¿Qué importancia tienen las figuras de Lavalleja, Rivera y Oribe en la historia temprana del país?

Publicado el 28 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

La historia temprana de Uruguay está marcada por las acciones y legados de tres figuras fundamentales: Juan Antonio Lavalleja, Fructuoso Rivera y Manuel Oribe. Estos líderes no solo participaron activamente en las luchas por la independencia del territorio uruguayo, sino que también definieron los primeros pasos de la nación como un estado soberano. Sus contribuciones militares, políticas y sociales sentaron las bases para la construcción de la identidad nacional, aunque también fueron protagonistas de divisiones internas que influyeron en el desarrollo del país. Lavalleja, como líder de los Treinta y Tres Orientales, encarnó el espíritu de resistencia contra el dominio brasileño, mientras que Rivera y Oribe, aunque aliados inicialmente, terminaron enfrentándose en las guerras civiles que marcaron el siglo XIX. Este ensayo explora el impacto de estos tres caudillos en la formación del Uruguay independiente, analizando sus logros, conflictos y el legado que dejaron en la política y la sociedad de la época.

Juan Antonio Lavalleja y la Epopeya de los Treinta y Tres Orientales

Juan Antonio Lavalleja es recordado como uno de los próceres más emblemáticos de la independencia uruguaya, gracias a su liderazgo en la cruzada de los Treinta y Tres Orientales en 1825. Este evento no solo fue un acto de rebeldía contra el Imperio de Brasil, que había anexado la Provincia Oriental, sino también un movimiento que reavivó las esperanzas de autonomía entre los orientales. La gesta de Lavalleja y sus compañeros no solo tuvo un impacto militar, sino también simbólico, ya que representó la unión de diversos sectores sociales en pos de un objetivo común: la libertad. Tras el desembarco en la playa de la Agraciada, Lavalleja y sus hombres lograron movilizar a la población rural y a antiguos líderes artiguistas, consolidando una fuerza capaz de desafiar al poderoso ejército brasileño.

Además de su rol en la independencia, Lavalleja fue una figura clave en los primeros gobiernos del Uruguay independiente, aunque su influencia política se vio opacada por la creciente rivalidad entre Rivera y Oribe. Su visión de un país unido bajo los ideales artiguistas chocó con las ambiciones personales de otros caudillos, lo que finalmente lo marginó del poder central. Sin embargo, su legado perdura como símbolo de la lucha por la soberanía oriental, y su nombre está indisolublemente ligado al proceso que culminó con la Convención Preliminar de Paz de 1828, donde se reconoció la independencia de Uruguay. A pesar de no haber alcanzado la presidencia en un período estable, su figura sigue siendo venerada como uno de los padres fundadores de la patria.

Fructuoso Rivera: Primer Presidente y Fundador del Partido Colorado

Fructuoso Rivera fue una figura central en la consolidación del Estado uruguayo, no solo por ser el primer presidente constitucional sino también por ser el fundador del Partido Colorado, una de las fuerzas políticas más duraderas del país. Su liderazgo militar durante la Guerra del Brasil y su capacidad para movilizar apoyos entre los sectores rurales le permitieron ascender al poder en un contexto de gran inestabilidad. Rivera representaba los intereses de los estancieros y comerciantes vinculados al puerto de Montevideo, lo que lo enfrentó con otros caudillos que defendían una visión más federalista y popular, como Manuel Oribe.

Durante su presidencia, Rivera impulsó políticas orientadas a modernizar el incipiente Estado, aunque su gobierno también estuvo marcado por acusaciones de autoritarismo y favoritismo hacia sus seguidores. Uno de sus actos más controvertidos fue la persecución de los seguidores de Oribe, lo que exacerbó las tensiones políticas y llevó al estallido de la Guerra Grande en 1839. A pesar de sus contradicciones, Rivera sentó las bases de un sistema político que, aunque turbulento, logró mantener cierta continuidad institucional en medio de las guerras civiles. Su legado sigue siendo objeto de debate: para algunos, fue un líder visionario que defendió los intereses urbanos y progresistas; para otros, un caudillo más interesado en el poder personal que en el bienestar colectivo.

Manuel Oribe y la Fundación del Partido Nacional

Manuel Oribe, el tercer vértice de este triángulo histórico, es conocido por ser el fundador del Partido Nacional (o Blanco) y por su enfrentamiento con Rivera durante la Guerra Grande. Oribe representaba a los sectores más tradicionales y rurales de la sociedad oriental, inspirados en parte por el legado federalista de José Artigas. Su presidencia (1835-1838) estuvo marcada por intentos de equilibrar el poder entre Montevideo y el interior, pero sus medidas fueron vistas como una amenaza por los riveristas, lo que desencadenó un conflicto armado que dividió al país durante más de una década.

El apoyo de Oribe a los federales argentinos y su alianza con Juan Manuel de Rosas complicaron aún más la situación política, convirtiendo a Uruguay en un campo de batalla entre potencias regionales. A pesar de su derrota militar, el Partido Nacional logró consolidarse como una fuerza política representativa del interior rural, y su figura sigue siendo un referente para los sectores más conservadores del país. Oribe, al igual que Lavalleja y Rivera, encarnó las tensiones entre unitarismo y federalismo, entre ciudad y campaña, que definieron los primeros años de la república.

Conclusión: Legados en Conflicto y la Construcción de la Identidad Nacional

Las figuras de Lavalleja, Rivera y Oribe son esenciales para entender la compleja historia temprana de Uruguay. Cada uno aportó una visión distinta sobre cómo debía organizarse el país, y sus enfrentamientos reflejaron las divisiones profundas de la sociedad oriental. Aunque sus métodos y objetivos fueron a menudo contradictorios, su participación en la lucha por la independencia y en la formación de los primeros partidos políticos sentó las bases del Uruguay moderno. Hoy, sus nombres siguen evocando debates sobre unidad, soberanía y justicia social, demostrando que su legado sigue vivo en la memoria colectiva del país.

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