Teoría de la desecularización (Peter Berger)

Publicado el 4 junio, 2025 por Rodrigo Ricardo

Introducción a la Teoría de la Desecularización

La Teoría de la Desecularización, propuesta por el sociólogo Peter Berger, representa un giro fundamental en el estudio de la religión en la modernidad. Berger, quien en sus primeros trabajos defendía la tesis de la secularización como un proceso inevitable, revisó posteriormente su postura al observar que, lejos de desaparecer, las creencias religiosas mantenían una presencia vigorosa e incluso creciente en numerosas sociedades. Este cambio de perspectiva no solo cuestionó los paradigmas dominantes en la sociología de la religión, sino que también abrió un nuevo campo de investigación sobre el dinamismo de lo sagrado en el mundo contemporáneo.

En este artículo, exploraremos los fundamentos de la teoría de la desecularización, analizando sus implicaciones en diferentes contextos geográficos y culturales. Berger argumenta que, contrario a lo que predecían las teorías clásicas de la secularización, la religión no ha sido relegada a la esfera privada, sino que continúa influyendo en la política, la economía y la identidad colectiva. Ejemplos como el auge del evangelicalismo en América Latina, el resurgimiento del islam político en Medio Oriente o la revitalización de movimientos espirituales en Europa demuestran que la secularización no es un proceso lineal ni universal.

Además, abordaremos las críticas que ha recibido esta teoría, así como su relevancia en el debate actual sobre el lugar de la religión en las sociedades plurales. La desecularización no implica necesariamente un retorno a formas tradicionales de religiosidad, sino que también incluye nuevas expresiones de espiritualidad, adaptadas a los cambios tecnológicos y culturales del siglo XXI. A continuación, profundizaremos en los orígenes de esta teoría y su evolución en el pensamiento de Berger.

Orígenes y Evolución del Concepto de Desecularización

Peter Berger fue, junto a Thomas Luckmann, uno de los principales exponentes de la sociología del conocimiento, campo desde el cual analizó cómo las instituciones sociales construyen y mantienen realidades simbólicas. En su obra The Sacred Canopy (1967), Berger defendía la tesis de que la modernización conduciría inexorablemente a un declive de la religión, siguiendo la línea de pensadores como Max Weber y Émile Durkheim. Sin embargo, hacia finales del siglo XX, Berger reconoció que esta predicción no se había cumplido y que, por el contrario, la religión demostraba una notable capacidad de adaptación y resistencia.

Este viraje teórico se consolidó en su libro The Desecularization of the World (1999), donde Berger sostiene que el mundo no se está volviendo menos religioso, sino que experimenta un proceso de desecularización. Uno de los argumentos centrales es que la globalización, en lugar de homogenizar las creencias, ha facilitado la difusión de movimientos religiosos transnacionales, como el pentecostalismo o el islamismo. Además, Berger señala que en contextos de incertidumbre social y económica, la religión ofrece marcos de sentido que las ideologías secularizadas no logran proporcionar.

Un aspecto clave de esta teoría es la distinción entre secularización como fenómeno institucional (la separación entre Iglesia y Estado) y secularización como declive de las creencias individuales. Berger admite que, en algunas sociedades occidentales, la influencia de las instituciones religiosas ha disminuido, pero esto no equivale a una pérdida generalizada de fe. Por el contrario, en muchas regiones, la religión se ha revitalizado como respuesta a los desafíos de la modernidad. En la siguiente sección, examinaremos cómo este proceso se manifiesta en diferentes partes del mundo.

Manifestaciones de la Desecularización en el Mundo Contemporáneo

La teoría de la desecularización encuentra sustento empírico en múltiples fenómenos globales. En América Latina, por ejemplo, el crecimiento explosivo de las iglesias evangélicas ha transformado el panorama religioso, tradicionalmente dominado por el catolicismo. Brasil, que alberga la mayor población católica del mundo, ha visto cómo el porcentaje de evangélicos aumentó de menos del 5% en 1970 a más del 30% en la actualidad. Este cambio no solo afecta las prácticas religiosas, sino también la política, como lo demuestra la influencia de líderes evangélicos en las elecciones recientes.

En contraste, en Europa, donde la secularización parecía más avanzada, se observa un resurgimiento de identidades religiosas, especialmente entre comunidades migrantes. El islam, en particular, se ha convertido en un factor central en debates sobre integración y multiculturalismo. Berger argumenta que, lejos de asimilarse a un modelo secular, muchos inmigrantes de segunda generación reafirman su fe como parte de su identidad cultural. Paralelamente, movimientos de espiritualidad alternativa, como el New Age, ganan adeptos entre personas que rechazan tanto el ateísmo como las religiones tradicionales.

Otro caso paradigmático es el de Rusia, donde la Iglesia Ortodoxa ha recuperado un papel protagónico en la vida pública después del colapso de la Unión Soviética. Este proceso, apoyado activamente por el Estado, ilustra cómo la religión puede ser instrumentalizada para fines políticos. En África, el cristianismo y el islam compiten en un contexto de rápido crecimiento demográfico, demostrando que la modernidad no necesariamente debilita la fe. Estos ejemplos refuerzan la idea de que la desecularización es un fenómeno multidimensional, con expresiones diversas según el contexto.

Críticas y Limitaciones de la Teoría de la Desecularización

A pesar de su influencia, la teoría de Berger no está exenta de críticas. Algunos sociólogos, como Steve Bruce, sostienen que el aparente resurgimiento religioso es en realidad un último estertor antes de la inevitable secularización. Según esta visión, fenómenos como el fundamentalismo son reacciones defensivas ante la modernidad, pero no alteran la tendencia general hacia sociedades menos religiosas. Otros críticos señalan que Berger sobrestima el impacto de ciertos movimientos religiosos, ignorando que su crecimiento a menudo se concentra en regiones específicas.

Además, hay debates sobre si la desecularización es realmente global o si se limita a determinadas áreas. Mientras que en Estados Unidos y el mundo en desarrollo la religión sigue siendo una fuerza social poderosa, en países como Suecia o la República Checa las tasas de creencia y práctica religiosa son notablemente bajas. Berger responde a esto argumentando que la secularización nunca fue universal y que incluso en Europa hay signos de revitalización religiosa, aunque en formas no tradicionales.

Otra limitación es que la teoría no siempre explica adecuadamente las nuevas espiritualidades, que a menudo carecen de estructuras institucionales claras. ¿Puede considerarse desecularización el auge del yoga o la meditación, prácticas divorciadas de doctrinas religiosas específicas? Berger sugiere que estas expresiones forman parte de un pluralismo religioso que caracteriza a la modernidad tardía. Sin embargo, queda pendiente una definición más precisa de qué cuenta como religión en este contexto.

Conclusión: La Religión en la Era de la Incertidumbre

La teoría de la desecularización de Peter Berger ofrece un marco valioso para entender la persistencia y transformación de lo religioso en el siglo XXI. Lejos de ser un vestigio del pasado, la religión se adapta a los cambios sociales, políticos y tecnológicos, manteniendo su relevancia para millones de personas. En un mundo marcado por la globalización, las crisis económicas y la fragmentación identitaria, las creencias religiosas proporcionan certidumbre y comunidad.

Sin embargo, como hemos visto, esta teoría no está libre de controversias. El debate entre secularización y desecularización sigue abierto, reflejando la complejidad del fenómeno religioso en diferentes contextos. Lo que queda claro es que, para comprender las sociedades contemporáneas, es indispensable analizar el papel de la religión, no como un elemento residual, sino como una fuerza dinámica y en constante evolución.

En última instancia, la obra de Berger nos invita a repensar los supuestos sobre el lugar de lo sagrado en la modernidad, reconociendo que la secularización no es un destino inevitable, sino solo una de las múltiples trayectorias posibles en la relación entre religión y sociedad.

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