Ácido Acetilsalicílico: Propiedades, Mecanismos de Acción y Aplicaciones Terapéuticas

Publicado el 28 mayo, 2025 por Rodrigo Ricardo

El ácido acetilsalicílico (AAS), comúnmente conocido como aspirina, es uno de los fármacos más utilizados en el mundo debido a sus propiedades analgésicas, antipiréticas, antiinflamatorias y antiagregantes plaquetarias. Desde su síntesis en 1897 por Felix Hoffmann, este compuesto ha sido fundamental en el tratamiento de diversas afecciones médicas, desde el alivio del dolor hasta la prevención de eventos cardiovasculares. Su mecanismo de acción, basado en la inhibición de la ciclooxigenasa (COX), ha sido ampliamente estudiado, lo que ha permitido comprender sus efectos terapéuticos y adversos. Este artículo explora en profundidad las propiedades químicas del AAS, sus vías de metabolización, sus aplicaciones clínicas y los posibles efectos secundarios asociados a su uso prolongado.

El ácido acetilsalicílico pertenece al grupo de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y deriva del ácido salicílico, un compuesto natural presente en la corteza del sauce. Su modificación química mediante acetilación mejora su eficacia y reduce su toxicidad gástrica en comparación con su precursor. A nivel molecular, el AAS actúa inhibiendo irreversiblemente las enzimas COX-1 y COX-2, lo que interfiere en la síntesis de prostaglandinas, tromboxanos y prostaciclinas. Esta inhibición explica sus efectos analgésicos y antiinflamatorios, así como su capacidad para prevenir la agregación plaquetaria, lo que lo convierte en un fármaco esencial en la prevención secundaria de infartos y accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, su uso no está exento de riesgos, ya que puede provocar efectos adversos gastrointestinales, hemorragias y, en casos raros, el síndrome de Reye en niños con infecciones virales.

Propiedades Químicas y Farmacocinética del Ácido Acetilsalicílico

El ácido acetilsalicílico es un éster acetilado del ácido salicílico, con una fórmula molecular de C₉H₈O₄ y un peso molecular de 180,16 g/mol. Su estructura química incluye un grupo carboxilo y un grupo acetoxi unido a un anillo bencénico, lo que le confiere propiedades hidrofílicas y lipofílicas que influyen en su absorción y distribución en el organismo. Tras su administración oral, el AAS se absorbe rápidamente en el estómago y el intestino delgado, donde el pH ácido favorece su forma no ionizada, permitiendo su paso a través de las membranas celulares. Una vez en el torrente sanguíneo, sufre una hidrólisis enzimática por esterasas plasmáticas y hepáticas, convirtiéndose en su metabolito activo, el ácido salicílico.

La farmacocinética del AAS está influenciada por factores como la dosis, la formulación farmacéutica y las condiciones fisiológicas del paciente. A dosis bajas (75-100 mg/día), su vida media es de aproximadamente 15-20 minutos debido a su rápida conversión en ácido salicílico, mientras que a dosis altas (1-2 g), la saturación de las enzimas metabolizadoras prolonga su presencia en plasma. El ácido salicílico resultante se une en un 80-90% a proteínas plasmáticas, principalmente albúmina, y se distribuye ampliamente en tejidos y líquidos corporales. Su metabolización ocurre principalmente en el hígado, donde sufre conjugación con ácido glucurónico o glicina, y su excreción se realiza vía renal. Es importante destacar que la alcalinización de la orina acelera su eliminación, un principio utilizado en casos de intoxicación por salicilatos.

Mecanismo de Acción y Efectos Farmacológicos

El principal mecanismo de acción del ácido acetilsalicílico es la inhibición irreversible de las enzimas ciclooxigenasas (COX-1 y COX-2), las cuales catalizan la conversión de ácido araquidónico en prostaglandinas y tromboxanos. La COX-1 es constitutiva y se expresa en plaquetas, mucosa gástrica y riñones, mientras que la COX-2 es inducible y se asocia con procesos inflamatorios y dolor. Al acetilar un residuo de serina en el sitio activo de estas enzimas, el AAS bloquea la formación de prostaglandinas (PG), moléculas implicadas en la inflamación, la fiebre y la percepción del dolor. En plaquetas, la inhibición de la COX-1 reduce la síntesis de tromboxano A₂ (TXA₂), un potente vasoconstrictor y agregante plaquetario, lo que explica su efecto antitrombótico.

Los efectos farmacológicos del AAS varían según la dosis administrada. A dosis bajas (75-325 mg/día), previene la agregación plaquetaria sin ejercer un efecto antiinflamatorio significativo, por lo que se utiliza en la prevención de trombosis. A dosis medias (500 mg-1 g), actúa como analgésico y antipirético, inhibiendo la síntesis de PGE₂ en el hipotálamo, lo que normaliza la temperatura corporal en estados febriles. A dosis altas (3-4 g/día), suprime la inflamación en enfermedades reumáticas, aunque su uso prolongado en estas dosis se ha reducido debido al desarrollo de AINEs más selectivos y con menos efectos adversos gastrointestinales. Además, estudios recientes sugieren que el AAS podría tener efectos quimiopreventivos en ciertos tipos de cáncer, como el colorrectal, al inhibir vías proinflamatorias relacionadas con la carcinogénesis.

Aplicaciones Clínicas del Ácido Acetilsalicílico

El ácido acetilsalicílico (AAS) tiene un amplio espectro de aplicaciones clínicas, que van desde el alivio sintomático de afecciones leves hasta su uso en la prevención de enfermedades cardiovasculares. Una de sus principales indicaciones es como analgésico en el tratamiento del dolor leve a moderado, como cefaleas, odontalgias y dolores musculoesqueléticos. Su eficacia en estos casos se debe a la inhibición de la síntesis de prostaglandinas en los tejidos periféricos y en el sistema nervioso central, lo que reduce la transmisión de señales dolorosas. Además, su efecto antipirético lo hace útil en el manejo de la fiebre asociada a infecciones virales o bacterianas, aunque en pediatría su uso está restringido debido al riesgo de síndrome de Reye, una complicación rara pero grave que puede causar encefalopatía y daño hepático en niños con infecciones virales.

En el campo de la cardiología, el AAS es un pilar en la prevención secundaria de eventos tromboembólicos, como infarto agudo de miocardio (IAM) y accidente cerebrovascular (ACV). Su administración en dosis bajas (75-100 mg/día) inhibe irreversiblemente la ciclooxigenasa-1 (COX-1) en las plaquetas, reduciendo la producción de tromboxano A₂, un potente vasoconstrictor y promotor de la agregación plaquetaria. Estudios clínicos han demostrado que el uso de AAS en pacientes con antecedentes de enfermedad cardiovascular reduce significativamente el riesgo de nuevos episodios isquémicos. Sin embargo, su uso en prevención primaria (pacientes sin antecedentes cardiovasculares) es controvertido, ya que los beneficios deben sopesarse frente al riesgo de hemorragias gastrointestinales y cerebrales.

Otra aplicación relevante del AAS es en el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide y la fiebre reumática. Aunque en la actualidad ha sido desplazado por otros AINEs más selectivos y con menor toxicidad gástrica, históricamente ha sido un fármaco clave en el manejo de estas patologías. En dosis altas (3-4 g/día), el AAS ejerce un potente efecto antiinflamatorio al suprimir la producción de prostaglandinas en los tejidos afectados. No obstante, su uso prolongado en estas dosis se asocia a un mayor riesgo de úlceras pépticas, sangrado digestivo y nefrotoxicidad, lo que ha llevado a la búsqueda de alternativas terapéuticas más seguras.

Efectos Adversos y Contraindicaciones del Ácido Acetilsalicílico

A pesar de sus múltiples beneficios, el uso del ácido acetilsalicílico no está exento de riesgos, y sus efectos adversos pueden variar desde molestias leves hasta complicaciones potencialmente mortales. Uno de los efectos secundarios más frecuentes es la irritación de la mucosa gástrica, que puede manifestarse como dispepsia, gastritis e incluso úlceras pépticas con sangrado. Este efecto se debe a la inhibición de la COX-1, que reduce la producción de prostaglandinas gastroprotectoras, disminuyendo la secreción de moco y bicarbonato y aumentando la acidez gástrica. Para minimizar este riesgo, se recomienda el uso de formulaciones con cubierta entérica o la administración concomitante de inhibidores de la bomba de protones (IBP) en pacientes de alto riesgo.

Otro efecto adverso grave asociado al AAS es el riesgo de hemorragias, tanto gastrointestinales como cerebrales. Este riesgo es particularmente relevante en pacientes que reciben dosis altas o que utilizan el fármaco en combinación con otros anticoagulantes, como warfarina o clopidogrel. La inhibición irreversible de la agregación plaquetaria prolonga el tiempo de sangrado, lo que puede ser beneficioso en la prevención de trombosis pero peligroso en situaciones de trauma o cirugía. Por esta razón, se recomienda suspender el AAS al menos 7-10 días antes de procedimientos quirúrgicos electivos, a menos que el riesgo cardiovascular supere el riesgo hemorrágico.

El AAS también está contraindicado en pacientes con alergia a los salicilatos, ya que puede desencadenar reacciones de hipersensibilidad que van desde urticaria y rinitis hasta anafilaxia. Además, su uso está prohibido en niños y adolescentes con infecciones virales activas (como influenza o varicela) debido al riesgo de síndrome de Reye, una condición rara pero grave que causa edema cerebral y fallo hepático. En mujeres embarazadas, especialmente durante el tercer trimestre, el AAS debe usarse con precaución, ya que puede aumentar el riesgo de cierre prematuro del ductus arterioso y complicaciones hemorrágicas en el neonato.

Conclusiones

El ácido acetilsalicílico es un fármaco con un perfil terapéutico único, que combina propiedades analgésicas, antipiréticas, antiinflamatorias y antiagregantes plaquetarias. Su mecanismo de acción, basado en la inhibición irreversible de las ciclooxigenasas, lo ha convertido en una herramienta esencial en el manejo del dolor, la inflamación y la prevención de eventos cardiovasculares. Sin embargo, su uso debe ser cuidadosamente evaluado en cada paciente, considerando los potenciales efectos adversos, especialmente a nivel gastrointestinal y hemorrágico.

A pesar de la aparición de nuevos fármacos con mecanismos más selectivos, el AAS sigue siendo ampliamente utilizado debido a su eficacia, bajo costo y accesibilidad. Futuras investigaciones podrían explorar su posible papel en la prevención del cáncer y en el tratamiento de otras enfermedades inflamatorias crónicas. Mientras tanto, es fundamental que los profesionales de la salud sigan las guías clínicas para optimizar su uso, maximizando los beneficios y minimizando los riesgos para los pacientes.

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