Terrorismo de Estado y Desapariciones en Argentina: Una Herida Abierta en la Historia

Publicado el 10 abril, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción: El Contexto Histórico del Terrorismo de Estado en Argentina

El Terrorismo de Estado en Argentina representa uno de los períodos más oscuros y traumáticos de la historia latinoamericana, marcado por la sistemática violación de los derechos humanos, la persecución política y la desaparición forzada de miles de personas. Este fenómeno se enmarca dentro de la última dictadura cívico-militar (1976-1983), un régimen que, bajo el pretexto de combatir la “subversión”, implementó un plan represivo organizado desde las más altas esferas del poder. Las desapariciones forzadas fueron una de las herramientas centrales de este terrorismo estatal, destinadas no solo a eliminar físicamente a los opositores, sino también a instalar un clima de miedo y sumisión en la sociedad.

Durante estos años, las Fuerzas Armadas y de seguridad, en colaboración con sectores civiles, empresariales y eclesiásticos, llevaron adelante un plan sistemático de secuestros, torturas y asesinatos. Las víctimas incluían militantes políticos, sindicalistas, estudiantes, artistas, intelectuales y cualquier persona considerada una amenaza para el régimen. Los centros clandestinos de detención (CCD) se convirtieron en símbolos del horror, donde los detenidos-desaparecidos eran sometidos a vejámenes inhumanos antes de ser asesinados y, en muchos casos, arrojados al mar en los llamados “vuelos de la muerte”.

La magnitud del terrorismo de Estado en Argentina no puede entenderse sin analizar el contexto regional e internacional. La Doctrina de Seguridad Nacional, impulsada por Estados Unidos durante la Guerra Fría, justificó la represión en nombre de la lucha contra el comunismo. Además, la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur, a través del Plan Cóndor, evidenció que estas prácticas no fueron hechos aislados, sino parte de una estrategia continental de exterminio.

Las Desapariciones Forzadas: Un Crimen de Lesa Humanidad

Las desapariciones forzadas en Argentina constituyen uno de los crímenes más aberrantes cometidos por el Estado, no solo por su brutalidad, sino por la negación sistemática de la verdad y la justicia hacia las víctimas y sus familias. Se estima que alrededor de 30,000 personas fueron desaparecidas durante la dictadura, aunque la cifra exacta sigue siendo motivo de debate debido a la política de ocultamiento y destrucción de pruebas por parte de los represores. Este delito, tipificado como crimen de lesa humanidad por el derecho internacional, implicaba el secuestro de personas sin orden judicial, su traslado a centros clandestinos y la posterior negación de su paradero, generando una angustia perpetua en sus seres queridos.

Los métodos utilizados por los represores reflejaban un alto grado de sadismo y premeditación. Las víctimas eran torturadas con electricidad, golpes, violaciones y privación sensorial, entre otras técnicas diseñadas para quebrar su resistencia física y psicológica. Muchas mujeres embarazadas fueron mantenidas con vida hasta dar a luz, para luego ser asesinadas, mientras que sus hijos eran apropiados ilegalmente por familias vinculadas al régimen. Este plan de apropiación de menores demostró que el terrorismo de Estado no solo buscaba eliminar a una generación de militantes, sino también controlar el futuro a través del robo de identidad.

Las consecuencias de las desapariciones forzadas trascienden el período dictatorial. Las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo se convirtieron en símbolos globales de resistencia, al exigir incansablemente la restitución de sus familiares y el castigo a los culpables. Su lucha permitió avances significativos, como la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y el Juicio a las Juntas Militares en 1985. Sin embargo, la impunidad persistió durante años debido a las leyes de obediencia debida y punto final, así como a los indultos de los años 90. Recién en el siglo XXI, con la anulación de estas normas, se reabrieron los juicios y se lograron condenas históricas contra los represores.

La Recuperación de la Memoria y la Lucha por la Justicia

La memoria colectiva se ha convertido en un pilar fundamental para combatir el negacionismo y garantizar que los crímenes del terrorismo de Estado no se repitan. En Argentina, diversos organismos de derechos humanos, junto con el Estado, han impulsado políticas de memoria, como la transformación de excentros clandestinos en espacios de reflexión (por ejemplo, la ESMA o el Olimpo). Estos lugares funcionan como pruebas materiales del horror y como herramientas pedagógicas para las nuevas generaciones.

La justicia, aunque tardía, ha avanzado en las últimas décadas. A diferencia de otros países donde se aplicaron amnistías, Argentina ha logrado condenar a cientos de represores, incluyendo altos mandos militares y civiles cómplices. Los juicios por la verdad y las sentencias por delitos de lesa humanidad han sido fundamentales para reconstruir la historia y reparar, en parte, el daño causado. Sin embargo, muchos responsables murieron sin enfrentar la justicia, y algunos sectores aún intentan relativizar o justificar el accionar represivo.

La lucha contra la impunidad continúa, especialmente en casos como la identificación de nietos apropiados, donde aún faltan alrededor de 300 personas por recuperar su verdadera identidad. Además, el terrorismo de Estado dejó secuelas profundas en la sociedad argentina, desde el trauma psicosocial hasta la necesidad de seguir exigiendo verdad y justicia. En un mundo donde persisten formas de autoritarismo y represión, la memoria de las víctimas del terrorismo de Estado en Argentina sirve como advertencia universal sobre los peligros de la intolerancia y la violencia institucionalizada.

Articulos relacionados