Teoría de la Acumulación por Desposesión (David Harvey)

Publicado el 14 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: Contextualizando la Teoría de David Harvey

La teoría de la acumulación por desposesión, desarrollada por el geógrafo y teórico marxista David Harvey, surge como una crítica a las dinámicas del capitalismo contemporáneo, especialmente en el contexto de la globalización neoliberal. Harvey retoma y amplía el concepto de “acumulación primitiva” de Karl Marx, quien describió cómo el capitalismo, en sus orígenes, se basó en la expropiación violenta de tierras, recursos y fuerza de trabajo. Sin embargo, Harvey argumenta que este proceso no es solo un fenómeno histórico, sino una estrategia permanente del capitalismo para mantener su expansión.

En su obra “El nuevo imperialismo” (2003), Harvey explica que, ante las crisis de sobreacumulación y la caída de las tasas de ganancia, el sistema capitalista recurre a mecanismos de desposesión para abrir nuevos mercados y fuentes de riqueza. Esto implica la privatización de bienes comunes, la financiarización de la economía, la explotación intensiva de recursos naturales y la mercantilización de aspectos de la vida que antes estaban fuera del mercado. La acumulación por desposesión no solo afecta a países en desarrollo, sino también a economías avanzadas, donde políticas neoliberales promueven el desmantelamiento de derechos laborales y servicios públicos.

Este artículo explorará en profundidad los mecanismos, ejemplos y consecuencias de la acumulación por desposesión, así como las resistencias que genera. A través de un análisis crítico, se demostrará cómo esta teoría sigue vigente para entender las desigualdades económicas y geopolíticas del siglo XXI.


1. Fundamentos Teóricos: De Marx a Harvey

Para comprender la teoría de la acumulación por desposesión, es esencial retomar los fundamentos marxistas en los que se basa David Harvey. Karl Marx, en “El Capital”, describió la acumulación primitiva como un proceso histórico en el que las clases dominantes despojaron a campesinos y trabajadores de sus medios de subsistencia, forzándolos a vender su fuerza de trabajo en el mercado capitalista. Este fenómeno incluyó eventos como los cercamientos de tierras en Inglaterra (enclosures), la colonización de América y África, y la explotación de recursos a escala global.

Sin embargo, Harvey argumenta que este proceso no terminó con la industrialización, sino que se reinventó bajo el neoliberalismo. A diferencia de Marx, que veía la acumulación primitiva como una fase previa al capitalismo maduro, Harvey sostiene que la desposesión es una característica estructural del sistema, necesaria para contrarrestar sus crisis cíclicas. En lugar de limitarse a la expropiación de tierras, la acumulación por desposesión moderna incluye la privatización de servicios públicos (agua, educación, salud), la especulación financiera, las patentes sobre conocimientos indígenas y la gentrificación urbana.

Este enfoque permite entender cómo el capitalismo, lejos de ser un sistema estable, depende de la violencia económica y política para perpetuarse. Harvey también señala que, mientras Marx centró su análisis en la explotación laboral, la acumulación por desposesión revela otras formas de opresión, como el extractivismo en el Sur Global y el endeudamiento masivo de países mediante instituciones como el FMI y el Banco Mundial.


2. Mecanismos de la Acumulación por Desposesión

La acumulación por desposesión opera a través de múltiples mecanismos, muchos de ellos impulsados por políticas neoliberales y corporaciones transnacionales. Uno de los más evidentes es la privatización de bienes públicos, donde servicios esenciales como el agua, la electricidad y la salud pasan a manos de empresas privadas, generando ganancias a costa del acceso universal. Un ejemplo claro es la privatización del agua en Bolivia en el año 2000, que provocó masivas protestas conocidas como la Guerra del Agua, llevando finalmente a su renacionalización.

Otro mecanismo clave es la financiarización, donde el capital especulativo domina sobre la economía productiva. Grandes bancos y fondos de inversión se benefician de crisis económicas mediante la compra de activos a bajo costo, el endeudamiento de países y la manipulación de mercados. La crisis hipotecaria de 2008 en Estados Unidos es un caso paradigmático: millones de personas perdieron sus viviendas debido a préstamos predatorios, mientras los bancos fueron rescatados con dinero público.

Además, la expropiación de tierras sigue siendo una práctica común, especialmente en África, Asia y América Latina, donde empresas agroindustriales y mineras desplazan comunidades indígenas y campesinas. La expansión de monocultivos como la soja y la palma aceitera, junto con megaproyectos hidroeléctricos, ha generado conflictos socioambientales en países como Brasil, Indonesia y Honduras.

Finalmente, la mercantilización de la vida social convierte derechos básicos en mercancías. Desde la educación superior hasta los datos personales en redes sociales, todo es susceptible de ser monetizado. Harvey advierte que este proceso profundiza la desigualdad y erosiona la democracia, ya que el poder económico domina sobre las necesidades colectivas.


3. Resistencia y Alternativas frente a la Desposesión

Frente a estos mecanismos de desposesión, han surgido numerosos movimientos de resistencia en todo el mundo. Desde luchas indígenas por la defensa de sus territorios hasta protestas contra la austeridad en Europa, las comunidades están desafiando el avance del capitalismo depredador. Un ejemplo destacado es el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México, que desde 1994 ha construido autonomías locales fuera del control del Estado y el mercado capitalista.

Otra forma de resistencia es la promoción de economías solidarias y cooperativas, donde los trabajadores gestionan directamente los medios de producción. En Argentina, las fábricas recuperadas por sus empleados tras la crisis de 2001 demostraron que es posible organizar la producción de manera colectiva. Asimismo, movimientos como “Blockadia” (descrito por Naomi Klein) se oponen a proyectos extractivistas mediante bloqueos y acciones legales.

A nivel teórico, académicos como Silvia Federici y Raquel Gutiérrez han ampliado el análisis de Harvey, destacando cómo la desposesión afecta especialmente a mujeres y comunidades racializadas. Federici, por ejemplo, vincula la acumulación por desposesión con la crisis de los cuidados, donde el trabajo reproductivo no remunerado sostiene al sistema capitalista.

Estas resistencias plantean la necesidad de alternativas sistémicas, como el ecosocialismo y los commons (bienes comunes), que buscan democratizar la economía y priorizar la sostenibilidad ambiental. Sin embargo, Harvey advierte que, sin una transformación política radical, el capitalismo seguirá recurriendo a la desposesión para mantener su dominio.


Conclusión: La Vigencia de la Teoría en el Capitalismo Actual

La teoría de la acumulación por desposesión sigue siendo una herramienta crucial para entender las dinámicas del capitalismo en el siglo XXI. Desde la privatización de servicios esenciales hasta el extractivismo en el Sur Global, los mecanismos descritos por Harvey explican cómo el sistema se reinventa para superar sus crisis, generando mayor desigualdad y exclusión.

En un contexto de pandemia, cambio climático y auge del neofascismo, esta teoría ayuda a analizar fenómenos como el acaparamiento de vacunas por países ricos, el avance de megaminerías en territorios indígenas y la precarización laboral global. La resistencia, aunque fragmentada, muestra que existen alternativas basadas en la solidaridad y la justicia socioambiental.

En definitiva, la acumulación por desposesión no es un fenómeno del pasado, sino una realidad cotidiana que exige respuestas colectivas. Como señala Harvey, solo mediante la organización popular y la crítica radical al capitalismo se podrá construir un futuro más justo.

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