Luchas Urbanas Antisistémicas en México: Resistencia en las Ciudades frente al Capitalismo Neoliberal
La Ciudad como Campo de Batalla
Las metrópolis mexicanas se han convertido en escenarios clave de resistencia antisistémica, donde colectivos, movimientos sociales y organizaciones populares enfrentan las dinámicas excluyentes del urbanismo neoliberal. Mientras las ciudades se transforman mediante megaproyectos inmobiliarios, gentrificación y privatización de espacios públicos, surgen respuestas organizadas que defienden el derecho a la vivienda, al transporte digno y a una vida urbana no mercantilizada. Este análisis profundiza en cinco expresiones significativas de la lucha urbana en México, examinando sus estrategias de resistencia, sus logros y los desafíos que enfrentan en su confrontación con el modelo de ciudad corporativa.
1. El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco: Icono de la Resistencia contra el Despojo
El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), surgido en 2001 en Texcoco, Estado de México, se convirtió en un símbolo de la resistencia urbano-campesina contra los megaproyectos. Su lucha inicial fue contra la expropiación de 5,400 hectáreas para construir el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), un proyecto que habría desplazado a comunidades agrícolas y destruido el lago de Texcoco. Mediante bloqueos carreteros, movilizaciones masivas y alianzas con otros movimientos, el FPDT logró en 2002 la primera suspensión del proyecto. Sin embargo, la represión escaló en mayo de 2006, cuando policías estatales y federales realizaron un operativo violento con saldo de dos muertos, decenas de heridos y mujeres víctimas de tortura sexual.
A pesar de la criminalización, el FPDT mantuvo su organización y, en 2018, celebró cuando el gobierno federal canceló definitivamente el NAICM. Su resistencia no solo evitó el despojo, sino que inspiró a otros movimientos a defender sus territorios frente a infraestructuras impuestas. Hoy, el Frente sigue luchando contra proyectos como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y el Tren Interurbano México-Toluca, que siguen afectando a la región. Su experiencia demuestra que la defensa de la tierra urbana y rural está intrínsecamente ligada, y que la movilización popular puede frenar incluso los proyectos más poderosos.
2. El Movimiento de Okupas y Centros Sociales Autónomos: Recuperando Espacios para la Vida Comunitaria
En ciudades como la CDMX, Guadalajara y Monterrey, la okupación de inmuebles abandonados se ha convertido en una estrategia de resistencia ante la especulación inmobiliaria y la falta de espacios culturales accesibles. Lugares como el Centro Social Autogestivo “El Chopo” (CDMX) o “La Casa de Todas y Todos” (Guadalajara) son ejemplos de cómo movimientos anarquistas, estudiantiles y artísticos han recuperado edificios para convertirlos en centros de organización política, talleres comunitarios y refugios para migrantes. Estos espacios operan bajo principios de autogestión, rechazando la lógica mercantil de los bienes raíces y promoviendo prácticas como el trueque, la asamblea horizontal y el apoyo mutuo.
Uno de los casos más emblemáticos es la okupación del edificio de la calle de Regina 56 en el centro de la CDMX, donde en 2015 colectivos crearon un centro cultural que albergó bibliotecas populares, huertos urbanos y talleres de serigrafía. Aunque fueron desalojados en 2017, su legado persiste en redes de solidaridad que siguen disputando la ciudad. Los okupas enfrentan represión constante, con desalojos violentos y criminalización por parte de autoridades que protegen los intereses de inmobiliarias. Sin embargo, su lucha evidencia que la ciudad puede ser reapropiada por sus habitantes, no por los capitales.
3. El Movimiento Vecinal contra la Gentrificación: Defendendo el Derecho a Permanecer
La gentrificación —el desplazamiento de poblaciones originarias por clases medias-altas y corporaciones— ha avanzado en barrios como la Roma, Juárez y Centro Histórico en la CDMX, así como en zonas de Tijuana y Oaxaca. Frente a esto, colectivos como “Salvemos Temictli” (Iztapalapa) y “La Vecindad Grande” (Guadalajara) han organizado asambleas barriales para detener el encarecimiento de rentas y la llegada de negocios exclusivos. En la Merced, por ejemplo, comerciantes y residentes lograron frenar un proyecto inmobiliario que pretendía reemplazar mercados tradicionales con boutiques de lujo.
Estos movimientos no solo protestan: proponen alternativas como cooperativas de vivienda, reglamentos de uso de suelo participativos y ferias de trueque. En Tulum, la lucha contra los “desalojos exprés” para construir hoteles de lujo llevó a la formación de la Asamblea de Pueblos Originarios, que exige que el desarrollo turístico no aniquile a las comunidades mayas. La gentrificación no es solo un tema urbano, sino de colonialismo interno, donde elites nacionales y extranjeras imponen su modelo de ciudad. La resistencia vecinal, aunque fragmentada, muestra que otro urbanismo es posible.
4. La Lucha por el Transporte Público Digno: Contra la Privatización y el Abuso Tarifario
El transporte masivo en México es caótico, caro y peligroso, controlado por cárteles de concesiones y gobiernos coludidos. Colectivos como “Pueblo Libre Sin Transporte Caro” (Puebla) y “Movilidad Integral para Todos” (CDMX) han denunciado cómo las alzas arbitrarias en tarifas —como el caso del Metro en 2023— afectan a los trabajadores. En Ecatepec, el Frente Popular Francisco Villa organizó bloqueos contra las “combis pirata” que operan sin regulación, mientras que en Monterrey, usuarios exigen accesibilidad para personas con discapacidad.
Alternativas como las bicicletas públicas (Ecobici) y cooperativas de transporte autogestivo (como en Xochimilco) muestran que hay modelos no lucrativos posibles. Sin embargo, el poder de las empresas transportistas —muchas vinculadas al crimen organizado— frena cualquier cambio estructural. La lucha por el transporte no es solo por movilidad, sino por derecho a la ciudad.
5. Las Radios Comunitarias y Medios Libres: Contrahegemonía en el Aire
En un paisaje mediático dominado por televisoras corporativas, radios como “Radio Zapote” (CDMX) y “Totopo” (Oaxaca) difunden voces marginadas, denuncian represión y promueven culturas locales. Aunque la Ley de Telecomunicaciones las criminaliza, estas emisoras operan con tecnología sencilla y participación vecinal. Su lucha es por el derecho a comunicar, no a ser espectadores pasivos del discurso oficial.
Conclusión: La Ciudad como Construcción Colectiva
Estas luchas urbanas demuestran que el espacio público no está perdido: se reconquista día a día. Su mayor reto es articularse frente a un enemigo común: el capitalismo que convierte todo en mercancía. Pero su fuerza radica en que, mientras existan comunidades organizadas, habrá esperanza de ciudades más justas.
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