, han creado suelos excepcionalmente fértiles y han dado lugar a ecosistemas únicos adaptados a condiciones extremas. Los volcanes canarios no solo han modelado el paisaje físico, sino que también han influido profundamente en la cultura, la economía y la forma de vida de los habitantes del archipiélago, convirtiéndose en elementos identitarios de primer orden.

El estudio de los volcanes canarios reviste gran importancia científica internacional, ya que ofrecen un laboratorio natural excepcional para comprender los procesos magmáticos, los riesgos geológicos y la evolución de las islas oceánicas. Además, su espectacularidad paisajística los ha convertido en un importante recurso turístico, con lugares emblemáticos como el Parque Nacional del Teide (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) o los espectaculares campos de lava de Timanfaya en Lanzarote. Sin embargo, esta belleza convive con el riesgo inherente a vivir en territorio volcánico activo, lo que exige una gestión adecuada del riesgo y una planificación territorial que tenga en cuenta esta particularidad geológica.

Formación y Evolución Geológica de las Islas

El origen de las Islas Canarias sigue siendo objeto de debate científico, aunque la teoría más aceptada actualmente es la del punto caliente, que postula la existencia de una anomalía térmica fija en el manto terrestre sobre la cual se desplaza la placa africana. Este mecanismo explicaría tanto la disposición lineal de las islas como su progresiva antigüedad hacia el este, siendo Fuerteventura y Lanzarote las más antiguas (unos 20 millones de años) y El Hierro la más joven (apenas 1 millón de años). El proceso de formación de cada isla sigue un patrón similar: comienza con una fase submarina de crecimiento del edificio volcánico hasta emerger a la superficie, seguida de una fase de crecimiento rápido con erupciones muy fluidas que construyen amplios edificios en escudo, para finalmente pasar a una fase de madurez con erupciones más explosivas que construyen estratovolcanes complejos como el Teide.

La evolución geológica posterior de cada isla está marcada por episodios de colapso gravitacional que han dado lugar a impresionantes estructuras como el Valle de La Orotava o las Cañadas del Teide en Tenerife, o el espectacular anfiteatro de El Golfo en El Hierro. Estos mega-deslizamientos, que pueden movilizar cientos de kilómetros cúbicos de material en pocas horas, son característicos de las islas volcánicas oceánicas y han modelado dramáticamente el perfil costero del archipiélago. Posteriormente, nuevas fases eruptivas han rellenado parcialmente estas depresiones, creando los complejos paisajes que hoy conocemos. En las islas más antiguas (Fuerteventura y Lanzarote), la erosión ha expuesto los complejos basales formados durante las primeras etapas de crecimiento submarino, ofreciendo a los geólogos ventanas únicas para estudiar los procesos iniciales de formación de las islas.

Los materiales volcánicos que componen las Canarias son fundamentalmente basálticos, aunque en las fases más evolucionadas aparecen magmas más diferenciados como traquitas y fonolitas, especialmente en Tenerife y Gran Canaria. Esta diversidad magmática refleja los complejos procesos de diferenciación que ocurren en las cámaras magmáticas subterráneas y que son responsables de la variedad de estilos eruptivos observados en el archipiélago. Las erupciones históricas han mostrado esta diversidad, desde las efusivas y poco explosivas como la de Timanfaya (1730-1736) hasta las más violentas como la de Montaña Negra en Tenerife (1706), que destruyó el puerto de Garachico. El estudio de estos procesos es fundamental no solo para entender el pasado geológico de las islas, sino también para prever su comportamiento futuro y gestionar adecuadamente el riesgo volcánico.

Principales Volcanes y Erupciones Históricas

El Teide, en Tenerife, es sin duda el volcán más emblemático del archipiélago y uno de los mejor estudiados a nivel mundial. Este coloso, que se alza majestuoso en el centro de la isla, es un estratovolcán complejo que ha experimentado numerosas erupciones a lo largo de los últimos 200.000 años, la más reciente hace unos 1.200 años. Su cráter de 80 metros de diámetro sigue mostrando actividad fumarólica, recordando su condición de volcán activo. El sistema volcánico del Teide incluye también la caldera de Las Cañadas, una enorme depresión de 16 km de diámetro formada por múltiples colapsos gravitacionales, y los numerosos conos parásitos que salpican sus laderas, como Montaña Blanca o Pico Viejo, este último escenario de una importante erupción en 1798.

Lanzarote alberga otro de los complejos volcánicos más espectaculares de Canarias: el Parque Nacional de Timanfaya, resultado de la gran erupción de 1730-1736 que cubrió un tercio de la isla con lavas y piroclastos. Esta erupción, una de las más largas y voluminosas de la historia volcánica reciente (6 años de duración y más de 1 km³ de materiales emitidos), transformó radicalmente la geografía y la economía de Lanzarote, forzando a muchos habitantes a emigrar mientras otros aprendían a cultivar en el lapilli (picón) que cubría los campos. Más reciente fue la erupción de 1824, que aunque mucho menor en volumen, añadió nuevos elementos al paisaje volcánico de la isla. Hoy, las “Montañas del Fuego” son un extraordinario museo geológico al aire libre donde se pueden observar más de 25 volcanes y numerosos fenómenos de actividad residual como géiseres artificiales que demuestran el alto gradiente térmico del subsuelo.

La Palma ha sido escenario de varias erupciones históricas significativas, siendo las más recientes la del Teneguía en 1971 y la de Cumbre Vieja en 2021. Esta última, que duró 85 días entre septiembre y diciembre, se convirtió en la erupción más destructiva de la historia reciente de Canarias, con más de 1.200 hectáreas cubiertas por lavas y piroclastos y cerca de 3.000 edificios afectados. La erupción, ampliamente estudiada por equipos científicos internacionales, proporcionó valiosos datos sobre el comportamiento del sistema magmático de la isla y los procesos de construcción de las dorsales activas características del vulcanismo canario. Otros episodios históricos notables incluyen la erupción de 1585 en Tahuya (Tenerife), la de 1706 en Garachico, o la submarina de 2011-2012 al sur de El Hierro, esta última especialmente interesante por ocurrir en un ambiente marino y permitir estudiar la interacción entre el magma y el agua de mar.

Riesgo Volcánico y Sistemas de Vigilancia

Las Islas Canarias cuentan con uno de los sistemas de vigilancia volcánica más avanzados del mundo, gestionado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) en colaboración con otras instituciones científicas. Esta red incluye más de 150 estaciones de monitorización que registran continuamente la actividad sísmica, las deformaciones del terreno, las emisiones de gases y otros parámetros geofísicos y geoquímicos que pueden anunciar una reactivación volcánica. La experiencia acumulada durante la reciente erupción de La Palma demostró la eficacia de estos sistemas, que permitieron anticipar la erupción con varios días de antelación y evacuar preventivamente a la población en riesgo. Sin embargo, también puso de manifiesto los retos que plantea la gestión de una crisis volcánica prolongada en un territorio densamente poblado.

El Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico en Canarias (PEVOLCA) establece los protocolos de actuación ante una crisis volcánica, incluyendo los umbrales de alerta y los mecanismos de coordinación entre las distintas administraciones y organismos científicos. Este plan se basa en escenarios predefinidos según el tipo de erupción esperada (efusiva, explosiva o mixta) y su localización (terrestre o submarina), y contempla medidas como la delimitación de zonas de exclusión, la evacuación de población o la protección de infraestructuras críticas. La comunicación del riesgo a la población es otro aspecto clave, para lo cual se han desarrollado campañas educativas y materiales divulgativos que explican los fenómenos volcánicos y las medidas de autoprotección.

Aunque el riesgo volcánico no puede eliminarse, una adecuada planificación territorial puede reducir significativamente la vulnerabilidad. En este sentido, los mapas de peligrosidad volcánica elaborados para cada isla deberían ser la base para la ordenación del territorio, limitando los usos urbanísticos en las zonas de mayor riesgo y estableciendo corredores de seguridad para los flujos de lava. La experiencia de la erupción de 2021 en La Palma ha llevado a replantear muchos aspectos de la gestión del riesgo, desde los seguros de daños hasta los protocolos de reconstrucción en zonas afectadas, en un intento de construir unas islas más resilientes frente a futuras erupciones.

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